siete

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—Hueles distinto.

Kai arrugó la nariz un poco, olisqueando el cabello del Omega más chico, Jisung se encogió de hombros. Su mirada perdida se desvió de la gran ventana y miró los ojos verdes del Omega a su lado. Este le sonrió, y notó cómo sus mejillas se encendían en rubor.

—¿Estuviste con aquel cambiaformas anoche? —le preguntó y los ojos de Jisung volvieron la mirada a sus manos, estaban pálidas y un poco húmedas, sintió los dedos delgados de Kai en su cabello, pasando el peine—. Tienes un aroma distinto por todo el cabello, no es como el tuyo, digamos... Tú hueles a té verde, y ahora tienes el aroma a rocío y tierra húmeda.

—¿Qué es té verde? —preguntó suavemente y volvió la mirada hacia el gran bosque, algunos Omegas estaban sentados en el pasto, otros con sus cambiaformas, el ambiente fuera de la gran casa era tranquilo y silencioso. Kai dejó el peine sobre una mesita de madera y acarició su cabello.

—Mmm, té verde es una bebida a base de hierbas... creo. Solo probé una vez, cuando era más chico. Le había puesto mucha azúcar porque no estaba acostumbrado a probar cosas así en mi tierra, el té era suave, y olía bien —murmuró y se inclinó un poco más—. ¿Quieres trencitas?

Jisung asintió

—Háblame de tus tierras, por favor.

—Bueno... Yo no soy de aquí, mi hogar está a dos semanas de caminata, por el Este, vivía en el campo, tenía tres hermanos menores y dos mayores. Éramos una familia numerosa... A veces la comida no alcanzaba, mi madre usaba la harina de trigo junto con las cenizas del fuego, para que el pan alcanzara para todos. Era un clima difícil, pero la vista era bellísima, en las montañas, los arroyos, era feliz a pesar de no tener para comer a veces.

Jisung se quedó quieto, mientras Kai seguía hablando sobre su hogar. Y se preguntó sobre su familia, sobre sus padres, se preguntó si aquellos ojos que tenía habían visto la mirada de un hermano, de una hermana. Jisung miró sus manos y lentamente acarició su vientre. También tenía, o tuvo, un Alfa en su vida. El Omega cerró los ojos, mientras el sol chocaba contra su camisón blanco y las manos de Kai acariciaban su cuero cabelludo.

—No te duermas —escuchó y sintió que Kai jalaba un mechón de su cabello. Jisung abrió los ojos y apretó su vientre. Sintió algo extraño y bajó la mirada, sus manos rodeaban la panza apenas notoria, ahí, y se quedó quieto, respirando más lento, con los ojos abiertos, atentos a sentir la misma reacción—. ¿Qué pasa?

—Sentí algo raro —murmuró, removiendo su cuerpo sobre la silla frente la ventana. Kai se volvió y se puso de cuclillas a su lado, mirando su vientre—. Se movió.

—Déjame ver —el pelinegro tomó el camisón de Jisung y lo miró—. ¿Puedo?

El Omega más chico se encogió, con las mejillas calientes

—No traigo ropa interior...

—¿No? ¿Qué estuviste haciendo con aquél cambiaformas anoche que hoy apareces sin calzones? —preguntó Kai y Jisung enrojeció por completo, el pelinegro sonrió y pegó sus manos al vientre del más chico —No tengas vergüenza. Si quieres te doy un poco de ropa, llevas ese camisón desde que entraste aquí. No te haré nada. Es de padre a padre.

Los ojos de Jisung se desviaron a su camisón blanco, estaba arrugado, y le llegaba hasta las rodillas. Apretó los puños, y asintió, se puso de pie con lentitud y se alejó un poco de la puerta. Kai tomó los pliegues de su ropa y lo levantó, Jisung cerró los ojos cuando se quitó la prenda y los orbes verdes del Omega recorrieron su cuerpo.

—Vaya... te ves incluso más pequeño sin ropa —murmuró y picó su dedo sobre una marca de nacimiento que tenía Jisung sobre el hombro—. Tienes una manchita rara aquí.

teeth ୨ৎ minsungDonde viven las historias. Descúbrelo ahora