Capítulo 11

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Capitulo+18. Nuevamente les
digo que si no se sientes cómodas
leyendo caps así omitanlos.

Rai:

Habían pasado varias días desde esa conversación de Alo y su papá.

Ahora nos encontrábamos en el estudio, Alo estaba en una esquina mirando todo, Martín encima del fotógrafo cuidando cada detalle y acercándose de vez en cuando para arreglarme un mechón de mi cabello el cual estaba peinado de una manera muy elegante o acomodar algún accesorio.

— Ha sido todo por hoy— dice Martín aplaudiendo— Gracias a todos por ser parte de mi sueño, y por el buen trabajo que han venido haciendo.

El resto del equipo se unió a los aplausos de Martín, mientras que el fotógrafo me ayudaba a bajarme con cuidado de la plataforma en la que me encontraba.

Ví a gran parte del personal comenzar a irse, Martín se despedía de cada uno. Luego miré a mi morena, ella ya me estaba mirando, comencé a acercarme viendo como una sonrisa traviesa aparecía en sus labios, me reí un poco.

— Hola, tú— le digo dejando un corto beso en sus labios.

— ¿Y esa modelo? A ver, modelame— volteando los ojos hago lo que me pide comenzando a sentirme nerviosa por su mirada— Ea, mami, ¿Qué?.

Solté una carcajada cuando la ví mirarme el culo. Es tan obvia siempre ¿Ella lo notará?.

Volví acercarme a ella para luego besar sus labios con ganas, pues extrañaba besarla como tanto me gustaba. Chupó mi labio inferior y ese acto mandó una corriente eléctrica justo a mi vientre, profundicé mucho mas el beso —si eso era posible— y dejé entrar su lengua a mi boca, mis manos querían sentir su piel y luego recordé que habían personas a nuestro alrededor. Me separé de sus labios, busqué a mi amigo con la mirada, lo ví hablando con unas personas y tomé a Alondra del brazo, arrastrándola conmigo al camerino.

Estando ahí volví a sus labios, cerrando la puerta a mis espaldas. Mis besos crearon un camino hasta su cuello, la temperatura parecía haber subido y mi necesidad de querer tocar y besar cada parte de ella crecía, así como el calor que estaba sintiendo en mis piernas al imaginarme lanzar todo lo que había en la mesa para después sentarla a ella y subir sus muslos sobre mis hombros... Maldita sea, no podía hacer eso con gente afuera.

Puse mis manos en sus caderas, detuve mis besos y la volteé con un movimiento algo brusco, haciendo que quedara frente al gran espejo iluminado. Miré nuestro reflejo, nuestras respiraciones eran erráticas, ambas teníamos los labios hinchados y ella me miraba con deseo en sus ojos a través del espejo.

Apoyé mis manos en la mesa que hacía juego con el espejo, logrando con eso que su cuerpo quedará acorralado, su espalda estaba pegada a mí. Comencé a besar su nuca sin quitar la mirada de su reflejo, podía ver su intento en no querer gesticular demasiado. Levanté las cejas y esta ves besé el lobulo de su oreja, observando como sus ojos se cerraban mientras apretaba su labio inferior con sus dientes y podía sentir los vellos de su espalda erizarse.

— Rai, este no es el lugar— me dice con un hilo de voz y coloqué mi dedo índice en sus labios, luego con el pulgar acaricié el mismo y sonreí al ver como su pecho subía y bajaba.

Mis manos fueron a su cintura y volví a besar su cuello sin dejar de mirarla. Subí mis manos lentamente por sus costados hasta llegar a sus senos y apretarlos levemente, escuchando un jadeo de su parte, mismo que causó un escalofrío en todo mi cuerpo.

Sabía que no tenía mucho tiempo, por lo que tenía claro a donde debía ir, pero antes me atreví a sacar de su top blanco uno de sus senos. Ví sus mejillas sonrojadas y sonreí.

— Amor, ya no tienes que tener pena conmigo. Eres mía ya— le susurré al oído, nuevamente volvió a moder sus labios y cerrar los ojos, esta vez con una pequeña sonrisa de lado.

Mis manos desabrocharon su pantalón y metí mi mano, sintiendo el calor de su entrepierna, mis delgados dedos se hicieron paso entre sus labios, posándose justo en su clítoris y empezando a estimular este, con mi otra mano tomé su mandíbula, para girar un poco su rostro y hacer que sus labios quedaran cerca de mi oreja, quería escuchar cada uno de los sonido que yo le provocaba.

Bajé a su centro por unos segundos, sintiendo su humedad y lamí mis labios al ver lo mojada que estaba, recordé su sabor. Volví a su clítoris para volver a estimularlo, esta vez con más presión.

— Rai...— gimió bajo y suave. Mordí mi labio al escucharla de esa manera.

De repente se escucharon toques en la puerta, me detuve por unos segundos, pero volví hacer lo que hacía esta vez aumentando un poco la velocidad.

— Un momento— dije como si nada pasara a quién sea que estuviera tocando.

— Rai, quítate. La puerta no tiene seguro— dijo con dificultad, su pecho subía y bajaba como loco, sus piernas intentaban moverse para quitarme y en mi rostro estaba una sonrisa.

De pronto entré en ella, estaba tan humeda que mis dedos entraron con facilidad y solté una risa bajita cuando la miré por el espejo tapándose la boca para no gemir.

— Salté, Rai. Puñeta— no hice caso, hasta que luego sentí sus manos tomar mi brazo para querer jalar de este, pero antes de que lo hiciera salí de ella para no hacerle daño.

— Pude haberte hecho daño— dije preocupada.

Alondra sin decir nada, arregló su top y abotonó su pantalón para luego sentarse en la silla y hacer como si nada. Rodé los ojos.

— Estabas cerca— le dije y me acerqué abrir la puerta, dejando ver a Martín— Yo espero que sea importante.

— Creo que no quieren quedarse aquí toda la noche— dijo con una sonrisa burlona— Perdón por interrumpir, ya debemos irnos.

— Me cambio y nos vamos— le dije, viendo como entraba a buscar su maleta por todos lados.

Miré a Alo, esta me miraba con los ojos entrecerrados, entonces acerqué los dos dedos que hace segundos habían estado dentro de ella a mi boca, para luego sacar mi lengua y lamerlos con la punta.

— Joder, huele a sexo aquí, Rai— dijo Martín tomando su maleta y saliendo del camerino.

Miré a Alondra encogiéndome de hombros.

— Dios mio, Rai— me dice tapando su boca con una mano— Qué pena.

— No le hagas caso, mejor ven y terminamos— bromeé acercándome y sentándome en sus piernas.

— Eres una insaciable— me dice riendo.

No le dije nada, dejé un par de besos y me levanté de su regazo para empezar a cambiarme de ropa e irnos, luego quité los ganchos de mi cabello, alborotandolo un poco.

— Ten— me dice la morena pasándome una especie de carta mientras estoy pintando mis labios.

— ¿Qué es?— le pregunté mirándola por el espejo.

— Un sobre que tiene escrita una hora con la fecha de mañana y una ubicación dónde será nuestra primera cita— la miré sin poder creerlo. Esperaba que tuviéramos una cita pronto, pero no que la invitación fue tan creativa.





No sé si agradecerle a Jaz por el post en Twitter o desaparecer en Wattpad.

LFYSC | RailoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora