Ya había pasado el caluroso verano para darle la bienvenida al otoño, la temperatura había bajado sorprendentemente y ahora se venía un clima bastante bien.
México, se encontraba recostada dentro de su pirámide, mientras bebía una dulce bebida que le encantaba: el pulque. Obviamente a escondidas, pues no se le permitía beber esto, lo bueno, es que tenía alguien que la cuidara, tan buena que, aunque renegara, siempre le cumplía sus peticiones.
Admirar el paisaje le duro poco, pues una silueta se formó cerca de la entrada a la cúspide. Fruncido el ceño y aún tomando un poco de líquido, se quedó viendo la extraña figura.
—Aztec —exclamó sorprendida al verlo.
La sombra por fin se había animado a salir, y no escabullirse detrás de la pared, lo cual evitaba que la joven averiguará quién era.
—¿A qué no esperabas verme? —dijo entrando al pequeño cuarto.
—Digamos que, después de que permanecieras bastante ocupado con cobrar los tributos, tanto tiempo sin verte me hizo olvidar tu cara —comentó tomando un sorbo—, pero si, no esperaba verte, hermano. Me da gusto.
El hombre dio unos cuantos pasos para quedar al lado de ella, se agachó y se sentó, para después encerrarla en un abrazo, el cual fue correspondido.
—Ese olor yo lo conozco, ¿qué tomas?
Aztec se inclinó, tanto como para alcanzar el olor de la misteriosa bebida la cual su hermana menor ingería. México, paso el vaso hacia la otra mano, evitando que el mayor oliera.
—Por Huitzilopochtli... —expresó al saber lo que era— ¡¿estás tomando pulque?!
—Sssshhhhh —puso su dedo sobre la boca.
—Tú, ¿la hija ejemplar, tomando algo prohibido? ¡Ja! Mamá se sorprenderá al escucharlo.
—No le digas, por favor.
—¿Qué harás a escondidas? —Imagino todas las posibles situaciones donde México podría hacer cualquier travesura— debería dejar mi enemistad con Citlali, solo para saber todo lo que haces.
—¿Sigue con esa competencia? —dijo México sin poder aguantarlo— yo los quiero a los dos, ¡por igual!
Era frustrante para la menor ver cómo su niñera y su hermano cada que cruzaban miradas se miraban con desprecio, además de competir quien hacia mejor su trabajo. El cuidar a México era una tarea que implicaba mucha responsabilidad, sin embargo, estos dos, cuando se trataba de ella, tenían la energía y el tiempo suficiente.
—Si claro —asintió sarcástico—, ¿cómo a ella si le dices que la quieres?
—¡Nunca pasas tiempo conmigo! Y cuando lo haces, siempre te pones a discutir con ella. No te quejes.
Mientras que su semejante se la pasaba refunfuñando sobre tal "competencia" que tenía con la mujer a la cual cuidaba a su hermana menor, esta aprovechó su exageración para abrazarlo por el estómago, pues le llegaba a la mitad del cuerpo.
—Te quiero. —dijo recargando su cachete al costado de su abdomen.
—Pero no tanto como mamá —comento—. Yo también te quiero, Meztli.
Acarició su hombro y le proporcionó un beso sobre su cabeza.
♛
Itzá no estaba, pues se le había ocurrido ir con Citlali a buscar al mercado de Tlatelolco algo para comer. Aztec ya se había ido, solo fue para darle mimos por unos cortos minutos. Y bueno, no tenía a nadie más con quien distraerse.
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Stolen Stay (Nueva España)
Hayran KurguEl egoísmo es poder, clara es la prueba en la historia de esta nación. Después de la conquista, las flores ibéricas se tejieron en su piel, la cruz incrustada en su cara el reflejo del liderazgo , y la libertad la voz de miles silenciados. El ser co...