Capítulo 27

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—¿Y qué querías hablar conmigo? —pregunta el albino con trenza.

Ese día, Jouno lo había citado, exclusivamente, a él, sólo a él a una cafetería para discutir un tema que el bufón desconocía.

—Pues... quería pedirte disculpas por lo del otro día —habló el de mechas rojas.

El otro albino se sorprendió por escuchar al contrario disculparse, pues no era de los que pedía disculpas a la gente.

—Oh, eso... No te preocupes, no pasó nada grave.

—Literalmente, te arranqué algo de cabello.

—Sí, pero... No te tienes que disculpar.

—Claro que debo —se cruza de brazos.

—Bueno. Aceptaré tus disculpas, pero con una condición —el bufón apoya sus codos en la mesa para apoyar su cabeza en sus manos.

—¿Cuál?

—Necesito un favor.

—Ve al grano —se recarga en su asiento.

—Quiero que me ayudes a conquistar a... la persona que me gusta —pidió, sonrojándose.

—¿Fyodor, verdad? —preguntó, ladeando la cabeza.

—¿Eh? ¿C-cómo sabes? —muestra un rostro sorprendido. Se hace para atrás, topando con el respaldo de su asiento.

—Déjame pensar... ¿será porque todo el tiempo estás pegado a él como si fuera un chicle, además de llamarle por apodos que nadie más le puede decir porque lo matas, y que siempre andas alagándolo?

Si fuera posible, a Nikolai se le caería la mandíbula por la impresión. Procesó las palabras que el albino había dicho, parpadeando sin poder creerlo.

—¿Soy tan obvio?

—Sí —otra voz se hizo presente en la mesa —. ¿Qué van a querer? —preguntó el mesero.

—¡Sigma! No te despidieron después de todo —apoya su cabeza en su mano.

—No. Entonces, ¿qué van a querer?

—A mí dame una malteada de chocolate —pidió el bufón.

—A mí un licuado de fresa.

—De acuerdo —anota todo en su libreta —. Con su permiso —se retira de la mesa.

—¿Desde cuando trabaja aquí? —interroga el de mechas rojas.

—Desde hace unos meses.

—Oh... Bueno, retomando el tema —se acomoda en su lugar —, ¿qué quieres que haga para ayudarte?

—No sé... Tal vez puedes darme consejos para poder decirle lo que siento.

—¿Y por qué, justamente, yo?

—Porque me debes una, y eres casi igual que Fyodor... en el sentido de ser ambos serios y que casi no demuestran sus sentimientos, me refiero —responde —. Y, como Tetcho es tu novio, creo que podrías darme consejos.

—¿Qué tipo de consejos? ¿Y qué tiene que ver con que Tetcho sea mi novio?

—Que, con mucho respeto, Tetcho está pendejo, como yo.

—Ajá —le da la razón, aún cruzado de brazos.

—Y pues Fyodor es serio, como tú. Por eso pensé que...

—¿Podría decir que me gustó de Tetcho, ya que es como tú, y yo como Fyodor, así para que sepas guiarte de algo. Pues piensas que, si actúas o tomas referencias de algo que hizo él para que me enamorara, Fyodor también caerá? —intenta completar.

—Algo así —menciona —. Sólo quiero una referencia. Si Tetcho es como yo, tal vez hagamos cosas similares para enamorar a alguien que es bastante serio y frío, ¿no?

—Tal vez.

—Aunque hay un problema.

—Adivinaré. Sigma.

—Sí.

—¿Qué yo que? —el de pelo bicolor vuelve a aparecer, con las dos bebidas en su mano.

Ambos chicos se sobresaltaron al escuchar al otro chico llegar. Intentaron disimular el tema, pero era tarde.

—Estábamos hablando de Fyodor —responde Nikolai.

—¿Y yo qué tengo que ver? —pregunta, dejando las bebidas enfrente de ellos.

—Que no sé como haré para pasar tiempo a solas con Fyodor sin hacerte sentir excluido... —agacha la cabeza —. Ese es el problema.

—¿Es eso? —vuelve a preguntar, extrañado —. Yo les puedo dar su espacio para que le digas lo que sientes.

—¿En serio?

—Sí. Eso hacen los amigos, ¿no? —le dedica una sonrisa.

—¡No sabes cuanto te quiero! —se abalanza sobre él para abrazarlo.

—Eres muy empalagoso —se queja Jouno, mientras remueve su licuado con el popote.

—Tú también lo eres con Tetcho —otra voz se hace presente.

Los tres chicos se giraron hacia donde provenía la voz, la cual era de la mesa del a lado.

—¿Ranpo? ¿Qué haces aquí? —pregunta Sigma.

—Mi precioso y hermoso novio me invitó a desayunar —responde, apoyándose en el respaldo del asiento donde estaban ellos.

—¿Y Poe? —preguntó Nikolai.

—Está aquí —se hace a un lado para dejar ver al castaño.

—H-hola —saluda.

—Hola —dicen los otros tres chicos al unísono.

El lugar queda en silencio unos segundos, hasta que el de mechas rojas se levanta de su lugar.

—Yo ya me voy. Mañana te ayudo con eso, Nikolai —deja su vaso vacío en la mesa, y se va.

Los otros sólo se le quedan viendo, no dicen nada más. Sigma vuelve a su trabajo, Nikolai también se va del lugar, y Ranpo y Poe se quedan para terminar su comida.

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Aquí tienen otro capítulo, espero y les haya gustado.

Nos vemos en otro capítulo.

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