Capítulo nueve: Niños perdidos.

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Con dos años la inteligencia de su hijo le impresionaba. Y le causaba ciertos… inconvenientes.

Sabía que Rosa le hablaba a Steven en un idioma diferente cada hora, pero no sabía que Perla también se había interesado en la educación del pequeño, pero el inconveniente era el idioma que le hablaba: Perla le hablaba en el idioma Gema. Y aunque sonara igual que el inglés, no entendía ni una sola palabra. Y a Steven le dio la gana de hablarlo solo con las otras gemas que no fueran Rosa y él. Por lo que le tocó aprender poco a poco el idioma materno de Steven, junto con ayuda de Garnet y Bismuto.

— ¿Listo para un grandioso fin de semana con tu genial papá, Stevo? —al darse la vuelta para cargar al menor, que juró haberlo dejado en el suelo, pero no estaba allí. — ¿Steven? —barrio con la vista la camioneta a ambos lados, pero no había señal del azabache.

— ¡I gail! —"¡Te tengo!", exclamó el bebé agarrando a su papá de la cabeza. El mayor solo le hizo dar una voltereta sobre él para acabar al frente en sus brazos.

— Sí, me tienes. Bien hecho. —sonrió divertido y le dio cosquillas en la pancita con la boca haciendo que Steven suelte estruendosas risas. Seguía sorprendiéndole que él pudiera trepar por su cabello sin que lo sintiera. — ¿Quieres ir a un lugar divertido? —interpeló con expectante con una mirada graciosa.

— ¡Farg! —"¡Parque!" Fue lo que dijo el azabache y alzó los brazos al aire con emoción.

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Divertilandia. Un parque de atracciones lleno de juegos de cualquier tipo, comida y llena de risas. Y una que otra persona vomitando en la montaña fugaz(1).

Greg y Steven tomados de la mano paseaban por el sitio mientras que el menor saltaba de alegría viendo todos los juegos y lo apetecible que se veían los dulces.

— Bien. ¿A dónde quieres ir, Stevo? ¿El carrusel? ¿Los columpios giratorios? —recomendó mirando de reojo al pequeño.

¡Teark! — "¡Oso!" Señaló emocionado dando saltitos eufóricos en su sitio.

— Ah, ¿el oso de peluche? —dijo yendo al puesto de juego en donde estaban colgados varios peluches y juguetes a los costados.

— ¡Hola, Greg! ¿Qué te trae por aquí? ¡Oh, hola, chiquitín! —un hombre moreno con calvicie le dio una gran sonrisa al menor y éste se la regresó. — Parece que estás ocupado. —alzó una ceja con diversión.

— Sí, algo así. —Greg rió y le dio un dólar. — Una, por favor.

— Tienes solo una oportunidad. —dijo el Señor Sonrisas entregándole en arma de juguete color azul.

— Esto será pan comido. Observa a tu papá, Stevo. —le guiñó un ojo con una sonrisa y disparó.

El patito sobre la botella no cayó. Y Steven frunció el ceño.

— Okey, okey. La próxima será mejor. Otra. —dijo algo frustrado por fallar el tiro entregando otro dólar. El Señor Sonrisas le entregó otra bala de goma.

Viendo como su papá no lograba tirar el pato con los cachetes inflados, desvió la mirada a los juegos y vio algo que le llamo totalmente la atención yendo hasta ella sin avisar.

— ¡Gatolleta! —exclamó alegre viendo la carátula de la galleta con forma de gato en la pared frontal del puestito, su bocadillo azucarado en vez de tener el interior blanco con rosa, era de color naranja, con la reconocible fruta anaranjada.

— Hola, pequeño, ¿quieres probar una? —consultó dulcemente la muchacha en el puesto con una sonrisa amable. Al ver como el menor asentía con emoción le dio una. — Es un regalo. —eran muestras gratis.

Steven Universe: Locuras familiares de las Gems Donde viven las historias. Descúbrelo ahora