Capítulo 8

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"Tan solo quedan sombras, cenizas y borrosos recuerdos, de lo que una vez fuimos" -lpl.

Combates externos e internos. Llenando mi cuerpo de ira y alma de rabia. Fortaleciendo los músculos, mente y sentimientos. Creando una mujer en un cuerpo de adolescente. Cambiar mi forma de sonreír por máscaras frías. Capaz de hielo que sean inquebrantables. Batallas que debo ganar. Mentiras que crear.

Puedo seguir, me miento. Me he perdido lo siento. Destruí mi verdadero yo. Para convertirme en el verdugo de muchos. El pasado dolió. El presente me mata. Esperando con esperanza, el futuro que soñaba.

-¡Vamos! ¡Arriba esos brazos!.

Mi coach me grita cómo moverme. Cómo cubrirme. Estoy en el patio trasero, entrenando. Si creía que la FEECN era una tortura. Esto es la crucifixión. Levantarme a las cuatro, dormir temprano. Leer documentos, conocer patrimonios nuevos. No he visto a mi familia. Aun estando bajo el mismo techo. Quinientos de sentimientos que entierro. Lágrimas que contengo. Me aislo en silencio, en la oscuridad me encuentro.

-Estoy cansada -susurro al golpear el muñeco de pruebas.

-¿Crees que el enemigo espera por tí? ¿Qué será piadoso? -se burla el muy idiota-. ¡Deja de ser una niña! ¡Son las mafias! ¡El mundo real!.

Pero sólo soy eso... Una niña

No somos niñas. Lo fuimos. Niñas que nos arrebataron la infancia. Niñas que tuvimos que crecer y madurar antes de tiempo. Niñas a las cuales, les cayeron responsabilidades más grandes que ellas. Niñas que sobrevivieron el abandono y sufrimiento. Ya no soy una niña. Tampoco recuerdo la última vez que lo fuí. Pero una parte de mí se niega a creer. Sigue soñando. Sigue luchando. Con la esperanza de cambiar la historia.

Sin dolor. Sin sufrimiento. Mis golpes se hacen más constantes al muñeco. Sin engaños. Sin mentiras. Golpe, tras golpes. Lágrimas fluyendo por mi cara como río bravo. Estaremos bien. Seremos felices. Ya no habrá miedo. Deudas. Sólo la felicidad de una familia completa.

Sensibilidad, mis nudillos envueltos en vendas. Vendas rojas y sucias. Mi cabello en trenzas, la ropa de gimnasia, mi visión se nubló, mis gritos sonaron. No al exterior. Sino al corazón.

-¡¿Entendiste?!.

-¡Si maldita sea!.

El último golpe terminó de quebrarme. La cara del muñeco estaba roja. Mi mano tiembla y mis ganas de matar aumentan. ¿Cómo vives? ¿Cómo mueres? ¿Cómo puedes seguir viviendo si cada día mueres?.

-Ahora vamos con...

-Una mierda -digo furiosa-. Iré a ducharme para luego comer. Me vale mil hectáreas de mierda si le dices a Argent o no. Es tu maldito problema. Estoy exhausta, huelo mal y mi mano sangra. Queda con la boca abierta mientras paso por su lado. Si piensa que seguirá gritándome toda la puta mañana, se equivoca.

Tomo mi ducha en calma. La tina está llena. Mis nudillos tienen la carne viva. Palpita. Decidí agregar especias al agua. Pétalos de rosas. Las amaba. Las rosas para mí significan fuerza. Dolor. Belleza. Es hermoso ver algo que quieras estrangular y no poder. Sumergo completamente mi cuerpo bajo el agua. Ahogando las voces en mi cabeza. Los susurros que me atormentan.

Existen demonios en el mundo real. Y están más cerca de lo que creemos... Porque nosotros, somos ellos.

Mis pulmones se cierran, la presión en mi pecho por salir me advierte. Más no accedo. Abro mis ojos bajo el agua, es como si estuviera llorando. El campo de visión borroso. El sentimiento que me mata lentamente. Y justo cuando mi cuerpo está por sufrir los espasmos, salgo. Inhalo con fuerza y exhalo. Tosiendo con fuerza. Limpiando mis ojos. Me cubro con la bata de baño y voy al espejo. Tengo el rostro cansado. Ojeras que me hacen lucir como un mapache. Sujeto el cepillo para peinar mi cabello mojado. Me lleva un tiempo, pero lo consigo.

2:Argent [El origen de la muñeca]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora