Capítulo 5 "Paparazzi"

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Asteria miraba las flores y cortaba las más bonitas a su pareces, aquella que para ella fueran perfectas para tener en su habitación; sin embargo, a veces se detenía en algunas que estuvieran más dañas simplemente para admirarlas, se acercó al ros...

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Asteria miraba las flores y cortaba las más bonitas a su pareces, aquella que para ella fueran perfectas para tener en su habitación; sin embargo, a veces se detenía en algunas que estuvieran más dañas simplemente para admirarlas, se acercó al rosal llevándose una enorme sorpresa que este ya tenía algunos escorbutos como sí estuvieran listos para salir, dando la noticia que el rosal estaba a punto de dar sus primeras flores. Asteria sonrió orgullosa que después de tanto tiempo su rosal por fin le daría rosas.

La castaña recogió algunas flores más pensando en lo que había pasado los últimos días, su madre ni siquiera le dirigía la mirada y siempre estaba haciendo todo lo posible para no estar en la misma habitación de su hija, ella incluso llegó a escuchar a su padre haciéndole un llamado de atención a su esposa, pero la mujer solamente se limitó a decir:

—Esa niña ingrata y mal agradecida no es más mi hija, no le veo la necesidad de hablarle.

Aquellas palabras le habían dolido en todo su corazón a Asteria, había preferido mil veces que su madre le insultara u ofendiera a que tenga que tratarla como una extraña. Todo el asunto había escándalo hasta el punto que Venus mandaba al pobre ama de llaves para darle los mensajes, la mujer pelirroja no tenía ni idea de que poco a poco su comportamiento le hacía sentir a Asteria más despreciable y que no valía la pena como una persona, así que ahora la pobre chica se la pasaba todo el día en el invernadero refugiándose entre las flores, con sus perfumes, sus múltiples colores, sus tamaños, sus texturas, en aquel lugar solamente era Asteria sin apellido que tuviera un gran peso en la sociedad, para las flores era simplemente otro ser existente que compartía el espacio.

Escucho unos pasos detrás de ella, pesados como los de su padre, los de su hermano o los del jardinero, que le ayudaba a cuidar de las flores.

—Solo un momento— Dijo ella suavemente mientras cortaba el tallo de una lavanda con las tijeras de jardinería y la ponía en su canasta junto a las demás flores, al darse la vuelta se sorprendió al ver que la persona no era quien ella había pensado, sino que más bien era Coriolanus que llevaba un traje el cual a simple vista ella podría pensar que es de un color negro, pero gracias a los rayos de luz de medio día que entraban por el techo acristalado se dio cuenta de que brillaba en un azul muy profundo.

Asteria se alisó el vestido rojo que llevaba con delicadeza mientras se limpiaba la tierra con un pedazo de tela que colgaba de su cintura, se llevó un mechón de cabello detrás de su oreja y miro a Coriolanus con la mirada más fría que pudiera salir de sus ojos, por su culpa su madre la había golpeado y era algo que nunca iba a olvidar con tanta facilidad.

—Buenos días, ¿Puedo ayudarle en algo? — Pregunto Asteria, de la manera más política que ella conocía, se aferró a su canasta de mimbre para evitar decir algo que no quería, las comisuras del rubio se levantaron un poco y dio un paso más cercas hacia la castaña, pero ella retrocedió.

—Por favor, tutéame solo soy un año mayor que tú— Le pido él a ella, Asteria lo miro por un segundo para después desviar su mirada a otro lado del invernadero de cristal, Coriolanus decidió dar un paso más cerca hacia ella, se aclaró la garganta para después tomar aire profundo, tenía que tocar el tema por el que de verdad venía. —Quisiera invitarte a una cena esta noche, hay un restaurante exquisito cercas del Corso que tiene unas vistas hermosas a la ciudad.

Enchanted (Coriolanus Snow) +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora