Capítulo tres: Día nevado.

90 9 0
                                    

El portal se activó trayendo de regreso a las gemas que estaban en el, todo cubierto de nieve.

– Te dije que el portal no funcionaria. –le reprochó Bismuto a la gema rosa.

– Ya lo sé, pero es que pensé que cabría la posibilidad de que funcionase. ¿Ahora como iremos a capturar a las gemas corruptas? –se lamentó diamante Rosa agarrándose los cabellos.

– Iremos cuando la tormenta pase, o mañana. –sugirió Perla.

–  Está bien... –infló los cachetes y aceptó cabizbaja. – Por lo menos tomemos chocolate caliente para combatir el frío. –dió saltitos hasta llegar a la alacena y se quedó helada. – No hay. –dijo secamente.

– ¿Qué? ¡Pero yo quería la bolsa! –exclamó Amatista abrazando a la diamante por la pierna.

– Yo también quiero. Y no pasaré la noche fría, con calefacción, pero sin chocolate. –alzó el brazo haciendo un puño y se dirigió a la puerta. – Iré a comprar más chocolate. –sentenció y sin más que de añadir, fue a su misión.

– ¿Con qué dinero comprará? –interpeló Bismuto al aire.

– Ni yo lo sé. –respondió Perla. Esa idea la exasperaba.

– Cho-Cho-Cho-calate. Delicioso manjar, lo-loco te pondrá, si manejando vas, el te hará chocar. Cómetelo en trozos o en una caliente taza, cho-cho-cho-calate. Solo disponibles en nuestras tiendas y comerciales. –caturreaba Rosa por las calles vacías de gente debido a la feroz tormenta, que no era la gran cosa para ella, solo le impedía ver bien. – ¡Auch! –se quejó cuando choco contra un barandal. – Es aquí. –dijo para sí misma al ver la tienda de comestibles.

Se puso a revisar los estantes saboreándose sobre todo los fideos instantáneos de diversos sabores.

– Oh, es verdad. Chocolate. –fue a la sección de dulces. Tomo el chocolate en polvo y se fue directo a caja. – Solo será esto. –sonrió agradablemente.

– Serán tres dólares.–respondió de igual forma la joven chica.

Rosa se tanteó los pantalones y sonrió apenada.

– Cierto, no tengo cartera. ¡León! –gritó al aire y rápidamente un portal rosa apareció frente a ella saliendo de este un león rosado. – Buen chico. –le acaricio y metió su mano a la melena del animal sacando mucho, muchísimo efectivo. – Tres dólares. –dijo al final con simpleza entregándole un dólar.

– P-Pero esto son diez dólares. –dijo la chica, más sorprendida por el león que por el exceso de pago.

– Pues quédatelo. –respondió y estaba a nada de salir cuando una voz le llamo la atención.

– Sabía que esa voz era de alguien conocido. –Greg apareció en escena con una bolsa de compras y un abrigo.

– ¡Greg, hola! –saludó emocionada Rosa yendo a abrazarlo. – ¿Qué haces aquí con esta tormenta? Podrías resfriarte.

– Solo vine por unas cosas cosas para comer mientras estoy en casa de Vedalia. –sonrió y alzó la bolsa con comestibles. Fideos instantáneos, cereales, panes y leche. Ningún embutido.

– ¿Qué pasó con Vidie? –se extrañó encurvando el entrecejo.

– Se fue de vacaciones con su esposo y Crema Agria. –respondió saliendo de la tienda. Todo su cabello le pegó directo en la cara a Rosa, sin importar que sea alta. – Siento eso.

– No importa. La tormenta empeoró. ¿Esperamos a que pase o…?

– ¡… O vamos corriendo! –le interrumpió y se fue a todo dar en dirección al hogar de su amiga.

– ¡Hey, espera! –la diamante le siguió el paso sin mucho esfuerzo. Y estaban a nada de entrar a la casa cuando escucho un horrible ruido entre todo el sonoro de la tormenta.

– ¿Pasa algo? ¡Entremos. Nos vamos a congelar! –gritó el hombre manteniendo la puerta abierta con la pierna.

– ¡Tú entra! ¡Yo iré a ver algo! –le respondió de la misma forma y se fue de un salto de más de ocho metros de altura en dirección al bosque.

– Sigo sin poder creer que haga eso como si nada… Ni sé por qué digo esto. Salgo con una mujer gigante de otro planeta.

<>•<>•<>•<>•<>

– ¿Qué será ese ruido? –se preguntó para sí misma caminando con cautela entre toda la maleza del bosque. Y la nieve no ayudaba mucho, que digamos. – Suena como un llanto… –sus palabras fueron frenadas por un rugido. – ¿Una gema corrupta? –se alarmó e invocó su escudo y salió corriendo rápidamente.

El espantoso sonido de un llanto se intensifica cuanto más se acercará y finalmente… Allí llegó. Un Jasper Rodado bestial se dió la vuelta al sentir otra presencia y se preparó para embestir.

– Jasper Rosado… –susurró con una mezcla de sorpresa y arrepentimiento. – Lo siento… Te ayudaré a acabar con esto. –la lágrima que se resbaló por su mejilla hasta caer al suelo hizo crecer una margarita en el feroz tiempo y lanzó su escudo a la gema dando justo en el blanco. Pufeandola y cayendo su gema al suelo.

– Lamento no poder regresarte, Jasper Rosado. –se acercó a ella y la guardo en una burbuja llevándola al templo. Volvió a escuchar el llanto.

Había frente a ella una canasta, de tamaño promedio, boca abajo. Seguramente Hexinite le dió la vuelta por la marca de garras.

Se acercó lentamente a esta, se agachó y la tocó con el dedo, mirandola con curiosidad. No podía esperar más. Ese ruido era desgarrador para sus oídos. Destapó la canasta y…

– …Santos asteroides… –se quedo anonadada por lo que estaba en el interior de está.

Un bebé humano.

Un diminuto bebé humano con una gran herida en su espalda, por el ataque de la gema y una extraña cuerda saliendo de su ombligo.

– Ay, no puede ser… –masculló al ver el deplorable estado en el que estaba el infante. Es que hasta tenía menor tamaño que Crema Agria, según Rosa. Era algo grave. Con nula experiencia, lo cargo y, debido al remolino de emociones, soltó unas lágrimas que curaron al niño en segundos. No dejó de llorar, pero al menos disminuyo.

– ¿Qué clase de persona deja…? –espetó con rabia y apretujo al menor. ¿Qué clase de ser inhumano y tan cruel deja a una criatura inocente morir en el frío de este día? No sabía que hubiera pasado si no llegaba a tiempo, pero no quería dejarse llevar por la lógica y sacudió su cabeza para despejar esa horripilante idea.

– No puedo dejarte aquí, pequeño. –se levantó aún con el infante en brazos. – Te llevaré conmigo. Seguramente Greg sabra que hacer. –y se marchó de un salto. Asustando al menor y que se ponga a llorar frenéticamente, de nuevo.

No podía esperar a que Greg viera lo que encontró en el bosque. Y quería respuestas. De veras, ¿quién era capaz de algo así?

<>•<>•<>•<>•<>

AHGLSOCNDKSSNDLLAOSKS. *Se atraganta* ¡Ya apareció Steven, sí! No puedo esperar para escribir a Rosa como mamá primeriza de un humano. ;)

Tomen awa. :v.

Steven Universe: Locuras familiares de las Gems Donde viven las historias. Descúbrelo ahora