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El auto expulsaba humo negro del capo; todos comenzaron a despertar del desmayo que habían tenido por el impacto del choque. Todos a salvo, sin una herida, más que Yazmina y Kenji, con pequeños rasguños por los pedazos del vidrio roto: en sus mejillas, o cerca de sus labios.

— ¿Están todos bien? –preguntó Darius, mientras ayudaba a levantar a Nick. Ben miró a ambos, y frunció levemente el entrecejo; se acercó a ambos y ayudó igualmente a Nick.

— ¿Están todos...? –rió sarcástica Yazmina, y salió de la camioneta, azotando la puerta detrás de ella.

— ¡Yaz, espera...! –Sammy abrió la compuerta, y salió. Se tropezó pero se levantó enseguida para acercarse a la chica.– ¡Espera! ¡Yazmina!

Todos los demás que seguían en la camioneta, bajaron, adoloridos. Mientras que Bumpy salió... pero salió rodando, cayendo de la camioneta. Ben se acercó a ella, y la volteó, con ayuda de Nick

— ¡No estamos bien! –gritó Yazmina.

— Yaz... –Sammy seguía a la nombrada.

— Estamos en medio de la selva, con un monstruo dinosaurio suelto, y tú... –Yazmina volteó a ver a Sammy, con una mirada de odio.

— ¡Destruiste la única forma de pedir ayuda, y nos mentiste...! ¡Se los dije! –señaló Brooklyn.

— Así que, ¿sí tenías el celular de Brooklyn? –miró Darius a Sammy.– ¿Por qué? ¿Para qué lo querías?

— Seguramente para borrar mi video de ella tomando muestras de la Sinoceratops. –Sammy se llevó un mechones de su pelo detrás de su oreja. Brooklyn emitió un grito ahogado.– Y ya sabías de la Indominus Rex, porque estabas husmeando en la oficina del Doctor Wu cuando te encontré. ¡Lo sabía!

— No planeaba romper el celular. Se rompió cuando caímos de la tirolesa... –Sammy trataba de justificarse.

— ¿Pero sí lo robaste...? –Ben acariciaba a Bumpy.– ¿Lo tuviste todo este tiempo y no nos dijiste?

— Por eso no estaban con nosotros en el laboratorio, junto al grupo... ¿qué hacían en la oficina del Doctor Wu, Brooklyn, Sammy? –preguntó Alexandra, mirando a ambas.

— Yo... No importa. ¡Yo no rompí la única forma de pedir ayuda y luego dije mentiras! –Brooklyn tartamudeo por un principio; Sammy, estando al lado de ella, se mostraba vulnerable...– ¡Esto no es mi culpa! ¡Esto es su culpa!

— ¡Ya cállate! ¡Vine a espiar! –gritó.– Para una empresa que se llama Mantah Corp.

— ¿Mantah Corp? Es una empresa de biogingeniería, y grandes rivales de Masrani. –Darius miró a los demás.– También trataron de crear dinosaurios, pero Wu les ganó.

— ¿Nos fastidiaste a todos por una maldita compañía? –Ben preguntó indignado.

— Mi rancho tenía problemas y mis padres tuvieron que pedirles dinero a gente mala... con intenciones tal vez turbias. No sabíamos que era una compañía como Mantah Corp. Dijeron que perderíamos todo, a menos que yo fuera su espía... –miró a Yazmina, mirándola con imploración.– ...que usará mi acceso completo del campamento para reunir los datos del laboratorio de Wu, ADN de dinosaurios y todo lo que necesitarán. Pero Brooklyn me descubrió, y me asusté, y entonces... todo se salió de control. –se acercó a Yazmina.– Esto era lo último que quisiera que pasara.

— Ah. ¿Acabar junto a un auto descompuesto en la isla de dinosaurios asesinos? ¡Oye, tampoco yo! Que coincidencia... –habló primero con sarcasmo, y terminando con rabia.

— Yaz... Yo...

— ¿Todo fue mentira? ¿Querer ser mi... amiga? ¿Fingir que te importaba...? –Sammy bajó la cabeza, y sus ojos comenzaron a soltar lágrimas.– ¡Solo necesitabas que alguien ocultara tus acciones! ¿Me equivoco? –Sammy no respondió; soltó un suspiro entrecortado, aún con lágrimas.– Soy una idiota... –se dio la cuenta y comenzó a caminar.