Capítulo VIII

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No tuve tiempo para reaccionar. Ella me jaló del brazo escondiéndose conmigo en los arbustos y en un parpadeo ya estaba abrazándome.

Pude sentir como mi hombro se comenzaba a humedecer por sus lágrimas.

No sabía como reaccionar ¿Debería dejar que me abrace? O por el contrario, ¿la alejo y comienzo una pelea con ella? Después de todo ella es a la buscan.

Cuando se separó, observé con atención sus ojos llorosos los cuales me devolvieron un recuerdo en la mente y me llevó a una especie de trance.

. . .

—¡Hermano! ¡Mira esas flores! Son hermosas.

Observé con atención lo que me señalaba. Eran hermosas.

—¿Quieres llevarte unas?

—¡Si! También llevemosle a los demás ¡Seguro les gustará!

Arrancamos unas cuantas e hicimos varios ramos con ellas. Eran para el resto de nuestra familia.

—Listo, creo que con esas serán suficientes.

Comenzamos a caminar, hasta que ella me llamó.

—Tienes que despertar, Tanjiro. Ese no eres tú.

—¿Qué? ¿De qué hablas?—Pregunté confundido por sus palabras.

—¿Acaso olvidaste todo lo que él nos hizo? ¿Lo que le hizo a nuestra familia?

En un instante, nuestro alrededor comenzó a cambiar. Estábamos en nuestra casa, pero algo estaba mal. Todos estaban muertos.

—¿Qu... qué es est... esto?—Tartamudee con miedo y tristeza al ver el ambiente donde estábamos.

Todos mis hermanos estaban tirados en el suelo. Muertos y llenos de sangre.

—¡Él nos hizo esto! ¡¿Cómo es posible que te hayas unido a él?!

Se acercó a mí y me agarró de la cabeza.

—¡Tienes que recordar la verdad! ¡Solo la verdad!—Gritó para luego empujarme hacia atrás.

Al hacer eso, caí en una cascada. Al levantarme vi a un señor de edad mirándome desde la orilla del río.

Se acercó a mi saltando en varias rocas y me agarró de la camisa.

—¡Recuerda tu entrenamiento y tu esfuerzo! ¡No olvides tu objetivo!

Y me lanzó, pero esta vez me choque con una pared.

Ahora estaba en una especie de pueblo, pero todo estaba vacío.

Sin darme cuenta, un cuervo se posó en mi hombro.

—¡Joven Kamado! ¡Tú misión! Caw ¡Tú misión!

El suelo se hundió y aterricé en las afueras de una casa.

—Debes recordar lo que me prometiste. Se lo prometiste a ella, Kamado.

Esta vez fue Tamayo la que me hablo, pero en vez de empujarme me abrazó.

Cuando terminó el abrazo no era Tamayo. Era un chico con pelo amarillo.

—¡Vuelve Tanjiro! No aguantó más a este ¡Necesitamos al más valiente! 

—¡Nooo! ¡Ese soy yo!—Gritó un chico con cabeza de jabalí.

Fue cuando el jabalí se tiro encima de mí y desperté en el suelo de una finca.

Dulces sueños - (Tanjiro Demonio)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora