LATIDOS.

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Capítulo 8

Neal no tardo en ponerse en contacto con Paty, ella me escribió contándome que justo la mañana siguiente de nuestro encuentro, recibió en su casa un enorme ramo de rosas rojas con una nota que decía:

Para la chica más hermosa que he visto en mucho tiempo, por favor recibe este pequeño detalle y considérame por siempre a tus pies.

P.D. sería un placer si aceptas tomar un café conmigo hoy por la tarde.

Sinceramente tuyo Neal Legan.

Me decía que el mensajero espero a que ella le enviara la respuesta, estaba evidentemente nerviosa, pero aun así acepto.

Yo estaba tan feliz por ella, Neal era considerado uno de los solteros más codiciados de Chicago, ninguna de las chicas que su hermana Eliza le había presentado habían sido suficiente para él, aparentemente, nunca se le veía acompañado por la misma chica en más de dos eventos, eso me asustaba, podría ser un casanova, podría estar jugando con Paty, pero ella iba a correr el riesgo. Estaba segura de que todo saldría bien, Paty no era cualquier chica, era dulce y sincera, solo esperaba que Neal supiera apreciar eso.

Seguía recostada en la cama, hacía un buen rato me habían avisado que el desayuno estaba servido, pero no tenía ninguna intención de levantarme, estaba tan deprimida, después de la visita de Lu, no tuve más noticias de Terry, eso me indicaba que ella no me había mentido, era verdad, el compromiso seguía en pie y yo debía hacerme a un lado, debía regresar al Hogar de Ponny, solo que no encontraba el valor para decírselo a Albert, eso implicaba que debía decirle los motivos por los cuales me iba, y no quería que él se sintiera responsable de esta tragedia.

¿Candy? ¿Puedo pasar? - tocaba Albert en la puerta.

Pasa Albert, por favor- me reincorpore en la cama, arreglando un poco mi cabello.

¿Estás bien? No te vi durante el desayuno. - trataba de descifrar mi estado de ánimo.

Todo bien, querido Albert, es solo que hoy quise descansar un rato más, dime necesitas algo- fingí normalidad.

Oh, sí, ¿quiero saber si tienes planes hoy? - negué con la cabeza- Perfecto, pues ya los tienes, hoy saldremos con Layla- sonreí sin ganas, hacer de mal tercio en este momento de mi vida no era algo que quisiera hacer, verlos tomados de la mano y besándose... no definitivamente no era el plan que necesitaba, era mejor quedarse en cama y seguir sufriendo por el abandono de Terry- Vamos Candy, anímate.

Está bien Albert, ¿a qué hora debo estar lista? - le pregunte sin entusiasmo.

En una hora- me miro de arriba abajo, y se burló- ¿crees lograrlo? - y sacudió mi cabello con su mano como si fuera una pequeña niña, riéndose.

¿Es un reto Albert William? - seguí su juego- estaré lista en cuarenta y cinco minutos ya lo veras- y salte de la cama hacia al baño para ganar esta vez.

Baje a tropezones por las escaleras mientras Albert y Layla se divertían contando en cuenta regresiva los segundos para ver si lo lograba, llegue justo antes de que dijera cero.

Te lo dije- trataba de calmar mi respiración agitada- pan comido.

No sabía a donde iríamos, así que me puse lo primero que encontré en mi closet, una falda negra y camisa blanca con un moño en el cuello, mocasines negros y me hice una media coleta, hoy mi cabello parecía estar de mi lado, mis rizos estaban tan definidos que parecía que les había dedicado horas, por lo menos una cosa salía bien para variar.

Subimos al coche, Layla como siempre se veía hermosa con su largo cabello rojizo, y sus pecas salpicadas por su rostro, sus labios eran rosas y carnosos y su nariz estaba muy respingada, siendo italiana, tenía ese aire romántico y seductor cuando te hablaba, Albert no le quitaba nunca los ojos de encima, ella era la persona más importante en su vida.

Si yo hubieraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora