18.

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-¡Dahlia Hodar! ¡Es tardísimo, Dios mío!

Violeta se levantó del sofá como un resorte. Era casi la hora de entrar a clase y seguían en casa de la inglesa. Chiara la miró frunciendo el ceño sin entender muy bien a que se refería la pelirroja. Violeta cogió a Dahlia en brazos que no dudo en quejarse.

-Pero mami, quiero quedarme con Kiki. -dijo la niña haciendo puchero mientras intentaba bajarse de los brazos de su madre.

-Amor, tienes que ir al cole, no hay discusión en esto. -dijo Violeta agarrando con su mano libre su bolso. 

Chiara se levantó y le tendió a la pelirroja su móvil que habia sido olvidado en el sofá. -Se me había olvidado por completo que hoy había cole, nos tendríamos que haber levantado más temprano, perdón.

-Ay, Kiki, no te preocupes, no pasa nada, yo tampoco me he acordado. -La pelirroja estaba casi en la puerta. -Espero que el taxi venga rápido.

Una idea cruzó la mente de la inglesa y no dudo en acercarse a la mesa de la entrada y sacar las llaves de su coche de un pequeño baúl. -Toma, llévate mi coche.

-¿Qué? Kiki, no. ¿Y tú?

-Yo no lo uso mucho, llévatelo, son las 9 ya, si esperas un taxi no vais a llegar ni a la segunda hora. -Chiara se acercó a la chica y le metió la argolla del llavero en su dedo indice, que parecía ser lo único libre que tenía la pelirroja. -No tiene sillita para Dahlia, espero que sepas esquivar a la policía.

La pelirroja rió y Chiara agarró la muñeca de Violeta llevándola hasta el garaje donde un precioso Audi negro las esperaba. 

Dahlia, aún enfadada por tener que irse al colegio, se cruzó de brazos frunciendo el ceño. -No voy a ir al cole.

Violeta miró a su hija elevando una ceja. Dahlia había tenido berrinches antes pero nunca con respecto al colegio. -Oh, sí, vas a ir. 

-¡Quiero quedarme con Kiki! -la niña volvió a cruzarse de brazos acentuando su enfado.

-Kiki tiene que trabajar, no puedes quedarte con ella, amor. -intentó razonar Violeta con ella.

-Además, cuando menos te lo esperes voy a ir a verte, ¿vale? -dijo Chiara intentando ayudar a Violeta. -Esperad aquí un segundo. -La pelinegra salió corriendo de la estancia, subió las escaleras hasta la habitación donde había dormido Dahlia y volvió al garaje. -Así tu me lo cuidas hasta que pueda ir yo a recogerlo.

Entre los brazos de Chiara se encontraba el tigre con el que Dahlia había dormido la noche anterior por ausencia de su querido Señor Oso. Violeta miró a Chiara y negó con la cabeza al recodar la conversación de la noche anterior. 

-Kiki, no... -La pelirroja no pudo terminar su frase ya que el tigre ya se encontraba entre los brazos de su hija.

-Gracias, Kiki. -dijo la niña abrazando el peluche.

-Go, si seguís aquí no vais a llegar nunca. -les dijo Chiara apretando un botón del mando que recolgaba del dedo de Violeta que encendió las luces del coche. Violeta volvió a mirar a la inglesa que no tardó en abrirle la puerta trasera del coche para que pudiera montar a Dahlia y abrocharle el cinturón, después se giró para mirar a Chiara.

-Muchísimas gracias, Kiki, creo que nos estamos aprovechando de tu amabilidad. -dijo la pelirroja cruzándose de brazos.

-Que no... -le dijo Chiara. «Más bien me aprovecho yo de vosotras» pensó. -Son las 9:10...

-Joder. -la pelirroja tiró el bolso en el asiento del copiloto, realmente ella tampoco quería irse de esa casa. Sin pensarlo mucho se acercó rápidamente a la inglesa agarrándola por las mejillas y dejando un corto beso en sus labios para después montarse en el coche a toda prisa.

Shadows.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora