Capítulo 21: Caminos por recorrer

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–¿Cuánto crees que falta para llegar? – Le pregunta Margaret a Kate, ya cansada de andar por el camino oculto entre los arbustos.

–No lo sé...ya con este es el segundo día de viaje y según el Piromántico mencionó que eran cinco, así que prefiero no hacerme ilusiones y sólo caminar–Respondió la chica.

–Pero, ¿Acaso no son cinco días a paso normal? Nosotros estamos avanzando a paso lento, con una dragona herida y sólo anoche pudimos avanzar un poco más, pero sin poder tener tiempo para descansar más allá de lo necesario...ya va una noche y me siento agotada... –Menciona Margaret, con un profundo suspiro final.

El grupo decidió partir a la mañana siguiente del ataque de Nathaniel, pero con ciertas precauciones. Durante el día avanzaban a paso lento, por el temor de que el brujo les volviera a atacar mientras están débiles, pero cuando ya empezaba el atardecer, el grupo apuró el paso y aprovecharon la noche para avanzar un tramo largo, lo suficiente como para no intentar atrasar el paso; pero con una dragona que tiene un ala herida, las cosas se dificultaban aún más. La dragona daba un paso por cada cuatro o cinco pisadas humanas y eso siempre le hacía ir por la delantera, cosa que dificultaba al grupo y se llevaba una reprimenda mental por parte de Alabaster para que redujera aún más el paso y le diera tiempo al grupo de avanzar.

Así también, el ala herida de Ladonys resultó ser un problema más grande. Una de las flechas incrustadas fue a dar con una membrana que se unía al fino hueso del ala de la dragona; por tanto, su herida pasó a ser un ala rota, la cual podía empeorar si no recibía un tratamiento adecuado. Tanto Alabaster como Thomas, con sus nuevas habilidades y el poder que desataba la espada de Arthenak intentaron curar el ala rota de la dragona, pero su energía era insuficiente, ya que el hueso en sí tenía una rotura y se debía ser muy cuidadoso con esa parte, ya que un hechizo mal pronunciado podía componer el hueso de forma incorrecta y así Ladonys perdería la capacidad de volar para siempre.

–¿Cuánto nos falta para llegar, Piromántico? –Pregunta Alabaster, un tanto preocupado por todo lo que sucedía.

–¿Sabes? Estos caminos no los recorría hace años, así que mis cálculos podrían no haber sido del todo...correctos–Respondió Bastián, con una tímida sonrisa en sus labios, mezclado con temor al ver el rostro cambiante de Alabaster.

–Acaso....¿Acaso me quieres decir que...que no llegaremos en cinco días, como lo prometiste? –Alabaster cambió su semblante de la preocupación a la rabia contenida.

–Sólo...Sólo relajémonos, ¿Si?...Es tan sólo una ligera demora...

–¿Cuántos días?

–.....cinco más...–Respondió temeroso, el Piromántico.

–¿CINCO DÍAS? –Le gritó mentalmente el hechicero, haciendo retumbar su conciencia contra la de Bastián.

–¡Hey! ¡Eso duele! –Le gritó Bastián al hechicero y todos se detuvieron y les quedaron mirando con curiosidad, ya que iban en la delantera del grupo, caminando tras Ladonys.

–¿Qué miran? No ha pasado nada, ¿No es así, Piromántico? –Mencionó Alabaster, con un intento de sonrisa mirando a Bastián con ojos de fuego.

–Cla...Claro, sólo estábamos...hablando sobre nuestras experiencias y...nuestro querido y amable Alabaster mencionó una acción particularmente...dolorosa y pues...esa fue mi reacción...–Justificó Bastián, con una tímida sonrisa en los labios, bajo la atenta mirada del hechicero. El grupo asintió con una mirada curiosa y un tanto divertida, para luego seguir caminando.

–Para la siguiente ocasión, procura inventar una excusa más creíble, Bastián.

–¿Habrá una siguiente ocasión? De ser así, prefiero cederte el puesto de guía, a menos que quieras oír mi plan B.

Las Crónicas de Ghildeón 1: El gran ViajeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora