Capítulo 19

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"Primera mujer en lograr una pista de hombres" -Lmdlm.

Dos meses después

El día de hoy llegarían nuevos reclutas. Nuevas presas para entrenar y enseñarles a cazar. Aquel quiebre en brazos de Lorenzo. Dije que sería el último. Nada de emociones, nada de sentimientos. Nada que pueda distraerme.

Lorenzo se encontraba en un viaje en Georgia. Al parecer, un nuevo socio se interesó en las armas de los Toriccelli, Bruno ha sido más transparente conmigo. Me ha permitido ver sus defectos, sus perfecciones, sus manías y amor. Su relación con su hijo, sigue igual. Trato de ayudarlos pero es inútil. Bruno es muy orgulloso.

Por lo que, seré yo quien reciba a los nuevos cadetes. Mis pasos retumban firmes por el pasillo. La peluca en mi cabeza, perfecta. El uniforme del pantalón holgado negro, con las vainas cargadas por las armas. La franela negra sin mangas ajustada. Semblante frío y expresión neutra. Abren la puerta de la entrada y veo las camionetas, veinte para ser exactos.

Las descargan y hombres bajan de ellas. En cada camioneta entran unos quince hombres, por lo que, hay mucho por hacer. Evans, está encargado de guiar a la mitad. Y yo, de la otra.

-¡Atención! -grita mi compañero rubio.

Giran en nuestras direcciones, acercándose hasta que Evans les pide detenerse. La atención no va a él, sino a mí. La chica al lado del rubio, coloco mis brazos hacia atrás, elevando mi mentón.

-¡Ojos aquí! -replica molesto.

Hacen lo pedido y se forman. Uno al lado de otro, seguidos hacia detrás. Los choferes y agentes bajan de las camionetas y apuntan por si alguno decide huir.

-¡Han sido traídos porque son una ola de gilipollas que no sólo han decidido robar, sino que también ha violado, matado, golpeado a hombres, mujeres y niños!... Les brindan una oportunidad para evitar la cárcel, aprovenchela.

Asienten y miro al rubio con molestia. Este me regala una mirada apática para ir con los suyos.

-¡Una cosa más!.

Evans gira en mi dirección con ganas de arrancarme la cabeza. Bajo y quedo en frente de los reclutas. Unos miran con incredulidad. Unos con curiosidad. Unos con morbo, a esos, cuanto voy a disfrutar entrenarlos.

-¡Si creen que estar aquí es mejor, déjenme decirles que no, señoritas! -rien y me miran-. ¡Aquí dentro serán llevados a diversas pruebas que deben superar, si fallan... Serán ejecutados para pagar su error!.

Evans me toma del brazo para irnos a la entrada. No ejerce mucha fuerza, tampoco hago para liberarme. Sus ojos me aniquilan lentamente y sólo sonrío.

-¿Se puede saber qué mierda te pasa? -sisea.

-Les estoy diciendo la verdad -respondo sonriente-. Son personas de la mierda. Violadores. Asesinos. Si piensan que estás son vacaciones, no les dejaré el disfrute.

-¿Personal? -enarca una ceja divertido.

-Va contra mis prejuicios. Me criaron de una manera distinta a la suya. Así que -retiro mi brazo-. Si ellos no tuvieron piedad al cometer sus delitos, no tengo porqué tenerlo en el entrenamiento.

-¡Oiga oficial! ¡¿ella será parte del entrenamiento?!, porque está muy buena y hermosa.

Respira hondo respira hondo

-Les surgiero respetar señores -conversa Evans con los cadetes-. Sino, no me haré responsable de lo que ocurra.

Pero claro, a ellos les sabe a mierda y pasan la advertencia por el culo. Simplemente los dejo. Que rían. Que disfruten. Una vez dentro, bajo mi mando. Les haré pasar un infierno peor del que yo pasé.

2:Argent [El origen de la muñeca]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora