III

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Todos estaban impresionados con el príncipe, el joven mostraba una sonrisa amable. Habían pasado ya dos horas desde que mostró su presencia, el ambiente se sentía fresco y divertido, sin quitarle lo elegante.

El principe hablaba con naturalidad con las personas que se le acercaban y escuchaba mostrando interés a ellos, se sentía irreal que estuviera ahí conviviendo.

La mayoría de personas ahí estaban atentos a cualquier movimiento del pelinegro, aunque estuvieran platicando con otras para disimularlo. Algunos otros solo se divertían y si estaban en lo suyo.

Entre esos, estaba Rodrigo junto a sus dos amigos, su hermana y la amiga de esta. Estaban del otro lado de la gran sala, hablando de cualquier cosa.

--- Eli por favor acompáñame. -- le suplico la peliroja por sexta vez a su amiga.

Todos estaban aburridos de escuchar las mismas palabras de ella.

--- Anda vos sola Ingrid. -- le dijo fastidiada. --- ¿Por qué tengo que ir yo?

Los tres chicos se estaban riendo de la rubia, la conocían bien y ya estaba llegando a su límite de paciencia.

--- No me gusta ir sola... -- le confesó --- Solo acompáñame ¿sí? -- la peliroja tomó la mano de la otra y le suplico haciéndole ojitos.

El castaño observó en silencio como su hermana estaba empezando a ceder, negó y se levantó a buscar otra copa de vino. Sus amigos le vieron y sin darle importancia empezaron hablar para ignorar a las dos chicas.

--- Esta bien... -- le dijo rendida con las mejillas levemente rosas. --- Pero solo te acompaño, no me involucres en la conversación.

La peliroja asintió feliz y la jaló hasta levantarla e ir donde estaba el príncipe. A los segundos llegó Rodrigo con tres copas más mientras veía como su hermana era jaloneada por la otra chica. Suspiro, ya le había advertido que tenga un poco más de resistencia a los trucos de chantaje que hacía Ingrid.

--- ¿Le hizo ojitos? -- preguntó entregándole las copas de vino.

Los dos chicos asintieron, sintiendo un poco de pena por ella.

--- ¿Cuando será que Eli se vaya a confesar? -- dijo el de cabello largo.

--- Más pronto de lo que te esperás... -- le dijo el castaño mientras miraba a las dos chicas ir hacía el pelinegro. Ambos chicos se vieron sorprendidos con la respuesta.

Fijo su vista en el príncipe, riéndose por dentro de él y mientras bebía su vino le empezó a juzgar. No se tragaba para nada esa amable máscara, se preguntaba como era que todas las personas a su al rededor no notarán su verdadera personalidad. Se veía como el chico la estaba pasando mal.

Aunque bueno, era demasiado bueno ocultando esa fachada, para eso estaban las clases de actuación, para poder fingir con naturalidad.

Se levantó de nuevo.

--- ¿A dónde vas Rodri? -- preguntó el de lentes.

--- Iré a caminar afuera un rato, lo más seguro me voy en unos quince minutos. -- se acercó a los dos y les dio un abrazo de despedida. --- Avísenle a la pelotuda esa que me fui y que me llamé cualquier cosa. -- ambos asintieron. --- Cuídense también, los quiero.

--- Vos también cuídate Ro, te amo y te amaré. -- dijo Ger sonriendole.

--- Y avisa cualquier cosa también cabrón, ya sabemos que no vas para el castillo, así que cuídate. Te quiero. -- Rodri les guiño un ojo y les tiro un beso.

El castaño salió y sentía las miradas de algunas personas. Era consciente de su popularidad también y sonrió.

Ese suave movimiento al caminar sutil y demandante atraía mirada de chicos y chicas, suspirando por el príncipe de ojos verdes, sonreía con sensualidad a las personas que le saludaban y estos quedaban encantados por tal sonrisa.

Sutileza. [Rodrivan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora