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Salir con un hombre famoso definitivamente tenía sus ventajas, pero la mayoría de las veces apestaba. Había que tener mucho cuidado con la privacidad, apenas se veían y tenías que compartirlo con tantos fans.
¿Pero esos preciosos momentos en los que finalmente lo tuviste para ti? No tiene precio.
La banda finalmente había regresado y necesitaba urgentemente relajarse, así que todos terminaron en la piscina.
No pasó mucho tiempo para que te subieras al regazo de tu novio y lo besaras apasionadamente.
Él tenía la misma hambre de ti. Grandes manos se deslizaban por todo tu cuerpo mientras unos labios afelpados seguían besando cada centímetro de ti.
“Te he echado mucho de menos, gatita. ¿Por qué me dejaste ir?” Las declaraciones de amor mezcladas con besos eran tus favoritas.
“¿Debería esposarte a la cama la próxima vez?” Besaste su sonrisa, adorándolo aún más.
“¿Pensé que yo era el encargado de esposar?”
Pusiste tu dedo índice en sus labios, ansiosamente lo hizo callar.
“Toma el control de chuparme la cara, ¿quieres?”
Feroz, eso le gustaba. “Con mucho gusto”, te aceptó y te metió la lengua en la garganta. Lengua, saliva, agua: todo mezclado mientras reavivaban la pasión que sentían el uno por el otro. El agua tibia calentó tu cuerpo muy bien, pero no tanto como las manos de Minho, especialmente cuando las puso en tu trasero, apretándote y acercándote a él. Automáticamente, tus caderas comenzaron a moverse sobre él, dándole la bienvenida a su dura polla.
“Cuidado gatita, no empieces lo que no puedes terminar”, te susurró al oído.
“Min, bebé, por favor. Te necesito. Lléname”, te quejaste desesperadamente. La mayor sonrisa estaba plasmada en su rostro mientras te veía retorcerte y suplicar por él.
“Chicos, por favor, ¿pueden hacer su petición sexual más tarde? ¡Me están haciendo sentir muy soltero ahora mismo!”
Minho y tú estaban tan absortos el uno con el otro, que apenas se dieron cuenta de quién estaba con ustedes en esa piscina.
Minho puso los ojos en blanco antes de que la inspiración lo golpeara, dejando una sonrisa meticulosa en sus labios una vez más.
Él asintió hacia ti, indicándote que te movieras. De mala gana, te alejaste y te sentaste frente a él.
“Lo siento Hyunjin, no la tocaré. Lo prometo.”
Minho notó la expresión triste en tu rostro y te calmó rápidamente. “No dije que no te haría correrte, gatita.”
