(I) "Un Informe Inesperado".

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"Todo es perfecto".

Todos parecían ser felices en aquella capital de un Imperio, dónde reinaba la paz y el respeto hacia sus dioses. En la hermosa ciudad de Tenochtitlan que parecía ser sacada de los mismos sueños inimaginables.
No quería que esa linda época donde disfrutaba de su niñez jamás acabará, tenia todo, y esperaba que siguiera así.

Dejando de lado, la memorable situación  con la cual México estaba lidiando en ese instante, simultáneamente estaba también aconteciendo algo entre las madres de ambos...

—¿Qué? —fue lo único que logró articular.

—Hombres blancos, apestosos —volvió a repetir—. ¿Hola? —alargó la palabra al ver que Mexica se quedó estática.

Le tomó unos segundos reincorporarse, parpadeo unas cuantas veces y volvió a hablar.

—¿Cuántos hombres eran?

—No alcanzamos a contarlos, pero eran suficientes como para tener un pueblo.

—Quizás sean como los que llegaron hace nueve años, ¿recuerdas?

—Mexica, hermana, los que encontró el líder fueron nada más dos hombres, moribundos y con olor a pescado —dio una pausa—, los de ahora, nos los encontramos cuando veníamos para acá.

Su hipótesis resultó ser incierta, al parecer los hechos no sucedieron igual como con los prisioneros que habían encontrado en la playa, resulta que, en base a las descripciones que la mujer le dijo y en el tono que le decía, parecía ser descripciones de los mismos dioses.

Era bien sabido, por parte de la nobleza mexica, que esos eventos, a los cuales habían nombrado "los nueve presagios" traían noticias desagradables, además, de que aquella grulla con un ojo gigante que en una ocasión se le llegó a mostrar al tlatoani Moctezuma el futuro, y mostrar lo que ha de venir, originó un miedo tan grande en las dos representaciones.

—Cu... ¿cuándo llegaron?

—Apenas hace un mes —respondió de inmediato ignorando el tartamudeo de Mexica—, como casi se acercaba la visita de Itzá a Tenochtitlan, me tome la molestia de traerte también esta noticia que me tiene aterrada.

Ambas ahora compartían el mismo sentimiento: miedo. Si bien, este se notaba más en la mujer de nariz aguileña, Maya, a quien su cara lo decía todo; sus cejas descendiendo un poco junto con un ceño fruncido, su boca apretada y sobre todo el sudor que en sus manos que trataba de secar en su ropa. Por otro lado la mexica trataba de mantener una expresión neutral.

—¿Diste información importante? ¿Cuevas, tratados, rutas, lugares?

—Ellos intentaron hablar conmigo en el primer encuentro, pero la lengua que compartíamos era desconocida a gran pesar. Lo único que puedo decirte es que dijimos "yucatan". Al parecer, se lo tomaron como el nombre del lugar.

—En caso de que llegue haber otro avistamiento entre ustedes... la solución... Mátalos.

—¿Estás ordenándome?

—No, te estoy dando una posible solución si me pasará, que resolverá en problema de inmediato.

—Mexica, sé que tu forma de resolver las cosas puede llegar a ser un poco oscura y aveces sangrienta, ¿pero si no ha habido batallas, por qué matarlos?

Stolen Stay (Nueva España)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora