El sol se filtra por las ventanas y me tapo los ojos con mi brazo. Suelto un gruñido mientras me doy la vuelta sobre la cama de la habitación de mi hotel.
Estiro los brazos, tocando la fría pared aún con los ojos cerrados.
Espera un momento.
Mi habitación tiene un cabezero.
Me siento en la cama de golpe, un poco desorientado, y hasta que no miro a mi lado no es que recuerdo lo que pasó anoche.
Ahí está ella, todavía dormida, con su cuerpo desnudo cubierto solo por las sábanas.
Observo cada curva, cada centímetro de su piel, y joder, sigue siendo tan irresistible como anoche. Me siento en el borde de la cama, sin poder apartar los ojos de ella. Recuerdo cómo gemía, cómo se retorcía bajo mis manos, cómo me suplicaba por más.
Me siento en la cama, apoyando mi espalda desnuda en la pared y observando a mi alrededor. Ni siquiera tuve tiempo para apreciarlo anoche entre tanto calor y pasión.
Las paredes están decoradas con detalles dorados, como si estuviera en una película medieval de esas en las que todos llevan armaduras y hablan en inglés antiguo. La cama es enorme, con sábanas tan suaves que podría deslizarme sobre ellas desnudo todo el día.
Hay un jodido dosel encima de la cama, con cortinas de seda roja colgando, como si estuviera a punto de recibir a la próxima pareja real que se va a casar. Y justo al lado de la cama, hay una puerta que probablemente lleve a uno de esos baños gigantes con bañeras de mármol y cosas así.
Me siento en el borde de la cama y me inclino hacia ella, apartando un mechón de pelo de su rostro mientras duerme. Sus labios se curvan en una sonrisa adormilada, y por un momento me quedo embobado observándola.
Pero entonces siento cómo su mano se mueve, tratando de apartar la mía instintivamente mientras comienza a despertarse. Rápidamente retiro mi mano, como si me hubieran pillado haciendo algo que no debía.
—Buenos días, princesa —le digo con una sonrisa socarrona.
—¿Qué haces aquí? —no me gusta ese tono.
—Me quedé dormido —contesto, apartando las sábanas y poniéndome los calzoncillos—. Lo siento, no fue mi intención quedarme tanto tiempo —me disculpo.
Ella sigue mirándome en silencio, y me doy cuenta de que está evaluándome.
—No te preocupes —dice finalmente, con una sonrisa forzada—. Supongo que también me quedé dormida.
—Debería irme.
Ella asiente, y me levanto de la cama, me visto y me dirijo hacia la puerta.
—Nos vemos —me despido, sin atreverme a mirarla a los ojos.
—Sí, nos vemos —responde ella, su voz suena distante.
Me apoyo en la puerta después de cerrarla, dejando salir un suspiro. ¿Qué demonios ha pasado? ¿Por qué se ha vuelto todo tan incómodo?
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THE ROYAL HURRICANE - CARLOS SAINZ
FanficEn la calma de mi vida, llegó un huracán. No fue uno de esos que anuncian con alertas meteorológicas o que se forman en el horizonte lejano. No. Este huracán se gestó en la quietud de mi rutina, irrumpiendo con la fuerza de un vendaval en mi corazón...