Especial: Día de las madres.

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Edad actual de Steven en este especial: Doce años.

Siempre quiso llevar a Steven a la escuela humana. No solo para que aprendiera, en ese momento ya tendría conocimiento de un profesional en astronomía, matemática, herbología, biología, sin contar gastronomía y relaciones políticas, (ser la colonizadora de la Tierra traía pros y contras). Pero mayormente la razón principal era poder comer algo rico, sin la necesidad de cocinar, en los eventos escolares… ¡Y por la socialización de su hijo, claramente está por encima de todo!

Pero las clases que ella misma le impartía bastaba. Osea, ¡con doce años ya sería capaz de entrar a cualquier universidad! Excepto medicina, Steven todavía no sabía cómo rayos hacer lo que hacen los doctores sin la saliva sanadora de su madre.

Suspiro luego de llegar de una misión y atrapar a unas cuantas gemas corrompidas.

– ¡Steven, ya volví! –sin respuesta y sin abrazo sorpresa. – Huh. Debe de estar donde papá. –sonrió y se dispuso a hacer el almuerzo.

Mientras que con el hijo humano de nuestra diamante…

Steven estaba soltando chillidos exasperados en posición fetal acunándose de un lado a otro, (agradecido con el de arriba que no estaba rosa).

– Nada de cartas, dibujos, aventuras mágicas, día o pijamada madre/hijo, día de spa, ropa, ni una canción, le fascinan las canciones y lo sabes bien, ¿le preguntaste a tu amiga sobre otras opciones? –enumeró Greg acariciando la espalda de su hijo en forma de consuelo.

– ¡Es que quiero que sea algo especial! –exclamó sentándose golpeando el duro suelo de metal con las palmas de las manos. – Ella es genial,  increíble e inteligente, ¡y es la mejor mamá que podría haber pedido! –alzó los brazos en el aire y su ojos brillaron con estrellas. – No quiero que sea algo común y sencillo como siempre. Quiero que sea grande y emocionante. Que se grabe en su memoria por todos los años que viva. –sonrió con determinación.

– Ay, Stevo. ¿Qué vamos a hacer contigo? Eres muy buen chico. –el mayor le revolvió los azabaches cabellos. – Bien. ¿Qué te parece… –Greg vió al rededor buscando algo en lo que inspirarse, pero no era la gran cosa, estaban en una camioneta. Su mirada choco contra la cocina eléctrica que tenía y se le vino una idea. – ¿Qué te parece crear un sabor inolvidable? –recomendó  con la  esperanza de que aceptara.

– Eso es… ¡una gran idea! No sé por qué no lo había pensando antes. –se palmeó la frente por tal blasfemia. – Bien… ¿Qué cosas le gustan? Eh… de todo un poco… ¿y qué se podría hacer? –comenzó a dar vueltas sobándose el mentón tratando de pensar en algo.

– ¿Un pastel? Quizás. –sugirió alzando los hombros.

– ¡Si! ¡Eso mismo! ¡De diez capas, cada uno de un sabor diferente! –chasqueó lo dedos y le dió un fuerte abrazo por el cuello. – Gracias, papá. Iré a buscar a las chicas, tal vez me ayuden a hacer uno. –se despidió con la mano y salió de la casa/camioneta.

– ¡Chicas! –gritó al llegar abriendo la puerta de una patada.

– ¡Hey, Stevo! ¡Vamos a almorzar! Es lasaña. –canturreó saludando la gema morada.

– Hola, estrellita. Está vez me contuve y no le agregue mayonesa. –sonrió apenada la diamante mostrando la bandeja.

La sonrisa instantáneamente se le borró al oír a su madre sin importar que haya  cocinado su segunda comida favorita. Por lo menos en su día ella preparó su propia comida favorita número uno. Se acercó a las otras gemas de cristal y las agrupó en un círculo, susurrándoles.

Steven Universe: Locuras familiares de las Gems Donde viven las historias. Descúbrelo ahora