Capítulo siete: El primer desastroso cumpleaños de Steven.

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– Abre la boquita, Estrellita…  –canturreaba Rosa moviendo la cuchara de un lado a otro.

Steven veía todo con ceño fruncido y esquivaba la cuchara como si su vida dependiera de ello.

– ¡Bah! –balbuceó enojado y le dio un manotazo a la cuchara, la papilla de durazno fue directo a la cara de la Diamante, pero logró evitar ensuciarse invocando su escudo.

– ¡Rosa, mira lo que hice! –Amatista le tiraba del short tratando de llamar su atención.

– Un momento, Amatista. Estoy en la mayor guerra de mi vida. –frunció la frente y miro con los ojos entrecerrados al menor.

– Comparada con la anterior pues no lo parece. –masculló la gema pequeña que hizo un puchero con los labios y se cruzó de brazos sentándose en el suelo.

No era justo. Desde hace doce meses y quince días toda la atención, los cariñitos y cosquillas pasaron de ser de ella a ese mini y delicado humano. ¡Ella conocía a Rosa desde hace seis mil años antes! Cuando le prohibieron ir a las misiones para quedarse a ayudar a la Diamante con el cuidado del bebé fue el colmo. Los bebés eran una molestia, por ese bebé albino su amiga humana dejó de pasar tiempo con ella.

– Amatista, ¿podrías preparar la bañera? Por favor–pidió la Diamante de mala manera restregándose la cara en el lavaplatos. Steven volvió a ganar la batalla importándole poco ensuciarse de papilla.

– Ya voy…–dijo pesadamente arrastrando los pies.

Escuchó el grito de Rosa y rápidamente saco su látigo de su gema y salió del baño.

– ¿Qué pasó? ¡¿Apareció una gema corrupta?! –su tono era más de emoción que pánico.

– ¡Que alguien traiga una cámara! ¡Yo no puedo  ni moverme! –Rosa aplaudía con estrellas en sus ojos agachada de puntitas. Lo que pasaba era lo mejor que vio en su vida.

Y vio el nacimiento de una jirafa.

Solo se volteó por unos instantes para buscar unos patitos de hule luego de dejar a Steven en el suelo y cuando sintió algo apretujar sus piernas bajó la mirada y santos asteroides…

¡Steven estaba parado! ¡Parado! ¡De pie!

El azabache alzó sus bracitos tambaleándose hacia atrás por soltarse del agarre, pero logró mantener el equilibrio.

– ¡! –balbuceó con tono alegre y una sonrisa.

– ¿? ¡! ¡Mamá! –lo alzó al aire entre risas. Le importaba casi nada el idioma en el que dijera su primera palabra, pero que sea "mamá" ya estaba en otro nivel. – ¿Grabaste algo, Amatista? –dirigió la mirada a la gema.

– No me dio tiempo, pero la bañera está lista. –dijo sin mirar directamente a Rosa, cruzada de brazos.

– No importa. Se podrá hacer más tarde. ¡Vamos a darte un baño súper especial por aprender a levantarte, Estrellita! –daba vueltas emocionada, pero el sonido de la puerta abriéndose detuvo sus vitoreos.

– ¿Cuál es el motivo extra de celebración? –entró Greg con una bolsa de globos y confeti.

– ¡Steven aprendió a levantarse! ¡Pronto podrá caminar! ¿No es asombroso? –se acercó al humano e intercambiaron lo que tenían en brazos. – ¿Para qué es todo esto? –consultó poniendo las cosas en el mesón.

– ¿Con un año ya sabe levantarse? Woah, eso sin duda hay que celebrarlo. –exclamó sorprendido dejando al menor sentado en el suelo frente a sus pies. – ¿Podrías mostrarme como lo haces, Stevo? –dijo con voz aguda y sacó una cámara.

Steven Universe: Locuras familiares de las Gems Donde viven las historias. Descúbrelo ahora