Capítulo 28

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Jouno iba rumbo a su casa. Después de la plática con Nikolai, creyó que era mejor regresar a su hogar, no quería estar en medio de los demás.

Al llegar a su casa, abrió la puerta y se topó con su mamá, quien lo estaba esperando junto con alguien más.

—¡Jouno Saigiku! —su madre se levanta de su lugar.

El albino se quedó quieto, pues su madre lo llamó por su nombre completo, además de parecer enojada.

Eso es una muerte segura.

—¿Ahora qué hice?

—¡¿Cómo que te peleaste ayer?! —lo toma de los hombros.

El de mechas rojas se puso pálido. ¿Cómo lo sabía su madre? Tuvo respuestas hasta que prestó atención a los latidos de la persona que se encontraba también con ellos.

Eran los latidos de Tetcho.

«Ese hijo de pu-».

—Sí, pero-

—¿Y ganaste? —pregunta su madre con un tono ansioso.

—¡Pensé que le iba a decir algo! —se queja el azabache.

—Ah, sí —recupera una postura seria —. Eso está mal, Jouno —se acerca a él —. Mas te vale haber ganado —susurra.

—Ja. Se puede decir que gané, pero alguien me lo impidió —camina hacia Tetcho —. Eres un chismoso.

—Tal vez, pero necesitas saber que la violencia está mal —rodea su cintura con el brazo, acercándolo a él.

Jouno le dedicó un rostro que decía «¿qué haces, idiota? Mi mamá aún no sabe lo nuestro». El de ojos ámbar no prestó atención y lo besó.

María soltó unos chillidos emocionados. Daba saltos de felicidad al presenciar la escena, hasta que ambos chicos se separaron.

—¡Sabía que ya estaban juntos! —exclama.

—¡T-te dije que ella no lo sabía, idiota! —el albino le da un golpe al contrario.

—Lo sé, pero ya era hora de decirle.

—Ustedes dos se lo tenían bien guardado, ¿verdad?

—Un poco...

—¿Te disculpaste con Nikolai? —cambia el tema Tetcho.

—Sí... —responde, malhumorado.

—¿Tú? ¿Disculparse? —María se acerca al albino —. ¿En serio eres mi hijo? Mi niño nunca se disculpa.

—Tetcho me obligó —explica —. Suele ser demasiado odioso si no lo hago.

—Aún así me amas —rodea su cintura por detrás.

—Por cierto, tendré que ayudar a Nikolai a decirle a Fyodor lo que siente —menciona, ignorando lo anterior dicho por el azabache.

—¿Y eso que te ofreciste? —recarga su cabeza en el hombro de su novio.

—Sólo así me aceptará las disculpas... Odio a ese bufón.

—En su salón hay demasiados gays —habla María.

—Creo que la mitad es gay.

—Tetcho tiene razón, se les nota mucho.

—¿Y tú cómo sabes si no puedes ver? —interroga.

—¿Me estás diciendo ciego?

—Pero es la verdad, ¿no?

—¿Sabes qué? No me toques —lo aparta —, ya me enojé.

El de ojos ámbar se volvió a acercar al más bajo para volverlo a abrazar. Jouno intentaba safarse mientras que Tetcho se aferraba más a él, y María soltaba unas pequeñas risas por la escena.

●◉◎◈◎◉●

—Muy bien, ¿tienes alguna idea de cómo te le quieres declarar?

Jouno se encontraba junto a Nikolai y Sigma, planeando la declaración del de trenza. Los tres chicos se encontraban sentados en el pasto del patio de la escuela.

—Pues... algo que sea lindo, pero tampoco tan empalagoso —responde.

—¿Y si le regalas flores y chocolates? —sugiere Sigma.

—Eso es muy básico. Dos-kun merece algo mejor —junta su puño con su mano.

—Pues... ¿Y si lo invitas a salir, lo llevas a algunos lugares que le gustan y, al final, te le declaras? —sugiere, esta vez, el de mechas rojas.

—Pero, ¿a dónde lo llevo? —se cruza de brazos.

—A Fyodor le gusta la biblioteca, ¿no? —habla el de pelo bicolor.

—¡Sí es cierto! —exclama Nikolai —. Lo llevaré ahí, después al parque y, de último, por el puente para declararme.

—Me imagino que será por la noche cuando le digas, ¿verdad? —comprueba el albino.

—Exacto. Y, gracias, Jouno, por la idea.

—No me tienes que agrade-

Es interrumpido por unos brazos rodeando su cintura por detrás y una cabeza siendo apoyada en su hombro. No tenía que ser inteligente para saber que se trataba de Tetcho.

—¿Qué hacen acá tan solos? —pregunta, mirando a los otros dos chicos.

—Platicando —responden los otros dos al unísono.

Sigma y Nikolai sintieron un pequeño escalofrío cuando vieron la mirada asesina del azabache que parecía decir un «recuerden que él es mío, perros».

—C-creo que es todo por hoy... —el bufón se levanta —. Muchas gracias, Jouno. Vámonos, Sig.

Ambos chicos se fueron, dejando a la pareja sola. El albino aún seguía con una cara malhumorada, mientras que el azabache depositaba unos besos en el cuello de su novio.

—Debes de controlar tus celos —dice Jouno.

—Es inevitable cuando se trata de tí —hunde su cabeza en el cuello del chico —. Te amo.

—Yo también...

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Nuevo capítulo, espero y les haya gustado.

Como no tengo nada que decir, nos vemos en el siguiente capítulo.



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