ᑕᗩᑭITᑌᒪO Iᐯ ⫸ᗴᒪ ᖴIᑎᗩᒪ ᗪᗴ ᒪᗩ ᐯIᗩ⫷

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♫︎ ᵉᵠᵘᵃᵗⁱᵒⁿ - ʰᵃⁿˢ ᶻⁱᵐᵐᵉʳ ♫︎

— ¿Estás bien, hija? Shh... tranquila, se... se quita... –el padre trataba de calmar el llanto de su hija, limpiandole su rostro de las manchas de claras de huevo.

Ella gimoteba y suspiraba cortante, por todo el tiradero que causó. Ella pedía disculpas, mientras sus respiros y pucheros interrumpían más de una vez esas disculpas.

— No, hija. No te disculpes. Fue un accidente. –el mayor le habló, mientras le limpiaba las lágrimas con su dedo pulgar.

— ¡Quería hacerle algo a mamma, y...! Salió mal.

— Lo hiciste bien, amor. Ya aprendiste algo.

El señor la bajó, y comenzó a limpiar el desastre causado. Echó los trastes sucios al lavabo, y limpiaba las claras de huevo con servilletas y trapos.
La niña estaba ahí parada, viendo como su padre limpiaba lo que ella causó, haciendo que una gran culpa la invadiera.

— ¿Te ayudó en algo papá...? –esa pregunta para la pequeña era una indirecta hacia su padre.

— No, hija. Esta bien. Si quieres vete a jugar. –le respondió con calidez. Y aunque según eso le iba a calmar más, sólo le hizo sentir aún más peor.

A veces el padre o la mamá ocultaban sus frustraciones respondiendo así, así que la niña pensó que todo lo que dijo su padre sólo lo hizo para fingir su enojo.

— Perdón... –volvió a sonar esa palabra de su boca. El padre volteó a verla.

— A ver Nick... –se puso de cuclillas.– ¿Por qué te disculpas?

— Porque todo esto fue mi tiradero. Además, le dije a mamá y a ti que ya iba a ayudar. Apenas empiezo y ya sucedió esto. Quiero ayudar, papá...

Él comprende lo que se refería su hija. Desde que la mamá ahora se tenía que centrar en su salud mental y física, él quedó como el responsable de la casa. Pero mantener esto a flote, le parecía complicado, así que recordó aquellas palabras que la madre le había dicho a la pequeña: "Eres buena cumpliendo promesas, amor. Hazme la promesa de que ayudarás a papá."

— Amor... oye, te entiendo. Sé que este frustrada de todo esto... sé que le prometiste algo a mamá... Y también sé que sería mucho si te pongo otra promesa en manos...

— ¡No, jamás! ¿Qué necesitas, papá...? –el padre rió enternecido de cómo la pequeña aceptó de inmediato. 

— Prométeme que... tanto tú como yo, nos vamos a mantener unidos, ayudándonos mutuamente, y así, ambos podamos apoyar a mamá a salir adelante. ¿Te parece bien, chinitos?

La niña lo pensó, pero no le tomó mucho para aceptar de inmediato, e hizo la promesa del meñique. Una promesa que para ambos era inquebrantable.

— Hecho. –la morena sonrió decidida, olvidando sus lágrimas que había derramado antes.

— Hecho. Ahora, ve a bañarte, chinitos. Si no, vas andar oliendo feo. –la niña rió, y se fue corriendo al baño, cerrando la puerta detrás de ella.

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