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En una fría mañana de viernes, los primeros rayos de sol filtrados a través de las cortinas de la universidad iluminaban tímidamente el aula, mientras los estudiantes tomaban asiento en sus pupitres. Adrien se encontraba entre ellos, pero su mente no estaba en la clase. Sus ojos, generalmente brillantes de atención, ahora estaban nublados por la preocupación y la confusión.

El profesor, con su voz monótona y familiar, comenzó a dar la clase, pero las palabras resonaban en el aire sin ser registradas por Adrien. Su mente divagaba, reviviendo el incidente del miércoles una y otra vez. La imagen de Kagami, su rostro enrojecido por la ira, sus palabras cortantes como cuchillos, aún estaban frescas en su mente. Era algo que ya comenzaba a ver continuamente, las discusiones y peleas no disminuían, es más, ahora se hacían más presentes.

Mientras el profesor continuaba hablando sobre el tema del día, Adrien apenas podía mantenerse concentrado. Cada vez que intentaba enfocarse, su mente regresaba al desagradable intercambio con Kagami. Había sido un desafío enfrentarla, defender a Marinette, pero había tomado la decisión correcta. La azabache estuvo en todo momento al lado de el, jamás lo abandonó, siempre lo puso primero ante todo y todos. La amistad que mantenían era muy fuerte, no podía dejar que cualquier persona viniera y la agrediera tan gratuitamente.

Desde ese día, todo con Kagami se había vuelto distante, como si un abismo se hubiera abierto entre ellos.

A lo largo de la clase, Adrien jugaba nerviosamente con un lápiz entre sus dedos, su mirada perdida en la distancia. No había recibido ninguna llamada o mensaje de la japonesa desde el miércoles, y eso solo alimentaba su preocupación y su sensación de desconexión. Pero, de alguna u otra forma, un sentimiento de alivio se alojaba en su pecho, como si estuviera tranquilo y sin cuidado.

A medida que la clase llegaba a su fin, Adrien suspiró, sintiéndose agotado por la carga emocional que llevaba. Se levantó de su asiento cuando el profesor dio la indicación que la clase había llegado a su fin, pero en lugar de salir apresuradamente como solía hacer, se quedó rezagado, sintiendo el peso de la situación sobre sus hombros mientras observaba a sus compañeros salir de la clase.

La decisión de distanciarse de Kagami había sido difícil, pero sentía que era lo correcto para él en ese momento. Sin embargo, la incertidumbre sobre el futuro de su relación y el peso de la tensión acumulada lo perseguían, dejándolo sumido en un mar de pensamientos turbulentos mientras abandonaba el aula.

Fue directamente a la plaza del campus y se sentó en una banca de piedra mientras esperaba a que Marinette saliera de su primera clase. Acostumbraban a verse en ese mismo punto todos los días de la semana.

En poco tiempo, vio como su mejor amiga caminaba a lo lejos, Adrien la observó desde la punta de sus pies hasta el último cabello de su cabeza.

«Ha madurado bastante»

Es verdad. Marinette había dejado de ser una niña. Ahora tenía dieciocho años y su cuerpo había madurado, el busto le había crecido al igual que las caderas, su cintura estaba bien formada y tenía unos glúteos firmes y levantados.

También se mantenía en forma yendo a trotar por las noches y de vez en cuando comía saludable.

—¿Llevas mucho tiempo esperándome?

—Para nada, acabo de llegar.—contesto intentando disimular su careta preocupada.

—¿Te encuentras mejor?—se sentó a su lado mientras sacaba de su bolso un tapper rosa que en su interior tenía unas galletas de avena.

—Eh... si, algo mejor.

—Vamos, Adrien... no tienes que fingir conmigo. Se que esto te afecto, no tienes porque ocultarlo.

 𝐸𝓍𝓅𝑒𝓇𝒾𝑒𝓃𝒸𝒾𝓃𝑔 𝐿𝑜𝓋𝑒 || +𝟏𝟖 𝒜𝒹𝓇𝒾𝑒𝓃𝑒𝓉𝓉𝑒 || Volumen I y II [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora