Visita
Minho se sentía agotado apenas se encontró frente a la puerta del departamento de Yang, bajarse y pisar el barrio de Jung en el que vivía le daba escalofríos. Había comprado un pack de seis latas de cerveza de camino, no era suficiente para los dos, pero era mejor que nada. Ingresó la contraseña y entró sin mucho aviso al lugar.
Era un desastre. Las cosas… no estaban desordenadas por completo, pero no parecían estar en su lugar. Había un par de prendas en el piso, algunas medias y un par de botellas de whisky sobre la mesa. A excepción de las luces de la cocina y el baño, las demás estaban encendidas, y el dueño no se veía por ningún lugar.
—¡Yang, traje cerveza! —exclamó, dejando sus cosas en una silla, pero no muy a la vista. No confiaba en que su amigo llegara a tomar sus cosas sin permiso, así que al menos su móvil y sus llaves estaban con él—. ¿Dónde mierda está?… ¡Yang Jeongin!
Lo llamó al llegar a su cuarto. La puerta estaba cerrada y la iba a dejar como estaba. De ninguna manera la abriría sin antes saber que era seguro hacerlo, no quería saber qué clase de cosas pasaba dentro de ese lugar, ni tenía ganas de averiguarlo nunca. Tocó un par de veces procurando hacer bastante ruido, hasta que se abrió.
—¿Qué, qué quieres? —La pregunta hasta le pareció ofensiva. Apenas se veía su rostro y torso medio desnudo, Minho retrocedió un paso y medio, no queriendo tampoco estar lo suficientemente cerca como para saber qué estaba haciendo.
—Tú me llamaste y me dijiste que viniera —respondió, con mala cara. Habían pasado menos de dos minutos de estar allí adentro y deseaba dar media vuelta, volver a la comodidad de su casa y perder el tiempo haciendo cosas más entretenidas, como preparar algo de caldo de res con tofu y arroz, y comer en paz—, ¿Quieres que me vaya?
—No…, espérame un segundo.
No pasó mucho tiempo, gracias a Dios, eso significaba que estaba solo. Se había tratado de peinar, acto seguido a ese, sacó una botella de tequila y otra de coñac. Tomó alguno de los papeles y cosas sin importancia que estaban sobre la mesa y los tiró a la basura, a pesar de aquello, seguía ocupada casi en su totalidad. Tomó un vaso de los que ya estaban allí y se sirvió un trago de tequila. A Minho no le pareció de lo mejor que podría hacer a las tres de la tarde, pero no dijo nada.
—¿Estabas durmiendo? —preguntó, pero no le dejó hablar—. Mejor: no me respondas. No quiero estar al tanto de esa información, me voy a servir algo que tengas en la heladera.
—Ajá. ¿Tu novio te dijo algo de Chan?
—Me dijo que estaba yendo de hostel en hostel porque Changbin no le dejó entrar a la casa —mintió, gracias a lo que Jisung le había dicho, había reunido los suficientes hechos como para distorsionar todo lo que había estado sucediendo hasta ese momento. El más importante era el paradero de Chan. Si nadie sabía dónde se encontraba, no podría realmente encontrarlo ni molestarlo.
—¿Con qué plata? No tiene trabajo.
—¿Me preguntas a mi? ¿No te faltan ingresos en alguna de tus cuentas?
—Chan nunca me tocó un won ni me pidió dinero… aunque, de todas formas debería fijarme.
«Que gran confianza le tiene» pensó Minho, seguro de que podría usar eso en su contra. Estaba al tanto de que la familia Yang no tenía ni un gramo de confianza en Chan —ni en él, aunque tampoco es como si le importara—, pero Yang nunca había expresado desconfianza en Chan, al menos no referido al tema de la plata. Hacerle dudar de eso podría ser un gran pilar que determinaría qué tanto quería volver con él.
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𝐃𝐑𝐄𝐀𝐌𝐒, 𝐏𝐑𝐎𝐌𝐈𝐒𝐄𝐒 𝐀𝐍𝐃 𝐁𝐀𝐒𝐓𝐀𝐑𝐃𝐒 | Chansung/Jeongho
Ficção GeralA Jisung y Minho les cae mal Yang Jeongin, cada uno por distintas razones, pero principalmente porque era insoportable y la peor persona que se habían cruzado. Lastimosamente, era novio del mejor amigo de Jisung y «amigo» de Minho. Estaba harto de e...