(VII) "Como Pez En El Agua".

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El agua y una persona pueden ser uno solo cuando deciden conocerse un poco más.

Para salir un poco de la rutina monótona y abrumadora, el hermano mayor de México: Aztec, decidió aniquilar una gran canoa para cuatro personas. Que no cualquiera podía darse el lujo de tener una proa personalizada y aniquilarla, pero, como era uno de los tres guardianes de la ciudad, podía hacerlo.

Y como no, en esas cuatro estaban México e Itzá, que, por cierto, ambos se encontraban en un debate.

—El mango —dijo México con cierta perspicacia—, sabe muy bueno cuando le pones chile.

Itzá, quién se encontraba frente de ella, frunció su entrecejo al oírla, si bien, era claramente conocido que la papila gustativa del Imperio más grande de Mesoamérica mantenía un paladar bastante inclinado a lo picoso, ¿pero ponerle chile a una fruta? ¿Chile a algo dulce? Sí que estaba mal.

—Resignate ahora, Meztli —dijo Itzá.

—Nah. —Negó la menor— Apuesto a que no lo has probado, y un día de estos lo harás, y cuando lo hagas, no dejaras de hacerlo.

Antes de que el mayor pudiera decir algo, un tambaleo se sintió en la canoa, a lo cual a Itzá casi lo tira, siendo salvado por el choque de su antebrazo con la madera mojada. México se rió ante esto.

—En definitiva, la vida me odia —opino Itzá viendo cómo en su codo tenía un raspón cuando se levantó.

—Debiste verte —dijo la de pelo azabache entre risas— fue... muy gracioso.

El maya solo agitó la cabeza y puso los ojos en blanco.

—Me encanta navegar, ¿a ti no? —preguntó México notando el cambio de humor de su compañero.

—Siempre y cuando no termine mojado —dijo Itzá cruzándose de brazos.

—Vamos, solo fue un pequeño desliz, no tienes porque estar enojado.

—Si dices algo más tendré que matarte.

Y, como a la menor de la familia le encantaban los desafíos, le lanzó una mirada retadora al que tenía al frente y con una sonrisa cerrada dijo:

—Creo que le gustas —dijo en forma de broma— a ella le gustas. —Señaló con un dedo al líquido cristalino que se hallaba debajo de ellos.

Itzá molesto, se levantó rápidamente y estaba muy seguro de lanzarse sobre la menor, e iba a hacerlo, pero algo impido que se acercara más.

—Basta entre ustedes dos —intervino Aztec poniendo su mano en el estómago de Itzá— o los arrojare al lago con esto —alzó el palo como si en el frente tuviera algo al cual batear.

—Ella —la señaló— empezó.

México le dedicó su típica sonrisa y una mirada por encima de la nariz, sacada de alguien muy en peculiar...

—No es broma —aclaró el más alto— los arrojare. Me tienen harto de su mango y papaya.

—Pff —rió otra mujer que los acompañaba— déjalos que se diviertan y discutan entre ellos, así es el espíritu de los niños —dijo Citlali mientras impulsaba la canoa.

—¿Cree que hablar de frutas en todo el camino que llevamos aquí, es normal? —preguntó Aztec.

—Si viera de las demás cosas de las que hablan esos dos, no aguantaría ni un día —comentó la mujer de piel morena.

—¡¿Disculpa?! —Se giró a verla, ofendido.

—Así como usted oye, ¿o espera que hablen de los sacrificios que se realizan diariamente? Cómo está tan acostumbrado. —Sacó el palo del agua, y en este reposo sus dos manos.

Stolen Stay (Nueva España)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora