CAPÍTULO 9

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¿Por qué siempre tenemos que estar en desacuerdo? Parece que cada día nos alejamos más el uno del otro.

—No me haré más cercano a ella solo por una colaboración. Trabajaré con ella al igual que con todos los demás, no le daré un trato especial.— digo con un tono de molestia en mi voz.

—Pues tendrás que hacerlo o no funcionará. Esa es una de las condiciones que los Webster pusieron para que esto se llevará a cabo ¿Entiendes?— me espetó con el ceño fruncido y un tono molesto.

—No. Así que puedes decirle a los Webster que se deshagan de la idea de que le daré un trato especial a su hija, solo por ser una de las principales.— respondo sintiendo como mi enojo crece cada vez más.

—¡Acaso eres…!— no terminó la frase y se pasó una mano por la cara con frustración —¡Harás lo que te estoy ordenando, quieras o no! ¡Sin excepciones!

—¡Te he dicho que no! No me haré su amigo solo por que tu quieras ¿Entiendes eso mamá?— suelto con frustración y ella me mira con sorpresa.

—¡Lo harás o de lo contrario!...

—¡No! La trataré con educación eso es todo. Te parezca o no o de lo contrario no me involucraré en esa colaboración.— espete en un tono serio y desafiante.

Tomé mi maleta del sillón donde tenía mis cosas de entrenamiento y la colgué en mi hombro para irme. Le di una última mirada desafiante y ella solo frunció aún más el entrecejo con una notable irritación en la cara, pero también con una ligera sorpresa por el tono que emplee para decir lo último.

Me giré y empecé a caminar a la salida ignorando a mi mamá por completo.

—¡Andrew esta conversación no ha terminado! ¡Regresa ahora mismo!— grita desde la sala con un enojo notorio en su voz

—Para mi si.— respondo haciendo que el enojo se note en mi tono de voz para después salir hasta el garaje y subir a mi auto.

Quince minutos después ya estoy fuera de la casa de Alan, esperando que este salga, pero no lo hace. Estoy por enojarme cuando me doy cuenta que no le avisé a que hora llegaría ni mucho menos que ya estaba fuera. “Joder” susurro y tomo mi teléfono para marcar al número del castaño. Unos minutos después sale apresurado con su maleta de entrenamiento y su mamá detrás de él preocupada.

—Perdón por hacerte esperar, no me avisaste que llegarías tan pronto.— dice Alan asomándose por la ventana.

—Fue mi culpa. Ahora por tu maleta atrás y sube.— le ordenó y él asiente, rápidamente pone su maleta en los asientos traseros y se sube a la parte del copiloto.

—Alan ¿Estás seguro que no quieres que te de un almuerzo, para que comas en el descanso?— habla la señora Johnson quien se asoma para vernos. —¡Ay, hola Andrew! Me da gusto verte de nuevo pues hace mucho que no nos veíamos.

—A mi igual señora Isabel, hace tiempo que no nos vemos. Trataré de venir a visitarla más seguido.– sonrió sin mostrar los dientes. —, y no se preocupe Alan y yo comeremos fuera.

—Tan educado y amable como siempre, no me cabe duda que Alan está bien a tu lado.— sonríe y mete su mano para acariciar el cabello de su hijo —. Y cuando quieras venir serás muy bien recibido, solo recuerda avisarle a Alan y prepararé tu postre favorito mexicano.

A pesar de ser mexicana su inglés es perfecto.

—Sí, me encantaría probar su delicioso chocoflan de nuevo, no cabe duda que la cocina siempre ha sido lo suyo.

—Y no cabe duda que tu eres un chico maravilloso, tu hermana debe estar orgullosa de ti. Después de todo ella te quiere mucho.

—Gracias. Alan también debería estar orgulloso de tener una mamá como usted.

Una noche estrellada (Bl)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora