Capitulo 23

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Alondra:

Me encontraba con Alex y Miguel en una de las mesas del nuevo negocio de Tina.

No sabía si eran los tragos que habíamos ingerido, pero me sentía bien hablando con él y extrañamente Alex también lo parecía, quizás ayudaba un poco que Miguel tuviera el mismo humor que nosotros.

Hablábamos del cómo se veía el lugar, las luces, la música, los colores... cuando de la nada aparece un chico, el cual se acercó sin pena a preguntarle al rizado si quería bailar. Alex asintió y se levantó de la silla, su puse que gracias al alcohol aceptó con facilidad porque aunque no lo parecía, el rizado era muy tímido con ese tipo de situaciones.

— Me da gusto que me hayas perdonado— dice Miguel alzando la voz debido a la música, mientras miraba como mi amigo se iba perdiéndose entre la gente. Aclaré mi garganta con incomodidad— Me disculpó nuevamente por ser un impulsivo. No va a repetirse y como te dije antes. De ahora en adelante no habrá una segunda intención, solo amigos. Te lo prometo.

Asentí con la cabeza.

No sabía si me arrepentiría de haber aceptado sus disculpas. Lo que sí sabía, era que Miguel fuera de todas las malas actitudes, era buen amigo y me alegraba que ahora entendiera que me gustaba tenerlo en mi vida de esa manera: como un amigo.

— ¿Cómo estuvo la cena?— le pregunté cambiando de tema.

Tenía entendido que hace horas se había llevado a cabo una cena como celebración del aniversario del restaurante y ahora era la apertura de otra área que al parecer solo estaría activa los fines de semana por la noche: una discoteca, que era donde nos encontrábamos ahora.

— Aburrida y... Estuvo Rai— mi pulso cambió al escuchar su nombre y pensar que ella pudiera estar cerca— Cuando la cena terminó ella se fue con su amigo. Ese que siempre está con ella.

No supe si me sentí más tranquila, o decepcionada. La verdad, mentía si decía que no quería verla.

Ambos nos quedamos en silencio, viendo bailar a la gente, otros besándose, otros simplemente riendo y otros como nosotros; disfrutando de la música. Luego de unos minutos, Miguel se levantó, mencionando que iría a bailar, dejándome ahí sola con mis pensamientos haciéndose cada vez más fuertes. Era inevitable no pensar en ella después de oír su nombre.

Carajo. Y yo que venía para sacarmela de la cabeza.

No sé ni porqué me quejaba, si tenía claro que sin importar qué o cómo intentará distraer a mi mente, siempre terminaba como ahora: cerrando los ojos para imaginar su rostro, sobre todo sus labios y esos bonitos ojos cafés.

Tomé la botella en la mesa para beber un trago, sintiendo el típico ardor en el estómago.

Era impresionante cómo me estaba acostumbrando a extrañarla cada segundo ¿Era eso posible? No lo sabía, pero todos los días descubría una razón diferente de porqué lo hacía, incluso ya había una lista en mi mente: extrañaba la forma en la que bailaba, también cuando gritaba por estar emocionada o molesta; verla llorar por cualquier mínima cosa que yo le obsequiará. Pero más que nada extrañaba escuchar sus "te amo" mientras me besaba la mejilla, como solía hacerlo.


Recordé esa última vez que la ví:

"Lo que siento por tí ahora mismo, es odio y decepción porque eres una cobarde."

LFYSC | RailoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora