The day I met him

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Dejar ir la "Ilusión del autocontrol" es una de las cosas que debes hacer para poder aceptar tu vida y que ningún factor, sea externo o interno a tu entorno, pueda causarte una situación de ansiedad o estrés que llegue a afectar tu estabilidad emocional.

Hannibal Lecter había oído esto en varias clases a lo largo de su carrera, lo entendía y sabía que así debía ser, aunque quiza pecaba de soberbio, porque aunque no lo externara, sabía que esa regla no le aplicaba a él, no del todo al menos.

Él siempre tenía el control de todo lo que pasaba su alrededor, incluso con sus compañeros de clase, una de las cosas que más le divertía era el ver como podía manipular a estos e incluso a sus profesores para que las cosas se hicieran como él quería.

Quizá nadie lo habia notado, pero los trabajos se entregaban cuando él quería, los exámenes se calificaban en base a las respuestas que él daba a lo largo de las clases, entre otras situaciones.

Le impresionaba la facilidad con la que estas situaciones se daban, teniendo en cuenta que estaba en su último año y en edad era el más pequeño.

Debido a su impresionante IQ y a las respuestas que había dado en el comité de la Universidad para que le permitieran adelantar materias y grados es que había conseguido terminar la carrera en menor tiempo.

Es por esto que en realidad no consideraba que fuera un chico problema, alguien altanero o grosero, de hecho, repudiaba estas actitudes, simplemente sabía decir las cosas adecuadas en el momento justo y su "sana" diversión no dañaba a nadie.

Asimismo, sabía que su físico y su excelente forma de expresarse jugaban bastante a su favor. La totalidad de las chicas de su clase le habían declarado sus sentimientos en algun momento, incluso varios de sus compañeros lo habían hecho también, aunque siempre los rechazaba con gran cortesía.

Era cierto que varias de sus compañeras eran atractivas, pero la belleza es superficial y tiene fecha de caducidad, no ayudaba el hecho de que al llegar a oír las conversaciones de la mayoría se daba cuenta que eran vacías y banales.

Como futuro psiquiatra sabía que cada persona buscaba algo distinto, quizá las juzgaba muy fuerte, pero no podía evitarlo, la verdad es que nadie había logrado capturar su atención.

-Hola, disculpa te puedo entregar esto.-Dijo una chica extendiendo hacia él un sobre blanco.

Hannibal se encontraba viendo por uno de los ventanales del pasillo cuando escucho la voz, al girarse vio a una chica, no era de su clase pero la había llegado a ver por los pasillos en días anteriores.

-Buenas tardes señorita.- Asiente con la cabeza a forma de saludo.- Antes de aceptarlo debo preguntar ¿Qué es?.- Dijo Hannibal.

-N.. no no, es nada malo, lo prometo, es una carta para ti de mi parte, por favor aceptala.-Dijo tímida.

-La aceptaré con la condición de que me brinde su nombre.

-Me llamo Annie.

Hannibal tomo la carta de las manos de la chica y tomo con ternura una de las manos de Annie.

-Un placer conocerte Annie. Gracias por la carta.

La chica imitó él gesto mientras se ruborizaba, sé dio rápidamente la vuelta y camino apresuradamente hasta bajar las escaleras.

-No vas a leerla ¿Verdad?.- Dijo Margot mientras tomaba la carta de las manos de Hannibal.

-Por cortesía siempre las leo. -Digo Hannibal saludando a Margot con un beso en la mejilla.

-¡Ay por favor!, desde que todo esto de las cartas empezó sé que solo las lees para encontrar las faltas de ortografía, te he visto marcar estos con tu bolígrafo.-Dijo Margot regresándole la carta y sonriendo.

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