Capítulo seis: Enfermedades humanas.

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Las carreras de autos en territorios arenosos, llenos de lodo y a veces hasta en montañas que se volvieron popular recientemente hacía que los vehículos acabarán dañados, o en la mayoría de los casos, bastante sucios. Lo que significaba…

Mucho trabajo en el único autolavado de Ciudad Playa. Mucho trabajo para el único empleado de dicho local.

No podía cuidar de Steven ese día.

– La leche en fórmula ya está en los biberones, hay que dársela cada tres horas, tibia, no caliente, tibia. No zarandearlo mucho, hay que tener cuidado con un bebé tan pequeño. –para las gemas pequeños significaba su tamaño. Para Rosa, sabía que pequeño era el tiempo de nacido. – No acercarlo a olores fuertes, ni al maní, no sabemos si es alérgico. Ya sabes cómo cambiar un pañal y luego de darle de comer darle palmaditas en la espalda, luego de que eructe se va a ir a dormir y, y… –sentía que le faltaban otras cosas que agregar y/o advertir, ser específico con estas cosas para unas extraterrestres era lo más importante en su lista de pendientes, pero un tierno beso en los labios de parte de la diamante lo hizo callar.

– Está bien. Estaremos bien. Ve a trabajar sin preocupaciones. Steven estará a salvo con nosotras. –Rosa le dió una sonrisa reconfortante y le habló en su sereno tono de siempre.

Perla que dejo de anotar cosas en una libreta y volverla a meter a su gema se acercó y dijo estoica mirando hacía otro lado.

– Ya tenemos todas las indicaciones. Si todo sale bien no hará falta que estes azarado. Cualquier cosa estamos al tanto del teléfono. –su voz fría le daba un escalofrío que recorría la espalda de Greg, pero de algún modo le relajó.

– Bueno. Me voy, lo que sea que pase y se salga de las manos me llaman. –se despidió haciendo el logo de paz y arrancó la camioneta.

– ¿Emocionado por tu primer día entero con mami Rose? –la diamante le dió mimos con la nariz en la cara al azabache, haciendo que soltara unas risitas.

– ¿Mami Rose? –repitió la gema de crestas aguantando la risa por tal apodo para si misma. – Nunca creí escuchar ese nombre de nuevo.

– No está mal recordar y honrar el pasado. –comentó Garnet.

– Bien, como sea. Entremos, ¡tengo en mente muchas cosas divertidas para hacer con Steven! –exclamó con emoción la gema rosa poniendo a Steven sobre su cabeza. El mencionado se hundió un poco en el cabello de la mujer.

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– Vamos, Estrellita, has algo para la cámara. –canturreó Rosa moviendo la cámara de un lado a otro mientras que el menor estaba acostado en una alfombra rodeado de muchos juguetes y cosas suaves. – Tú puedes hacerlo. –alentó chillando. No quería que su día de compras exhaustiva se fuera por el caño.

– ¿Por qué no hace nada? Es lo más fácil del mundo. Agarrar, soltar, alzar, tirar. Agarrar, soltar, alzar, tirar. –Amatista repetía lo dicho frente al azabache quien solo miraba cada movimiento.

– No lo sé. El libro dice que tiene que desarrollar su motricidad fina, pero lo único que hace es sostenerme el dedo. –habló Rosa tomando el libro sobre bebés que compro también entre todo su frenesí de compras, (Perla se lo recordó) y llevaba un dedo a la cara del menor y este mismo lo agarraba.

– Rosa… estás en la página de bebés con un año. Steven solo tiene unas semanas. –señaló la gema celeste acercándose y agarrando el libro.

– Oh, error mío. –desvió la mirada con una risa apenada.

– ¿Y qué se supone que haga? –Amatista estaba de mal humor. Solo vigilar que un bebé no se meta cosas a la boca era aburrido.

– Solo comer, dormir y defecar. –respondió Bismuto que estaba detrás de Perla viendo el libro.

Steven Universe: Locuras familiares de las Gems Donde viven las historias. Descúbrelo ahora