xɪɪ. ᴀʟʟ ᴛʜɪɴɢs ᴍᴜsᴛ ᴘᴀss.

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De mala gana los alumnos iban diciendo sus nombres. Sin comunicarse verbalmente entre ellos, coincidían por gestos, que el nuevo maestro era un pesado.

Cuando llegó el turno de Kim, se envalentonó para gastarle una broma.

-Buenos días, maestro Vainilla, mi nombre es Michael ¿Qué pasa si no seguimos sus reglas?- bufó -Nos sacará de su salón.

-Si aplica ese castigo, maestro- Max el compinche de Kim se unió al juego -Lo tomaremos como una invitación para abandonar gustosos su clase- dicho esto, chocó el puño con su compañero.

Félix estaba callado, con los brazos a la espalda. Le dio vergüenza ajena, el tipo de alumnos que su colega, malcrió, a base de permisiones.

-Ustedes dos, deben ser los bufones de la clase- la sonrisa burlona de ambos, le confirmó su suposición -No usaré nada de eso con ustedes- sacó una tiza de la cajita sobre el escritorio. Se dio media vuelta y comenzó a escribir en el pizarrón.

Toda la clase estaba atenta a lo que el maestro escribía, sin entender de qué iba la frase.

"Quién mal anda, mal acaba"

Se leía en el pizarrón. Max y Kim soltaron una estrepitosa carcajada, que fue abruptamente silenciada, con dos golpes de regla sobre el escritorio.

-Si ustedes dos no me entregan quinientas líneas de esa frase en sus cuadernos, antes que acabe la clase, les haré una evaluación sorpresa a todos, con una tarea para mañana- impasible se dirigió a sus nuevos alumnos -la cual consistirá en un informe de diez hojas tamaño oficio, revés y derecho, del libro que elija. Y deberán entregarlo mañana.

De inmediato toda la clase giró con enfurecida mirada hacia los dos bufones que tragaron grueso.

-Maestro...e-era una broma...

-Mi clase se respeta¸ Kim y Max- Ambos alumnos abrieron grande sus ojos y boca, cuando el severo maestro les llamó por su nombre. Tomaron lapicero y cuaderno y comenzaron a realizar las líneas

-Continúen con las presentaciones- demandó.

-Marinette Dupain-Cheng- la azabache fue la última tras aproximadamente media hora que duraron las presentaciones.

Al escuchar a la chica, el rubio sonrió. Sentía que cada vez iba avanzando en cuanto a su plan. Por lo que era hora de dar un paso más.

-Bien, señorita Dupain. ¿Cree que pudiera decirme lo último que vieron con su anterior profesor? En medida de lo posible no quiero perder el hilo.

Ante tal cuestionamiento el silencio reinó en el aula durante unos segundos. Segundos en los que la inocente ojiazul repasaba en su mente lo que iba a decir. Como si buscara alguna clase de aprobación por parte del nuevo profesor. No quería que volvieran a burlarse de ella tal como ocurrió en su primer día.

-Señorita, no tenemos todo el tiempo.

La llamada de atención, la sacó de sus pensamientos. Y como tanto temía, una ligera risa se escuchó en el fondo del salón. Risa que fue interrumpida por el docente casi en un grito

-¡Silencio! Señorita, la seguimos esperando.

-Na-Narraciones Extraordinarias de Edgar Allan Poe- Marinette sonrió, porque ese libro, fue el que prestó en la Biblioteca, con la ayuda de Adrien, su novio.

-No le molestará compartir a la clase su opinión de El Gato Negro- Ni bien dijo aquello; que, toda la clase exceptuando a los dos castigados; hojeaban con arrebato su libros y cuadernos.

-Es sobre una pareja de esposos- Marinette agradeció mentalmente, haber leído ese relato dos veces -Ellos son amantes de los animales...por eso, tienen un gato...negro- Pero al centrarse en la mirada seria del maestro, sus palabras no sonaban elocuentes.

ᴘᴀssɪᴏɴ & ᴍᴜsɪᴄ. +18 ||ʀᴇᴍᴀsᴛᴇʀᴇᴅ ᴇᴅɪᴛɪᴏɴ|| ғᴛ. ᴇsᴍᴇ ᴄᴀᴅᴇʟᴇᴢDonde viven las historias. Descúbrelo ahora