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Kyo despertó al rededor de las 8 de la mañana. Los rayos del sol se filtraban por entre las cortinas y la suave brisa brisa primaveral trajo pétalos de flores de los árboles de cerezo y durazno del jardín. Kyo abrió los ojos lentamente y vio como unos pétalos habían caído sobre la almohada y sobre la cabellera pelirroja que yacía a su lado en la cama. Iori seguía profundamente dormido y Kyo soltó un sonoro bostezo, mientras se estiraba como un gato.

Kyo visitaba a Iori los fines de semana desde que se había mudado a la mansión Yagami. Ahora que no habían otros miembros del clan viviendo ahí y la mansión estaba prácticamente abandonada, Kyo había convencido a Iori de que en vez de pagar una renta en un apartamento en Osaka, era una mejor idea volver a esa casa.

Al comienzo Iori no se había mostrado muy animado con la idea, pues esa casa contenía recuerdos poco gratos de su niñez. Sin embargo Kyo tenía razón de que era un desperdicio no aprovechar esa propiedad tan grande que estaba a su nombre. El clan Kusanagi y el clan Yagami habían resuelto el conflicto ancestral años atrás cuando ellos habían sellado a Orochi junto con Chizuru y se había puesto en evidencia que la riña entre los clanes había sido un engaño cuidadosamente elaborado por los Hakesshu.

Ahora los restantes miembros del clan Yagami vivían con sus propias familias en otras partes de la ciudad y ya nadie visitaba la casa principal porqué el padre Iori había muerto y Iori no había mostrado interés por continuar la tradición como heredero del linaje principal.

Por esta razón, Shizuka y Saisyu se mostraron mucho más abiertos a aceptar esa 'amistad', cuando Kyo les había dicho que estaba en buenos términos con Iori desde que se habían unido para participar en el torneo del KOFXV. De momento no les había dado todos los detalles, pero con 28 años, Kyo sabía que el tema del matrimonio y su descendencia era cada vez más inminente y tarde que temprano tendría que decirles la verdad sobre su relación.

De momento no quería pensar en nada de eso, pues era temprano en la mañana y el aroma del cuerpo de Iori al lado suyo, le resultó irresistible. Con sus manos lo tomó por la cadera y lo acercó en la cama, hasta que sus cuerpos quedaron acoplados, la espalda de Iori contra su pecho. Kyo comenzó a besar el inicio del cabello en la nuca, aspirando el aroma a champú de coco. Y muy pronto dejó de pensar en los clanes, para pensar en lo mucho que deseaba tocar ese cuerpo al lado suyo.

Su erección se presionó contra el inicio de los glúteos del pelirrojo y Kyo mordisqueó su cuello suavemente sin ocultar sus intenciones. Su mente comenzó a fantasear con la idea de hacerlo lento y profundo.

Iori soltó un gruñido entre dormido y abrió los ojos al notar lo que Kyo estaba haciendo.

— Déjame dormir Kyo — Murmuró el pelirrojo y se alejó de él, girando su cuerpo hacía el otro lado de la cama.

Kyo se quedó mirándolo con expresión frustrada y pronto la respiración de Iori se volvió profunda quedando dormido otra vez.

Kyo frunció el ceño y se sentó en la cama, no era la primera vez que pasaba algo así. Kyo siempre despertaba con una erección matutina y no necesariamente porqué estuviese pensando en sexo, sino que era un hombre con un nivel hormonal saludable. Se estregó los ojos pensando en que a lo mejor Iori estaba demasiado cansado por su usual trasnocho. El pelirrojo siempre llegaba en las madrugadas, por lo general oliendo a alcohol y con mal humor. Su trabajo como músico era una bendición y una maldición al mismo tiempo, pues Iori amaba tocar con la banda y odiaba ser forzado a socializar y hablar con sus fans.

Kyo entendía eso muy bien, porqué en algún punto el se había sentido así en los torneos. Aún cuando no se consideraba una persona tímida o introvertida, a veces las entrevistas y los constantes eventos promocionales a los que asistían cuando iban a los torneos, lo agobiaban. Y por eso Benimaru era quien siempre terminaba liderando esos eventos con su brillante personalidad. No alcanzaba a imaginar lo molesto que sería para Iori.

The morning sun and the midnight MoonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora