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La luz del sol se filtraba suavemente a través de las cortinas, iluminando el rostro de Marinette mientras comenzaba a despertarse. Una punzada de dolor atravesó su cabeza, recordándole la cantidad de alcohol que había consumido la noche anterior. Se quejó débilmente, llevándose una mano a la frente, tratando de aliviar la presión.

Abrió los ojos lentamente, parpadeando para adaptarse a la luz. Al mirar a su alrededor, se dio cuenta de que estaba en el sofá del departamento de Adrien. Giró la cabeza y vio al rubio durmiendo a su lado, respirando de manera regular y pacífica. La familiaridad del entorno y la presencia de su mejor amigo deberían haberla reconfortado, pero algo no se sentía del todo bien.

Fue entonces cuando se dio cuenta de que no estaba usando su pijama habitual. En su lugar, llevaba puesta una camiseta que reconoció inmediatamente como una de las de Adrien. Un escalofrío de preocupación la recorrió. ¿Cómo había terminado usando su camiseta? La última cosa que recordaba con claridad era estar bebiendo y riendo con su mejor amigo.

Marinette se incorporó lentamente, tratando de no despertar a Adrien mientras su mente comenzaba a trabajar frenéticamente. ¿Qué había sucedido exactamente? ¿Qué locura había hecho mientras estaba bajo los efectos del alcohol? La incertidumbre la consumía.

Con cada segundo que pasaba, pequeñas escenas de la noche anterior empezaron a resurgir en su mente. Recordaba haberse sentido acalorada por el alcohol, su piel ardiendo. Recordaba también cómo, en un impulso de incomodidad, se había quitado su pijama, optando por la camiseta de Adrien que había encontrado cerca. El alivio de recordar esta acción consciente fue inmediato, pero no disipó del todo su preocupación.

Marinette se levantó cuidadosamente del sofá, sus movimientos lentos debido al dolor de cabeza. Se dirigió al baño, necesitando un momento para refrescarse y calmar sus pensamientos. Abrió el grifo y dejó correr el agua fría, salpicando su rostro mientras intentaba recomponer su mente. Mirándose al espejo, tomó una respiración profunda. A medida que los recuerdos seguían fluyendo, recordó que Adrien había estado igual de borracho que ella. Ambos habían reído, hablado sin cesar y finalmente habían caído dormidos juntos en el sofá, agotados por la diversión y el alcohol.

Con un poco más de claridad, Marinette salió del baño y volvió al salón. El zagal comenzaba a despertarse, parpadeando contra la luz del sol. Cuando sus ojos se encontraron, la azabache sintió una oleada de alivio al ver que él también parecía tranquilo, aunque confundido.

—Buenos días.—murmuró Adrien, su voz ronca por el sueño.—¿Cómo te sientes?

—Con un dolor de cabeza horrible...—dijo devolviéndole una sonrisa.— pero estoy bien. ¿Y tú?

—Igual. Definitivamente bebimos demasiado anoche.

Marinette se sentó a su lado, sintiéndose un poco más segura.

—Adrien, sobre la camiseta...

Adrien le lanzó una mirada comprensiva y ligeramente avergonzada.

—Sí, recuerdo un poco. Tú misma te la pusiste porque tenías calor. Nada pasó, Marinette. Solo nos quedamos dormidos.

La tensión en su pecho se alivió y dejó escapar un suspiro de alivio.

—Gracias por decírmelo. Estaba empezando a preocuparme.

—Somos mejores amigos, siempre cuidaremos el uno del otro, sin importar cuánto bebamos.—dijo dedicándole una sonrisa tranquilizadora.

—Gracias, Adrien. Vamos a tomar algo de agua y buscar una aspirina.

Marinette se dirigió hasta la cocina mientras que el rubio tomaba rumbo al baño para buscar el botiquín que contenía los medicamentos.

La fémina sirvió dos vasos de agua acercándose hasta el zagal y extender su brazo para darle uno. Adrien le dio una píldora blanca y pequeña, la cual rápidamente se perdió en la boca de la azabache para posteriormente beber del vaso con agua.

 𝐸𝓍𝓅𝑒𝓇𝒾𝑒𝓃𝒸𝒾𝓃𝑔 𝐿𝑜𝓋𝑒 || +𝟏𝟖 𝒜𝒹𝓇𝒾𝑒𝓃𝑒𝓉𝓉𝑒 || Volumen I y II [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora