Capítulo 7

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"¿Algún día escucharán mi alma gritar? O ¿A mí corazón desangrar? ¿Me oirán?" -Shein.

Madrid

La extrañé, siendo una desconocida en ella. Dejar la agencia fue como quitarme una soga del cuello. Una que me asfixiaba lentamente. Haciéndome delirar. Alucinar a una mentira. A un sueño. Una fantasía dolorosa. El mismo protocolo que hice al irme a Italia, lo repito para ir a la mansión. Estuve incomunicada de mi familia por casi un mes entero. Desconocía de sus pasos. De sus movimientos. Si alimentación, me convertí en un fantasma que nadie podrá ver.

Al salir de la agencia me encargué de limpiar bien mis heridas. Sigo con golpes que son borrosos. Invisibles. Si los cubres con maquillaje, claro. Mi labio tiene una diminuta cortada, una que me fué imposible eliminar. El chófer que nos recogió en el aeropuerto ha venido por mí. Retira mis cosas para llevarla a la camioneta donde seré transportada. Escoltada por cuatro más.

El recorrido es en absoluto silencio. Es como si pronunciar una palabra fuera un pecado. Si fuera una ley que no puede romperse. Decido descansar un poco en lo que llegamos al destino. Despejar mi mente y dejarme llevar por el alivio del sueño. Nos detenemos al llegar, siento mi brazo mojado y caigo en cuenta de qué. Me he llenado de baba.

Que asco

Limpio el rastro de mi brazo y del asiento. El resplandor del cielo griseado me ciega. Deben ser al menos las dos de la tarde. Los escoltas están en sus áreas asignadas. Cuatro cubriendo la entrada. Cinco en la parte derecha, al igual que en la parte izquierda de la casa. Los vigilantes de la entrada me miran, más no saludan. Decidida doy mis pasos para adentrarme a la casa. Dijera que a descansar, a poder tener mi vida normal. Sólo me estaría mintiendo. Vine porque el señor Argent comenzará con sus tutorías sobre como debo actuar en el mercadero. De cómo comportarme. De cómo vestir. Como ser una de ellos.

Abro la puerta, ya que la ama de llaves no se encuentra, por lo que veo. Sigo avanzando, con la alegría de poder ver a mis hermanas. De ver al idiota de Jonás. Y a mamá. Para mi desgracia, encuentro es a mí mentor.

-Llegaste... En veinte minutos en mi oficina -dice con poca gracia-. Y no me hagas esperar.

Sus ojos azules viajan por mi rostro. Diría que ha sentido, no lo sé, ¿Lastima?. Pero recuerdo que ese señor no conoce ni esa palabra. Se marcha y voy a la habitación de mamá. Quiero ver cómo ha ido la recuperación. Saber que la tratan bien. Que cada golpe que llevé en esa mierda, valió la pena. Visualizo la puerta y toco. Las risas que oí del otro lado, cesan. Ahora son murmuros. Cuchicheos que no logro adivinar.

Hasta que la puerta es abierta, dejándome ver esos ojos claros de mi hermana menor. Se sorprende al verme. La veo y creo que vivo en un sueño. Que al despertar, volveré a estar en la agencia.

-Shay....

-Es Shein -dice fríamente para quitarse de la puerta.

Yo también te extrañé

-¿Shein?.

La voz de mamá es la música angelical que desee escuchar. Paso por el lado de mi hermana y me dirijo hasta la cama, ella se encuentra sentada. Tiene la cara algo delgada. Su cabello recogido, cubierta con una manta. Sonrío ampliamente al ver que está bien. Recuperándose pero bien.

-Hola mamá -saludo con la voz en una cuerda floja.

-¿Cómo te fué?.

Sharlene llega para abrazarme, se detiene a unos milímetros de mí. Sus ojos oscuros se abren con estupefacto. Ha notado los golpes. Le hago seña para que siga. Lo menos que quiero es que mamá se preocupe. La atraigo para abrazarla y detecto la mirada mordaz de Jonas sobre mi.

2:Argent [El origen de la muñeca]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora