❥︎ 𝗻𝗶𝗻̃𝗼 𝗺𝗶𝗺𝗮𝗱𝗼 | 𝗄𝖾𝖾𝗌𝗈𝗎𝗅 ★ఌ︎༄

clases sociales, que estupidez

el pequeño niño pelinegro veía con curiosidad al bebé que estaba en aquella cuna, su manita se dirigió a la cuna y se puso de puntillas para ver mejor al bebé.

—Él es Haku Shota.—Explicó el hombre, llamando la atención de Keeho, quien llevó su vista hacia el señor Haku.

El señor Haku era un hombre amable, dulce y guapo, tenía el cabello pelinegro y ojos rasgados, una mirada penetrante pero a la vez dulce, una voz calmada  y agradable y un porte de elegancia y respeto, a pesar que su cara parecía de un bebé podía llegar a ser intimidante cuando estaba serio.

Por otra parte, la señora Haku, su esposa, tenía el cabello castaño claro, era una mujer bastante dulce y agradable, su voz también era tranquila y hermosa, sus ojos tenían un doble párpado no tan marcado, ella a veces daba miedo si no la conocían bien, pero es realmente amable.

—Keeho-ah.—Llamó la señora Haku al niño pelinegro de tres años, este llevó su mirada hasta la mujer, quien se inclinó para estar a su altura.—Shota es mi hijo, ¿Te llevaras bien con él, verdad?

El infante no entendió muy bien lo que la señora Haku dijo, pero solo asintió y volvió su vista al bebé, sonrió levemente y con cuidado acarició el cachete de Shota, esa fue la primera caricia que Keeho le habia proporcionado al menor.

Yoon Keeho era el hijo de una de las sirvientas de la gran mansión de los Haku, vivía en las habitaciones en las cuales solo se podían acceder por la cocina.

Y ahora que Keeho tenía 14 años, podía decir que el niño era un mimado de primera, todo lo que quería se lo daban, nisiquiera debía esforzarse, ¿Llevarse bien?  Todo eso se fue a la mierda cuando Keeho tenía 10 y Shota 7.

—¡Dámelo!—Le pidió el pelinegro, tomando el lápiz que Shota tenía.—Te puedes lastimar Shota.

—¡Es mío!—Le gritó, usando toda su fuerza para arrebatarle aquel lápiz.—¡Tiene papitas, es mío!

El mayor dejó de forcejear y soltó el lápiz, el castaño sonrió triunfante cuando lo tuvo entre sus manos y vio con superioridad al chico de 10 años, quien solo suspiró y dio media vuelta para irse de ahí.

Keeho pensaba que estaba bien, que Shota era un niño, pero al ver que seguía comportándose como un idiota supo que jamás podría llevarse bien con él, el castaño siempre quería lo que era suyo, también tomaba cosas sin permiso, no tenía un límite.

—¿A donde vas?—Inquirió un Shota de once años, escaneando de pies a cabeza al pelinegro quien portaba una camisa de manga larga azul con un sueter blanco, un pantalón de mezclilla, zapatos blancos y un abrigo de color negro, tambien portaba con una mochila negra en su espalda.—¿Te vas por fin de la casa?

El mayor soltó un suspiro de molestia y volteo a ver a Shota, este veía su teléfono sin levantar la mirada para verlo.

—Que no te importe a donfe voy.—Gruñó.

—Oh Dios mío.—Le dijo este, alzando su mirada.—Solo miren  como la servidumbre piensa que es igual a nosotros.—Rió.—Eres hijo de la criada, recuerdalo, para ti soy Joven, amo Shota o señorito Shota y me tratas de usted.

Keeho no quiso responder ya que eso podría hacer que su madre tuviera problemas en el trabajo, asi que solo salió por la puerta de los empleados y se fue.

Respondiendo a la pregunta de Shota, el pelinegro iba a la casa de su padre, pues le tocaba pasar este fin de semana con él, sus padres se divorciaron cuando este tenía 12 años, pues su padre engañaba a su madre con otra mujer, desde entonces debía pasar los fines de semana con él.

A diferencia de su madre, su padre era alguien con dinero, tenía suficiente dinero como para vivir en una de las privadas más lujosas de Corea en la casa más cara de ese lugar, aún así, siempre quiso estar con su madre, su padre pudo no haber sido el mejor esposo, pero es un buen padre, a parte, le gustaba ir con él los fines de semana solo para darse un respiro del insoportable de Shota.