22| Pesadilla húmeda

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|Pesadilla húmeda|

Gabe

Si antes era un estúpido ahora lo era el triple.

Mátame, quería pegarme un tiro por bocazas. Tal vez así el sofoco y la vergüenza desaparecerían como tan pronto aparecieron. Nada de esto sería un problema si hubiese mantenido la boca cerrada y la mente calmada. Estar cerca de él, respirando el mismo aire, sacaba mi lado más indómito y procaz, he de admitir. 

Estúpido, estúpido, estúpido —repetí infinitas veces jalándome las raíces hasta que el dolor se manifestó en mi cuero cabelludo.

Creí que la tarea era sencilla. Una disculpa franca y honesta eliminaría los malos entendidos, pero claro, estábamos hablando del lunático de Logan, no se le escapaba ninguna.

Lo único que restaba después de mancillar su orgullo y potenciar más desdén a nuestra relación de negocios, era enfrentar el merecido y juicioso castigo a causa de mi conducta cuestionable. El mero pensamiento de ser castigado desató mi presión arterial, generándome un escalofrío hasta la médula.

Usualmente hubiese ignorado aquella estela vaga y quejumbrosa que yacía en el centro de mi pecho, pero hoy, especialmente hoy que tuve las agallas de salir del caparazón y enmendar el daño sin éxito, no estaba de humor para pretender lo contrario. Algo se había roto, lo que por mucho traté de contener y extirpar empezaba a trascender por encima del deber, obligándome a residir entre la espada y la pared.

En definitiva, Logan Kessler, no solamente era bueno en sacarme de quicio y robarme el aliento, también era el mejor en interponerse en medio de mis intereses e ideologías.

Por el momento, fingiría que no estaba al borde de perder la cabeza... por él.

༻✦༺

Dedos.

Sentí un par de dedos calientes explorando la áspera y sensible curva de mi cuello desnudo.

Un largo y complaciente gemido desertó de mi boca en cuanto sus suaves manos separaron mis piernas, su delgado y atlético cuerpo acomodándose entre ellas para alcanzarme.

No lo resistí, mis caderas se balancearon por instinto, al compás de los dígitos que descendían hacia la erección que reposaba bajo su peso, ahí me tomó en un puño, profanándome con su tacto liberador.

Los latidos turbulentos de mi corazón y mi polla punzando mientras su lengua húmeda viajaba por mi estómago hasta llegar a mis pectorales me hizo estremecer de pura necesidad.

Logan no era considerado, se adueñaba por completo de mí con un hambre insaciable que me volvía loco.

Rozando mi labio inferior con los dientes, dejé que la cúspide del calor se apoderara de los lugares más recónditos de mi cuerpo. Logan levantó la cabeza para mirarme y con una extremada lentitud pellizcó el pezón izquierdo. Gruñí, presionando los muslos alrededor de su cintura. La deliciosa fricción contrajo mi abdomen y la punta de mis pies se arquearon en el colchón, resintiendo el arco de placer.

Pronto la habitación se llenó de gemidos y sonidos de piel chocando contra piel. Lo vi sonreír, una sonrisa corta y lenta que se coló en mis deseos más profundos, reflejando un apetito descomunal por tenerme, por poseerme. Estaba tan sumergido en sus caricias que hundí ambas manos en los cimbreados músculos de su espalda, pegándolo lo más posible para sentir cada centímetro de él.

Quería más.

Más de lo que era sano, y moralmente correcto.

Envalentonado por la creciente masa de excitación lo empujé contra las sábanas y me cerní encima, atrayendo su boca a la mía con desespero, sin piedad. Sus labios se movieron decisivos y mucho más demandantes que la última vez, dejándome completamente perdido a su merced. La disputa entre nuestras bocas era explosiva y desmedida, idéntica a nuestra relación. 

Inevitable Odio |BL|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora