(XVII) "Se Acabó El Tiempo"

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La forma más fácil de robar algo es que sea entregado libremente.

Corrió, corrió con gran fuerza. Sus pies se movían a una velocidad impresionante, sus puños se apretaban con fuerza y los músculos de su cara también lo hacían. No sentía cansancio, la adrenalina la llevaba al límite.

Itzá la dejó escapar, sintió culpa y no pudo más con la carga, que como última voluntad y para finalizar esa amistad que llevaban durante siglos, le quitó las esposas y la dejó libre para ver a su figura materna.

Detuvo su carrera, estaba al final de la calzada y su pecho se levantaba y bajaba con fuerza, mientras que exhalaba como nunca. Miro de izquierda a derecha, buscando ese pequeña choza hecha de piedras que hace tiempo fue abandonada.

«"en lo oscuro, detrás de la ciudad, un gran árbol la cubre y no la deja escapar"», repitió las palabras de Itzá en su mente para localizarla.

Todo estaba oscuro, el humo había cubierto por completo el terreno que rodeaba la ciudad, siguiendo su instinto, se dirigió a su lado derecho y aceleró sus pasos.

Con precaución recorría la selva, si se encontraba con algún español era infante muerta. Se escabullía al instante cuando oía un simple mover de las hojas. Corrió de nuevo, las plantas de los pies le ardían, pero ya no había nada más que perder. Redujo la rapidez cuando pudo ver a la lejanía una estructura elevada unos cuantos metros sobre el suelo.

Sigilosamente se acercó, con su mano tocó la textura de la roca con hongo, al estar unos cuantos centímetros de la oscura entrada, trago en seco al sentir una mala sensación en todo su cuerpo. Ingreso sin importar qué.

Exhalo rápido y breve, apenas audible, pero lo suficiente perceptible para ella. Sus ojos se abrieron ampliamente, sus cejas se fruncieron y su mandíbula se tensó y sintió un cosquilleo en sus ojos.

-¡Mamá! -La escena era tan horrible que se obligó a cerrar los ojos.

Los pasos de México se volvieron veloces y determinados, al estar dentro de la oscura habitación, con un gesto rápido, extendió los brazos hacia delante, intentando alcanzar el cuerpo tirado de su figura materna. Consternada, se dejó caer al suelo sobre sus rodillas.

De manera desesperada, tomó entre sus brazos a Mexica, dejando reposar de su espalda para abajo sobre sus rodillas, y sostenía su cuello con una de sus manos.

-¿Madre?... -dijo susurrando, esperando que lo que pensaba no fuera cierto.

La mayor abrió los ojos lentamente, tan cristalinos como nunca en su vida los había visto, al ver quién tenía al frente, no pudo evitar sonreír. Lento, alzó la mano para acariciar la mejilla de su hija.

-Esos ojos, que lindos... -apenas pudo decir algo, escupía sangre cada que abría la boca. Su voz era ronca y casi inaudible.

-¿Qué le hicieron? -exclamó con voz temblorosa, tornándose los ojos de la menor húmedos al sentir el tacto de la progenitora, su nariz se fruncía al sollozar- ¡¿Qué le hicieron?!

-Eso ya no importa, México, no importa más.

-¿Como no? -dijo intentando mantener la calma, aunque los sollozos la delataban- su pecho... sangra -informó al colocar su mano sobre dónde estaba el corazón, el liquido rojo traspasaba la ropa, llenando sele las manos.

Stolen Stay (Nueva España)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora