Capítulo 14: Las huellas del sendero

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Los tres chicos siguieron su caminar por la vía oculta del Piromántico, hasta que luego de unos metros, llegasen al camino común, por el cual transitaban mercaderes con sus carros entre un Condado y el otro –Por lo general para llevar sus mercancías al mercado del Condado de la Condesa Alexa, el más grande del reino–. Mientras los chicos iban de camino por el sendero habitado de vez en cuando por carreteros, Jin quiso averiguar más información sobre Thomas y le preguntó a Bastián:

–Hey, piromántico; ¿Por qué tanto interés en el chico?

–¿Acaso es de tu incumbencia? Estoy en una misión y la voy a cumplir, Thomas llegará a encontrar a las chicas que anda buscando y luego recibiré mi recompensa. –Los ojos de Jin se achicaron mirando fijamente al Piromántico:

–¿De cuánto estamos hablando? – Preguntó Jin, con aire avaricioso.

–Y tú crees que te lo diré. –Respondió ya más serio Bastián.

Thomas, que se encontraba al lado derecho del Piromántico, pudo oír todo lo que los chicos hablaban en voz baja pero no mencionó ninguna palabra, pues sabía que si alguna palabra en falso salía de su boca, Jin podría ir corriendo donde la Condesa Alexa y acabar con todo el plan que se formó para poder encontrar a las chicas.

Mientras los chicos caminaban, se escuchó un grito desgarrador a lo lejos, como de mucha gente siendo gravemente herida; todos los que estaban en el camino se detuvieron junto a los chicos para mirar en dirección a un bosque, en donde todos sabían que se encontraba un claro en el que se podía descansar. Los mercaderes que transitaban por el sendero empezaron a preguntarse entre ellos la razón de los horribles gritos, intentando encontrar alguna solución o una respuesta lógica dentro de la situación que se encontraban y así empezar a esparcir la historia, pues ese era el método más conocido para que todos los condados estuvieran al día en las noticias que ocurrían en los alrededores.

–Por favor díganme que no fui el único que oyó esos gritos –Mencionó Thomas.

–¿Acaso no oyes a estos tipos preguntando lo mismo? Idiota –Le respondió Jin.

–Hey, no lo trates así, puede no ser tu amigo, pero eso no te da derecho para que le hables de esa manera. –Le encaró Bastián. El ambiente se puso tenso entre los dos chicos e incluso Jin ya estaba moviendo una mano a su espada mientras el Piromántico empezaba a crear una pequeña chispa en su mano derecha.

–¡Ya basta! Lo siento, fui torpe al preguntar eso, pero tampoco es para que luchen aquí, donde en el poco tiempo que los conozco, creo que pueden hacer daño a todo esto y a todos aquí, así que ya cálmense. –Les dijo Thomas a los contendientes, los cuales al oír sus palabras se empezaron a tranquilizar. Hubieron algunos aldeanos que pasaban cerca de Bastián que al ver cómo creaba esa pequeña chispa de la nada, le miraron con pavor y desprecio al mismo tiempo y se alejaron lo más que pudieron de él, no sin ir mirando alternadamente hacia donde se encontraba el Piromántico.

Mientras los chicos se preparaban para seguir su camino –Pues se habían quedado detenidos al mismo tiempo que todo el resto de gente en el sendero–, todos los ahí presentes vieron con terror como una gran masa negra se alzaba entre los aires y lanzaba fuego a un punto en donde se volvieron a oír los gritos desgarradores por un segundo y luego cesaron; para finalmente esa masa negra lanzar un rugido escalofriante y perderse en dirección a las montañas. Acto seguido, todos los aldeanos, mercaderes y animales que se encontraban en el camino corrieron despavoridos en dirección al mercado de la Condesa Alexa, en donde creían que podían tener una mayor seguridad a lo que ya todos confirmaron como un terrible y gigantesco dragón.

Los chicos quedaron igual de asustados, pero no se movieron de su lugar; Jin empezó a llamar a su Lobo, que apareció entre unos arbustos con el rabo entre las piernas; Thomas miró de reojo al increíble animal pero tuvo que volverlo a ver porque no podía creer que un Lobo fuera del tamaño de un caballo, como los que encontraba en los campos vecinos de donde venía. La bestia era de un color gris obscuro, con patas tres veces más grandes que las de un lobo normal, al igual que su tamaño; medía unos dos metros y medio de largo, su altura era como la de un caballo y su cabeza era mucho más grande que la de Thomas; entre los colmillos del Lobo fácilmente caía la cabeza del muchacho, colmillos que eran del tamaño de una mano cada uno. El chico quedó sorprendido al ver tamaño animal y ni una sola palabra pudo salir de su boca hasta que Bastián le mencionó que reaccionara, para luego hablarle a Jin.

Las Crónicas de Ghildeón 1: El gran ViajeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora