Cero relevancia

8 1 0
                                    










¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.









Takemichi había vuelto una vez más al futuro.

El peor futuro, donde no había nadie vivo, donde tuvo que asistir al funeral del propio Mitsuya. Leer las noticias de que nada había salido como él esperaba, lo estaba matando por dentro. Hina seguía muerta, no había forma de hacer que en algún futuro ella esté bien.

Los problemas se le iban sumando a Hanagaki, llenándolo de arduas misiones que, por más que las cumpliera y dejara todo en optimas condiciones, siempre había algo o alguien que quebrantaba todo el futuro, haciendo que tenga que hacer nuevas estrategias con Naoto, tratando de descubrir quién era la gota que rebalzaba el vaso.

— El peor futuro, ¿eh?... — Murmuró el pelinegro, mirando el techo de su hogar, el cual, ahora, estaba mucho más limpio que de costumbre — Y todo culpa de Mikey, no me lo creo.

Estaba recostado sobre su futón, esperando a que las 5am llegaran a su reloj y pudiera viajar a Filipinas en busca del asesino que arruinó todo su trabajo.

Miró por la ventana y vió un dibujo en el cristal. Era un dibujo que no recordaba por qué se encontraba ahí. Estaba dibujado con un plumón violeta, el cual parecía ser permanente.

El de orbes celestes, se puso de pie y caminó hasta el ventanal, donde observó mejor el garabato. Era como esos típicos artes chibis que le hacían a los personajes de varios animes.

El dibujo era de una chica que llevaba una boina francesa y, a su lado, había dos burbujas de diálogo, donde dentro de ellas decía: ❝できるよ、タケミッチー !❞ [¡Tú puedes, Takemitchy!];私たち全員を救ってください...[Sálvanos a todos, por favor...]

Rió levemente al leer eso, aunque se quedó pensando en la frase que decía ❝Sálvanos a todos, por favor...❞. Sintió que ya había escuchado esa frase alguna vez.

— Tal vez me la dijo Akkun... — Murmuró para sí mismo.

Y aunque recordaba a la perfección cada frase que le había dicho Atsushi, algo le decía él no le dijo eso, sino algo parecido. Trató de recordar, comenzando a dar vueltas por su pequeño hogar, tratando de pensar en algo, hasta que un recuerdo invadió su mente, dejándolo inmóvil.

Tienes que ser fuerte. Lo último que se pierde es la fe. Sálvanos a todos, por favor, y... no me dejes así.

Sólo podía recordar la boca de esa fémina que le había hablado. No recordaba su nariz, su voz, ni mucho menos sus ojos, pero sabía que era rubia y era muy blanca. Tenía unos labios rosados, labios que le recordaban a alguien.

Una melodía de un violín, recorrió sus oídos, poniéndole la piel de gallina. Era otro recuerdo que no entendía de dónde salía, él jamás habló con una chica en el futuro, una chica que no fuese su jefa.

𝘠 𝘵𝘦 𝘦𝘹𝘵𝘳𝘢𝘯̃𝘰 - 𝙄𝙯𝙖𝙣𝙖 𝙆𝙪𝙧𝙤𝙠𝙖𝙬𝙖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora