DESAHOGO.

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Capítulo 6

Pase el resto de la tarde recostada en el sofá de mi habitación, la visita de Lu me había dejado desconcertada, me rehusaba a creer en lo que me había dicho, Terry no podía ser tan cruel, no conmigo. Lo conocía o creía conocerlo y sabía que podía ser egoísta, tal vez hasta altanero si se lo proponía, pero jamás me lastimaría con intención.

Albert aún no regresaba de su salida con Layla, afuera la luna brillaba en lo alto y decidí salir al jardín, necesitaba aire, necesitaba la tranquilidad que me daban las rosas que ahí habitaban. Albert había pedido que trajeran las dulce Candy de la casa de campo, en honor a Anthony y su hermana, y que las sembraran alrededor de una gran fuente, donde todos los días las aves bajaban a tomar agua o darse un baño.

Me senté en la orilla de la fuente, con mi mano tocaba el agua fría, me había recogido el cabello en un chongo alto y podía sentir sobre mi nuca el viento que soplaba cada vez más frio.

Pensaba en todo lo que me había tocado vivir para llegar a este momento, sabía que mi corazón estaba expuesto nuevamente, recordaba todas aquellas noches, como esta, en la que me sentí tan sola, tan vacía. Fui una mujer que nunca tuvo suerte en cuestiones del corazón, parecía que la vida se aferraba a que pagara un Karma de abandono y soledad, de vivir en las sombras viendo como todos lograban establecerse con alguien, mientras que yo cada vez que tocaba el cielo, algo me estrellaba contra el suelo.

Lu... ¿por qué tuvo que venir a verme?

Suspire fuerte, y baje mi mirada al reflejo que me daba el agua de la fuente, podía verme distorsionada y así me sentía, cerré mis ojos y pedía a Dios con todas mis fuerzas que lo que ella me dijo hace unas horas fuera mentira.

Candice, buenas tardes- dijo Lu mirándome fijamente.

Buenas tardes, Lu ¡¿a qué debo el placer de tu visita?!- dije con un tono un tanto sarcástico.

Le señalé el sillón negro de la oficina de Albert para que tomara asiento, yo me senté nuevamente detrás de su escritorio, no quería que pensara que esta era una visita que yo apreciaba, trataba de demostrarle toda la frialdad posible. A lado de ella yo era una chica tan simple, con mi cabello despeinado y mis escasos buenos modales. Desde la noche que la conocí supe que ella provenía de una buena familia, se le notaba con solo verla que nuca había conocido las carencias o los sufrimientos. Y hoy nuevamente se veía espectacular, con su vestido color café y su boina a juego, su pequeño bolso y su hermosa joyería, sobre su dedo aun podía ver un anillo de compromiso.

Bueno Candice, creo que las dos sabemos bien que me trae aquí, Terry- mi corazón latía desbocado al escuchar su nombre, pero trataba de controlar mi respiración fingiendo indiferencia - me imagino que lo has visto ¿no es así? - no respondí. - lo sé, sé que te ha buscado, sé que han hablado, sé que quizás él te haya dado esperanzas, falsas por supuesto. Esta visita es una mera cordialidad, lo hago por que no me gustaría que tengas una idea equivocada- sus palabras me confundían y ella lo noto en seguida- Veras, querida Candice, después de la boda, Terry yo, tuvimos una larga charla, él me juro que no siente nada por ti, aunque te diré que por un momento dude, pero ... bueno él hiso cosas- y sonrió de forma atrevida- que me hiso perder cualquier duda.

No podía creer lo que estaba escuchando, lo que estaba viendo. Se acomodo en el sillón y continuo.

Claramente sé que se han visto, lo sé por que yo así se lo pedí- se levantó del sillón y camino hacia la ventana, miraba hacia al jardín, el mismo jardín en donde Terry me había confesado su amor por ella, yo la seguía con la mirada, tratando con todas mis fuerzas de mantener la compostura, dio media vuelta y me miro directo a los ojos- Le dije que era necesario que te afrontara, solo así aceptaría seguir con el compromiso, obviamente- y levanto su dedo para que viera su anillo- él me rogo que no me lo quitara. ¿ya te besó?- me dijo con una sonrisa que me dio miedo.

¿Qué dices? - le dije sorprendida, asustada, destrozada.

Bueno no espero que me lo digas, pero debes saber que sí lo hace es únicamente por que yo se lo pedí, sí es necesario que él compare para que este seguro, estoy dispuesta a correr el riesgo. ¿tú no? - su mirada era retadora, me analizaba tratando de anticipar que le diría.

Mis pensamientos estaban al mil por hora, me debatía entre todas las posibles respuestas que le podía dar, pero no sabía cuál sería la correcta, de lo único que estaba segura es que ella no podía saber lo mucho que me estaban afectando sus palabras, tenía que saber que yo era más fuerte de lo que ella creía y que unas cuantas palabras no iban a derrumbarme, aunque podía sentir como mi corazón se volvía a romper en tantos pedazos que sería imposible volverlos a unir.

Lu, lamento que hayas perdido tú tiempo al venir aquí, y me apena muchísimo que tu relación con Terry sea tan frágil, que un simple baile con una amiga la haya hecho tambalear, agradezco infinitamente tu preocupación, pero si yo fuera tú estaría mucho más ocupada averiguando por que tengo que ir a ver a otra mujer para hablar de mi hombre y por qué tengo la necesidad de pedirle a él que bese a otra para que descubra si realmente me ama, eso no habla muy bien de su relación, es una pena por qué tenía la idea de que eran una pareja estable, pero ahora veo que no lo son- le lance la misma mirada sarcástica con la que ella me había estado viendo mientras soltaba todas aquellas palabras- respondiendo a tú pregunta, sí lo he visto últimamente y mientras él no me lo pida lo seguiré haciendo.- termine con una sonrisa.- recuerdas tú me lo pediste, querías que fuéramos amigos.

¡Sé que no quieres solo su amistad, Candice!- se descompuso por un momento.

Pero me aseguraste hace un momento, que sí tenías alguna duda sobre "nosotros" él mismo te las quito- quería que esto terminara- no entiendo entonces ¿qué haces aquí, conmigo, en lugar de estar con él?

Te lo dije... quiero darle la oportunidad de descubrir lo que siente- cambio el tono- yo te ofrecí mi amistad, y soy sincera al respecto, ¿podrías serlo tú conmigo? - se acercó al escritorio y puso sus manos sobre el para ver mis ojos más de cerca.

No sé que esperas de mí Lu.

Quiero que nos dejes en paz Candice, nosotros somos muy felices juntos o lo éramos hasta que volvió a verte. Entiendo fuiste su primer amor o al menos así él lo considera, pero yo seré su esposa y eso ni tú ni nadie podrá evitarlo.

¿Nadie? ¿ni siquiera Terry? - le dije- si él te ama como aseguras créeme que no me interpondré...- se lo dije en serio.

¿Puedes jurarlo? - entre cerro los ojos.

Lo juro.

Okey- dio media vuelta y camino hacia el sillón, recogió su bolso y volvió a mirarme- entonces no habrá ningún problema, porque estoy segura de que él me ama. Gracias por tú tiempo. - salió y azoto la puerta detrás de ella.

Yo esperé a oír cerrarse la puerta principal y comencé a llorar.

Abrí mis ojos y volví a ver mi reflejo en el agua ahora más nítido, todo había sido un estúpido y cruel juego para Terry. Todo lo que habíamos vivido estos días fue por que Lu se lo había pedido, por eso él no quería besarme, pero que estúpida soy, debió darle tanta lastima mi patético intento de seducirlo... me beso por lástima... no puede ser verdad... me niego a aceptarlo... pero cómo es que ella sabía tantas cosas ... tantos detalles.

Golpee el agua con mi mano y me levante, era hora de aceptarlo, lo había perdido para siempre, ella era la que traía un anillo en su dedo, no yo, ella era la que había pasado con él sus peores momentos, quién lo saco de la depresión cuando volvió a perderlo todo, eso pesaba más que cualquier cosa, había llegado demasiado tarde a su vida y era momento de retirarme con la poca dignidad que me quedaba.

Camine de regreso a la casa, pude ver la luz prendida en el despacho de Albert, había regresado, tendría que pasar a dar las buenas noches y fingir que nada de esto había pasado. No tenía el valor de decirle que siempre tuvo razón, que estoy sufriendo más ahora que ya toqué con la punta de mis dedos la felicidad, debí aceptar mi derrota, debí aceptar ante él que me equivoqué.

Podía escuchar a Albert y Layla hablando y riendo en su despacho.

Te amo Albert, lo sabes verdad- decía ella besándolo.

No más que yo, te lo aseguro- se escuchaba como ella reía y él la llenaba de besos.

Sentía tanta envidia de ellos, porque ellos tenían todo lo que yo anhelaba, lo que soñaba. No los interrumpí y subí a mi cuarto, no prendí la luz, ni siquiera me cambie de ropa, me acosté y llore en silencio hasta quedarme dormida.

Si yo hubieraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora