Capítulo 5: Un mundo desconocido

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Margaret y Kate avanzaban por el obscuro camino rodeado de árboles, Kate iba en la delantera alumbrando el camino con una linterna y Margaret iba detrás, aferrada a su amiga. A sus alrededores había carteles repartidos por todo el camino: Clavados a los árboles y enterrados en el suelo, cada uno advirtiendo el peligro que se avecina si continúan caminando.

–Este camino parece interminable–Mencionó Margaret, caminando atrás de su amiga.

–Lo sé, pero si Angel pasó por aquí, es porque debe tener algún final. –Respondió Kate con seriedad. Margaret nunca había visto a su amiga tan seria y segura de sí misma. Margaret y Kate han sido amigas por muchos años, han pasado aventuras juntas y cada una conoce los secretos de la otra, pero nunca en todos estos años de amistad había sentido que ella pudiera tener tanta decisión para poder conseguir lo que deseaba, aún cuando su propia vida corría peligro a lo desconocido.

–¿Y quién crees que haya colocado estos carteles? Son bastantes...–Mencionó Margaret, intentando buscar algún tema de conversación con su amiga mientras avanzaban.

–No lo sé, pero quién quiera que fuese, definitivamente no desea que avancemos hasta el final. Pero si piensan que con unos carteles me van a detener, están muy equivocados. –Respondió Kate, pensando solamente en su hija.

El lugar en el que se encontraban caminando era un camino rodeado totalmente de árboles, de tal manera que ni un solo rayo de sol pudiera traspasar la gruesa capa de ramas y hojas que se había formado, dejando ese único espacio libre en el que ambas mujeres transitaban. El camino estaba repleto de aquellos carteles; algunos indicando que esa era una zona peligrosa, otros en los que incluso mencionaban algo de una zona minada, ya como última advertencia a aquellos curiosos que se atrevieran a cruzar el camino, como Angel.

Luego de caminar por varios metros más adelante, finalmente las dos amigas llegaron a la salida del camino, pero grande fue su sorpresa al notar que se había hecho de noche, pues miraron hacia el cielo y sólo hallaron un cielo repleto de estrellas fulgurantes, quiénes adornaban el manto celestial, y como única luz –fuera de la linterna de Kate– estaba la luna, la cual alumbraba el lugar en el que se encontraban con su tenue brillo, dándole un tono mágico. El lugar en el que ambas se encontraban tenía otra particularidad: No había nieve. Se encontraban en una gran planicie circular que tenía un radio aproximado de 5 kilómetros, rodeado en su totalidad por árboles, cada uno con sus hojas totalmente verdes, como si el paso del otoño y el invierno no hubieran hecho nada sobre ellos. Ambas chicas se encontraban asombradas y no daban crédito a lo que estaban viendo, pues su cerebro no lograba procesar el cambio radical que observan a su alrededor. El suelo a su alrededor estaba lleno de pasto completamente verde, pero lo último que llamó la atención de las chicas, fue que a unos 10 metros delante de ellas se extendía un camino en donde el pasto había sido cortado, se le habían colocado vallas a los costados y ese camino –que se extendía por unos 30 metros más adelante– llegaba hacia una cabaña, la cual tenía sus luces apagadas. Kate y Margaret seguían sorprendidas por este precioso –y extraño– lugar, pero la sorpresa de Kate se convirtió en terror al ver a su hija Angel, desmayada en el inicio del camino que llevaba a la cabaña.

–¡ANGEL! ¡HIJA MÍA! – Gritó Kate y corrió donde su hija. Margaret le seguía detrás, aún un poco ida con todo lo que habían encontrado. Kate se acerca a su hija, la toma en sus brazos y la mueve, intentando hacerla reaccionar; pero ella no reacciona. Margaret coloca su oído en el corazón de Angel y se alivia al notar que sigue latiendo.

–Hey, Kate...¡KATE! – Le grita Margaret a su amiga, que aún seguía moviendo a su hija para que reaccionara. –Si sigues así, la dejarás peor de como la encontraste, detente. –Toma a Kate del brazo y la tranquiliza; pero en el momento en que Angel vuelve nuevamente al suelo, una luz dentro de la cabaña se enciende y se ve la sombra de una persona que se dirige a la entrada. Kate y Margaret toman a Angel y la levantan, con la esperanza de que aquella persona les pueda ayudar.

Las Crónicas de Ghildeón 1: El gran ViajeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora