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Marinette estaba sentada en su última clase del día, pero su mente estaba en cualquier lugar menos en la materia que se discutía. Desde que se había besado con Adrien en su auto esa mañana, sus pensamientos no habían dejado de girar en torno a lo que había sucedido, y sobre todo, a lo que significaba para ellos.

No había podido concentrarse en ninguna de las clases, y cada vez que intentaba prestar atención, la imagen de Adrien inclinándose hacia ella, la intensidad de su beso y el calor de sus caricias volvían a su mente, haciendo que su estómago se revolviera de incertidumbre. Se sentía atrapada en una espiral de preguntas sin respuesta. ¿Qué eran ahora? ¿Seguían siendo solo mejores amigos? ¿Eran algo más? O, peor aún, ¿habían perdido lo que tenían por cruzar esa línea?

Habían llegado tarde a la universidad por lo que pasó en el auto, y aunque habían intercambiado algunas miradas a lo largo del día, ninguno había mencionado lo sucedido. La ojizarca sentía la urgencia de hablar con el rubio, de aclarar esa gran duda que la había estado atormentando durante horas. Pero no sabía cómo abordar el tema, ni siquiera cómo poner en palabras lo que sentía.

Por fuera, trataba de mantener la compostura, de seguir con su día como si nada hubiera cambiado, pero por dentro, la inquietud la consumía. Se preguntaba si Adrien estaría igual de confundido que ella, si él también estaría pensando en lo que significaba ese beso y lo que vendría después.

Mientras la clase se acercaba a su fin, la fémina internamente decidió que no podía seguir así. Necesitaba respuestas, necesitaba hablar con el blondo y aclarar lo que estaba sucediendo entre ellos. No podía soportar más la incertidumbre, la sensación de no saber dónde estaban parados. Así que, cuando sonó el timbre que indicaba el final de la clase, se levantó de su asiento. Sabía que tenía que enfrentar sus sentimientos, y que la única manera de hacerlo era hablando con Adrien, por muy incómodo o difícil que fuera.

Salió del aula apresuradamente, sus pensamientos aún dando vueltas en torno a lo que debía decirle a Adrien. Sus amigas la llamaron, pero ella apenas las escuchó, demasiado concentrada en encontrarlo entre la multitud de estudiantes que llenaba los pasillos.

El bullicio habitual del final del día no hacía más que aumentar su ansiedad. Se abrió paso entre los grupos que se formaban cerca de las puertas, buscando con la mirada al único rostro que realmente importaba en ese momento. Necesitaba hablar con él, aclarar lo que había sucedido en el auto, y sobre todo, entender qué significaba todo eso para ellos.

«¡¿Dónde estás?!»

Sus ojos recorrían a la multitud de estudiantes, buscando entre las caras conocidas y desconocidas, esperando ver a Adrien en algún lugar. Cada vez que creía haberlo visto, su corazón se aceleraba solo para desinflarse cuando se daba cuenta de que no era él. La frustración y los nervios crecían con cada segundo que pasaba sin encontrarlo.

Finalmente, lo vio. Adrien estaba más adelante, entre un grupo de estudiantes que se dirigían hacia la salida. Marinette sintió una mezcla de alivio y temor al verlo, pero sabía que no podía echarse atrás ahora.

Sin pensarlo dos veces, aceleró el paso. Cada paso que daba la acercaba más a las respuestas que tanto necesitaba, aunque también la llenaba de un miedo sutil a lo que esas respuestas podrían significar.

Estaba a punto de llegar a él, su corazón latiendo con fuerza en su pecho, cuando se dio cuenta de que las palabras que había ensayado en su mente ya no le parecían suficientes. Pero no importaba. Tenía que hablar con él, y no iba a detenerse hasta que lo hiciera.

Cuando Marinette estaba a punto de acercarse, Adrien la notó entre la multitud. Su rostro se iluminó con una sonrisa cálida, y levantó la mano en un saludo gentil, lo que provocó que el corazón de la azabache diera un vuelco. Inmediatamente, sintió cómo el calor subía a sus mejillas, tiñéndolas de un suave color rosado, y al observarlo con más atención, notó que Adrien estaba igualmente ruborizado. Sus mejillas, aunque sutilmente, reflejaban el mismo tono que las de ella, lo que solo hizo que su nerviosismo aumentara.

 𝐸𝓍𝓅𝑒𝓇𝒾𝑒𝓃𝒸𝒾𝓃𝑔 𝐿𝑜𝓋𝑒 || +𝟏𝟖 𝒜𝒹𝓇𝒾𝑒𝓃𝑒𝓉𝓉𝑒 || Volumen I y II [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora