I

314 25 9
                                    

En aquel castillo silencioso, resonaban los pasos del príncipe. Iván se dirigía al salón principal, siendo llamado por sus padres.

Se sentía algo cansado y un poco estresado, ya sabía la razón por la que le llamaban, lo que hizo sentir más presión, de lo que ya tenía sobre sus hombros.

Soltó un suspiro.

Trataba con todas sus fuerzas ser el hijo perfecto y cumplir con todas las expectativas, mientras ocultaba el gran disgusto que eso le causaba.

No le gustaba ser parte de la realeza. Desde que tiene consciencia, fue impuesto con muchas responsabilidades, dejándolo sin el derecho de disfrutar de una vida como cualquier persona.

Para muchos, el llevar sangre real les parecía una dicha, dónde ellos creían que ser parte de la realeza se basaba en riquezas y una vida sin preocupaciones.

Otros, tenían un pensamiento diferente sobre ellos, eran odiados y envidiados por el mal estereotipo que tenían sobres las personas de sangre real , debido a los idiotas de esa clase que les restregaban en la cara su "maravillosa vida" con el mayor descaro a la gente en su pueblo.

Vivían con la carga de dirigir un buen lugar, evitando y resolviendo cualquier conflicto que afecte a la ciudadanía del reino. Vivir con las miradas despectivas de la mayoría de personas, esperando el mínimo error para joderles y hacer que caigan. Cuidando su espalda cautelosamente, en la espera de que alguien cercano les traicione. Y su deber era aguantarlo porque tenía que ser la esperanza para su reino.

--- Con permiso. -- soltó educadamente al atravesar aquella puerta.

Ambos adultos le observaron, sonriendo. El televisor estaba encendido en algún canal de noticias.

--- Hijo. -- saludó el señor y le bajo volumen. --- Acércate.

A pesar de todo lo que pensaba el pelinegro sobre ser parte de la realeza. Lo único que atesoraba era su relación con sus padres. Siempre había sido sincera y honesta, le amaban y él hacía lo mismo.

--- Siéntate Ivi. -- le dijo su madre suavemente. Haciendo caso, se sentó en uno de los sofás de aquella sala. --- ¿Quieres? -- le ofreció uno de los postres que había en la mesita.

Asintió y le agradeció.

--- ¿Me necesitaban? -- dijo suavemente llevándose una galleta a la boca.

El hombre suspiro un poco.

--- Ya sabés porque estas acá. -- le dijo algo serio.

Iván asintió, tensando su cuerpo un poco.

--- Mañana por la noche, habrá una reunión aquí. -- empezó. --- Varias personas importantes vendrán, quiero que te relaciones con algunos jóvenes.

La realidad era, que ambos estaban preocupados por su hijo. El pelinegro socializaba poco y las veces que lo hacía, era por cortesía.

--- ¿Y quieren que consiga pareja? -- dijo aburrido, mirando a la pantalla plana.

El rey y la reina se observaron entre sí, con un poco de angustia en su rostro.

--- No es eso Iván. -- el señor suspiro. --- No te estamos obligando a conseguir pareja. Solo queremos que socialices un poco. Que te relaciones sinceramente y consigas algunos amigos.

--- Es lo que hago, papá. -- miro a otro lado. Le estaba empezando a dar dolor de cabeza.

El señor negó y observó a su esposa.

--- Ivi, escucha. -- le llamo la atención su madre. --- Estamos conscientes de que no te gusta ser de la realeza. Y que creciste con una vida sin un poco de libertad. Pero esto somos. Parte de una monarquía, que hay que seguir. -- le tomó una de sus manos y la apretó. --- Pero ahora te estamos dejando libre en lo que quieras hacer, sin dejar a un lado tales responsabilidades.

Sutileza. [Rodrivan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora