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Chiara abrió los ojos de golpe. La oscuridad que la rodeaba parecía aplastarla, pero pronto notó que no estaba sola. Había un peso inmenso sobre su pecho, impidiéndole respirar con normalidad. Su cuerpo temblaba, no solo por el frío que la envolvía, sino por la confusión que empezaba a convertirse en pánico. Intentó moverse, pero algo se lo impedía. El aire olía a metal, a gasolina y a sangre.

La nieve crujía bajo su espalda, fría y húmeda, empapando su ropa mientras su mente luchaba por conectar los fragmentos de lo que había pasado. Recordaba los gritos, el chirrido de los frenos, el violento choque. Luego, el silencio.

Con dificultad, movió una mano y palpó el cuerpo que la aplastaba. Era el cuerpo de su hermano. -¡John! -susurró Chiara, con la voz entrecortada por el dolor y el terror.

No hubo respuesta. Intentó moverlo, sacarlo de encima, pero su cuerpo estaba inerte, como si todo el peso del mundo recayera sobre ella. El rostro de John estaba tan cerca de ella que podía sentir el débil rastro de su aliento en su piel, pero era irregular, débil, casi inexistente. La nieve seguía cayendo a su alrededor, enterrando lentamente los restos del coche, que yacía destrozado a su alrededor, con sus luces aún parpadeando débilmente.

Un dolor intenso en su pierna la hizo gritar. Tenía algo clavado pero no podía verlo bien por el cuerpo de su hermano. La respiración de John era cada vez más débil y tenía que sacarlo de allí, de alguna manera. Con cada segundo que pasaba, la nieve se acumulaba más, cubriéndolos poco a poco, como si el paisaje blanco quisiera tragárselos.

Chiara podía sentir cómo el frío comenzaba a apoderarse de su cuerpo, adormeciendo sus extremidades, entumeciendo su mente. Los dedos de sus manos apenas respondían, y apenas sentía su pierna derecha.

Luchó por tomar aire, para despejar su mente del miedo. Sabía que si se rendía al frío, si dejaba que la nieve la cubriera, no volvería a despertar. Una lágrima se escapó de sus ojos ante la impotencia. El aliento de Chiara formaba pequeñas nubes de vapor que se desvanecían en el aire helado. -John, please... -susurró, su voz cada vez más débil.

Con un esfuerzo sobrehumano, logró mover su brazo libre, lo suficiente como para tocar el rostro de su hermano. Su piel estaba fría, demasiado fría. Intentó buscar su pulso, pero la sensación de entumecimiento en sus dedos y la desesperación que la consumía hacían que fuera imposible saber si seguía vivo. El miedo se apoderó de ella, un miedo tan profundo y primitivo que la hizo querer gritar, pero su garganta se cerró, sofocando cualquier sonido.

Chiara sabía que no podían quedarse ahí mucho más. Si lo hacían, no verían la luz del día. Pero el peso de su hermano, el dolor de su cuerpo herido y la brutalidad del frío la mantenían atrapada.

Con un último esfuerzo, trató de llamar a su hermano una vez más, su voz apenas un susurro en medio de la tormenta. -John... don't leave me...

-¿Chiara? -una voz la llamaba a lo lejos, una voz que no podía reconocer bien.

-¡Here! ¡We are here!

-¿Chiara? -La voz cada vez estaba más cerca, miró hacia donde parecía provenir la voz pero solo podía ver un manto blanco desde su posición. 

De pronto todo se volvió negro de nuevo, noto como alguien removía su cuerpo y cuando volvió a abrir los ojos había abandonado esa escena nevada para encontrarse un dormitorio algo conocido.

Tenía la respiración agitada, sentía el sudor correrle la frente y un fuerte dolor en su pierna derecha, donde tenía la herida.

-Kiki, solo era otra pesadilla -escuchó la misma voz que antes la llamaba, solo que ahora podía escucharla con más claridad, era Violeta. La morena buscó la cara de la pelirroja y la agarró con ambas manos buscando algo a lo que aferrarse. -Sh, estas bien, solo era un sueño, babe -le dijo pegando ambas frentes y besando una de las manos de Chiara.

Shadows.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora