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Hyunjin había fruncido el ceño durante tres años seguidos mientras te veía desenvolver tus regalos de cumpleaños sin impresionarte.
Por más que lo intentó, nunca pudo hacerlo bien. Claro, estabas agradecida por todas las cosas que te regaló, pero él te conocía lo suficientemente bien como para entender que estabas sonriendo por cortesía, en lugar de por pura y absoluta alegría.
Tu novio te conocía como la palma de su mano; él estaba más que familiarizado con la forma en que echabas la cabeza hacia atrás y tratabas de ocultar las pequeñas arrugas que se formaban junto a tus ojos cuando reías de todo corazón. Estaba familiarizado con cómo tus ojos brillaban intensamente o cómo todo tu cuerpo vibraba con energía cuando estabas profundamente feliz.
Desafortunadamente, sus regalos de cumpleaños nunca habían provocado esa reacción en ti.
Esta vez, sin embargo, se comprometió a encontrar el regalo adecuado para ti. El regalo perfecto que te dejará boquiabierta.
Al menos ese era su plan.
Era tarde en la noche en la sala de prácticas de la compañía y Hyunjin estaba bailando con sus compañeros de banda, practicando para la próxima gira. Se equivocó en muchos pasos porque su mente estaba demasiado ocupada contigo. En su bolso había una pieza de joyería muy cara, una que él mismo había hecho a mano, pero todavía le molestaba la idea de que no te gustara.
Echó un vistazo al reloj de la pared: era casi medianoche, lo que significaba que era tu cumpleaños en un par de minutos.
“Chicos, paremos por esta noche”.
Chan apagó la música y respondió algunos correos en su computadora portátil mientras los demás se levantaban y se iban.
“Oh, hola, y/n.”, saludó alegremente Felix al salir.
Hyunjin se levantó preso del pánico y te miró frenéticamente.
“Cariño, ¿qué haces aquí?”
Entraste a la sala de práctica y cerraste la puerta detrás de ti, riendo tímidamente.
“Siempre me alegro de verte también, mi querido novio.”
Sacaste la lengua y caminaste hacia él, abrazándolo fuertemente.
“Cariño, estoy todo sudado. Y además, ¿no acordamos pasar tu cumpleaños a partir de mañana por la mañana? Lo tenía todo planeado...”, se quejó.
Te reíste entre dientes mientras besabas su adorable puchero, tranquilizándolo.
“No podía alejarme de ti, Jinnie. ¿Estás molesto?”
