Capítulo IV

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—Señora Tamayo, ¿esta segura de esto?

—Yushiro, no pasara nada malo. El veneno de glicinias lo debilita y no le permite usar sus poderes— Informó la demonio a su ayudante—. Solo nos queda esperar a que despierte.

—Si me permite preguntarle, ¿qué haremos cuando despierte?

—Lo interrogáremos— Agarro unos papeles y una pluma—. Y dependiendo de lo que nos diga, se lo informaremos a los cazadores de demonios sobre esto.

—Pero ¿Quién nos creerá si les decimos que Tanjiro es uno de los nuestros? Van a pensar que lo convertimos nosotros.

—Hay alguien que puede creernos, pero es casi imposible comunicarnos con él— Se sentó en la silla del escritorio mientras escribía algo en el papel—. Tenemos que buscar alguien que sepa de nosotros.

—Señora Tamayo, no quiero ser negativo, pero aparte de Tanjiro, ningún cazador nos conoce.

—Eso es porque no será un cazador Yushiro—. Guardo la carta en la mochila de Chachamaru— Tu misión será buscar al cuervo de Tanjiro y en caso de no encontrarlo, encuentra a la demonio Kamado.

El gato se restregó en Tamayo en señal de entender lo que le dijo y desapareció en la pared.

—¡Que inteligente señora Tamayo! 

—Gracias Yushiro—. Le sonrió y volteó la mirada hacia Tanjiro— Ahora hay que esperar a que despierte.

. . .

Abrí los ojos y me encontré amarrado en una cama. Recordé que la tal Tamayo y su ayudante me drogaron.

Intenté romper las esposas, pero por alguna razón no tenía las mismas fuerzas de siempre. ¿Qué me hizo esa vieja?

—Veo que ya despertaste—Entró la vieja con una bandeja en las manos.

—Sueltemé.

—Si lo hiciera lo más probable es que me intentarías matar—. Dejó la bandeja en la mesita de la cama—. En verdad ¿No recuerdas quien eras?

—Soy Tanjiro Kamado, sirviente de Kibutsuji— La miré fijamente—. No sé qué más quiere de mí, pero sea lo que sea ya no existe.

—Tanjiro— Me miró con dulzura—. Kibutsuji te ha borrado la memoria de quién eras antes. Dejame ayudarte, ¿acaso no quieres recordar porque conoces a Kibutsuji?

Me dejó pensando eso ultimo que dijo. Es verdad, ¿como fue que conocí al amo?

—¿Qué va a saber usted de mí? Vieja castrosa.

—¡No le hables así a la señora Tamayo!— Entró el chico de ahorita y me pegó en la cabeza.

—¡Auch! ¿Qué te pasa?

—¡¡¡Insultaste a la Señora Tamayo!!! ¿Y aún así me reclamas a mí?'

—Es su culpa por creerse adivina.

—¡¿QUÉ DIJISTE ESTUPIDO?!— Gritó apunto de lanzarse hacia mí.

—Yushiro—Lo miró la demonio severamente— Sé que tus intenciones son buenas, pero entiende que Tanjiro no tiene memoria. No recuerda porque nos conocemos, ni sus modales.

Dulces sueños - (Tanjiro Demonio)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora