(XV) "Vuelve Ahora"

17 3 0
                                    

Dos días habían pasado de tal acontecimiento, la tensión había bajado un poco en México, sonreía de vez en cuando con ayuda de Itzá, pero aún seguía cabizbaja.

Ahora ambos menores se encontraban a solas, a las afueras de la vivienda donde se resguardaban, sentandos en el último escalón.

-¿Recuerdas la vez que te lleve hasta un cenote? -pregunto Itzá.

México se giro a verlo.

-¿Y qué te tuve que salvar? -asintió el contrario- como olvidarlo. -Dijo con cierta nostalgia-. Hay momentos que se quedan en tu memoria para siempre.

-¿Lo que pasa ahora, también se quedará?

-Por supuesto -dijo- ¿qué será de mi ciudad ahora?

-... -hubo un silencio sepulcro.

-Estoy dispuesta a oír las suposiciones, crueles de tu parte.

México tenía en claro que la sinceridad de Itzá sobrepasaba lo inimaginable cuando se lo pedían, a veces era duro con sus palabras, pero le gustaba ser directo en ese aspecto.

-Probablemente -agarro aire para lo que iba a decir- siendo destruida.

Itzá pudo escuchar como México daba un suspiro.

-¡Pero, eh! Los guerreros siguen dando batalla -comentó intentando disuadir la posible incomodidad que vendría.

-Hasta el final de sus días. Llegará el momento en el que no habrá ningún Guerrero que defienda Tenochtitlan, y... y... -dijo muy rápido, con ojos cristalinos y con la voz temblorosa.

-¿Has estado muy pensativa ahora, no? Muy profunda. -hablo Itzá impidiendo a que México siguiera con un comentario triste.

-Siempre he sido así, creo, pero en este tipo de situaciones, dejó salir más ese lado mío.

-Bueno. -Itzá se levantó. México lo vio con cierta curiosidad-. ¿Qué te parese si damos un paseo por esta desolada ciudad?

-¿Y esperar un regaño de tu madre? No gracias.

-¡Vamos! ¡Será divertido! -Trato de convencerla-. No hay nadie aquí -señalo a la ciudad que se encontraba al fondo- no habrá nadie que nos haga daño.

México lo miro con cierta desconfianza.
Itzá la miro con suplica.

-Bien -asintió la menor levantándose- pero te advierto -lo señalo- tú...

-Seré el que lleve la carga del castigo. Si, si, ya conozco tus sermones, Meztli. -interrumpió Itzá poniendo los ojos en blanco con una sonrisa- ¡Ven!

La agarro desprevenida y la tomó por la muñeca.

Bajaron los cuatro escalones que elevaban un poco el hogar y, al estar sobre el suelo, el de orígen maya se echó a correr con desesperación, obligando a la que sostenía a que también lo hiciera.

A gran velocidad pasaban por los múltiples hogares, iban tan rápido que solo se veían como un borrón con un poco de color. Más tarde, Itzá redujo la rapidez en la que iba, pues hubo en un momento que casi se tropieza por venir distraído, lo que lo obligó a que parara lentamente, y se detuvieron.

-Eres mayor que yo y parece que tienes más energía -comentó entre suspiros.

-Bueno, de algo sirvió jugar el Juego de Pelota seis horas seguidas... -dijo con una sonrisa recargando las palmas de sus manos sobre sus rodillas un poco encorvado-. Ay, que cansancio...

-¿Seis horas seguidas?

-Es lo malo de tener una madre que quiere que destaques en algo -alzó la mirada para verla- ¿me comprendes, verdad, Meztli?

Stolen Stay (Nueva España)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora