Capítulo 8: Confidencias Silenciosas

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Había un silencio sepulcral en la casa Sano, algo que no era tan usual, de hecho, casi asusta a la joven rubia, por lo que bajó rápidamente de las escaleras para buscar algún familiar suyo

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Había un silencio sepulcral en la casa Sano, algo que no era tan usual, de hecho, casi asusta a la joven rubia, por lo que bajó rápidamente de las escaleras para buscar algún familiar suyo. No fue hasta que escuchó un ruido en el patio, por lo que se acercó a la puerta de su jardín y se dio cuenta que el ruido venía del dojo. Frunció el ceño aún más confundida, se suponía que su abuelo no enseñaría hoy, y Mikey había salido con Draken, por lo que no debería haber nadie.

Con precaución se acercó al dojo y se quedó perpleja al ver una cabellera roja moverse con determinación por el lugar. Al otro lado, estaban su abuelo, Baji y su vice capitán observando con asombro.

—Impresionante. — admitió el mayor Sano. — ¿Dónde aprendiste?

—Eh... solo veía a otros pelear y practiqué. — dijo Fumiko con rostro serio.

No es como pudiera decirles que en mi vida pasada practicaba y que terminé perfeccionando mis movimientos en esta vida...

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—Ya quisiera una alumna como tú en mi clase. — El anciano soltó un suspiro. — Solo uno de mis nietos ha continuado con mi legado y resultó todo un prodigio, hasta que decidió seguir los pasos del mayor. — se quejó.

—Pero, ya tiene al mejor estudiante. — dijo Baji alzando su barbilla, a lo que el señor Sano enarcó una ceja.

—Parece que no piensa lo mismo. —se burló la pelirroja. — Que yo recuerde, tú también perteneces a una pandilla. —Baji desvió la mirada al sentir la mirada juzgadora del señor Sano.

—¿No quisieras unirte a mi dojo? — preguntó esperanzado el anciano.

—Lo pensaré, ando muy ocupada con la escuela y mis clases de gimnasia, y justo ahora me inscribí a clases de baile.

—Ya veo... con razón eres muy flexible. — analizó Mansaku Sano. — Las puertas de mi dojo están abiertas para ti.

—Muchas gracias, — reverenció la pelirroja hacia el mayor. — De todas maneras, ando oxidada, necesito recordar algunas cosas.

—Para eso estamos acá, Baji practicará contigo. —dijo Chifuyu señalando al pelinegro.

—Ya decía yo porque tanto ruido. — la voz de Emma se escuchó en el dojo, a lo que Fumiko se dio la vuelta y fue corriendo hacia ella.

—¡Emma! — la pelirroja la abrazó, a lo que la rubia se quedó un tanto estática hasta que le devolvió el abrazo, no estaba acostumbrada a estas muestras de afecto. — ¿Vienes a verme entrenar?

—Tengo tiempo, me asusté porque no había nadie en casa. — admitió Emma mirando a su abuelo.

—Lo siento, Keisuke llegó con sus dos amigos y pidió para entrenar en el dojo, pensé que la pobre chica se haría daño, pero veo que será todo lo contrario. — dijo el mayor Sano quien había evaluado a la adolescente. — ¿Por qué quieres entrenar?

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