Capítulo 18. Pesares.

59 7 1
                                    

Después de semanas de dura batalla. Dark Pit había vuelto a las islas flotantes de Skyworld. Estaba cansado, desgastando y sobre todo, angustiado....

Había estado luchando por un solo motivo, y era encontrar a Pit. Pero incluso después de encontrarlo, parecía que sus manos estaban vacías.
No solo era algo para preocuparlo, sino también para apretar su puño e intentar sacar toda su furia contra cualquier desafortunado que estuviera cerca en ese momento. Pero solo encontró una almohada, que golpeó una y otra vez, sobre la cama que alguna vez compartió con el angel blanco.

Los primeros puñetazos en el objeto blanco fueron un alivio para su acelerado corazón. Pero al cuarto golpe, unas cuantas plumas volaron en frente de él. Plumas blancas grandes de punta redondeada, sin duda eran de Pit. También vio algunas negras desparramadas sobre la cama, punta finas y largas como las suyas ... Nunca se le hubiera ocurrido una idea tan estúpida como usar sus propias plumas para rellenar almohadas... Quizás por eso eran tan suaves.

Dark Pit se dejó caer de cara sobre el montón de almohadas y peluches que estaban sobre la cama, inhalando el suave olor en las sábanas.

Olor a chocolate. .. y quizás a manzana, o al aroma floral de las aguas termales. No estaba seguro, lo que si sabía, es que era el aroma de Pit...

- ¡¡Maldita sea!!- Gritó contra otra almohada que aún seguía intacta.

¿Por qué todo tenía que ser tan complicado? Sino fuera por culpa de ese enemigo prácticamente invisible, ahora mismo estaría aquí mismo con el idiota, hablando de cualquier cosa, jugando videojuegos, comiendo de todo un poco hasta explotar o incluso haciendo esas cosas... Que hicieron esa noche, siendo felices en esa eternidad de angel...
Los pensamientos y recuerdos que llegaron a su mente lo hicieron sonrojarse y golpear la cara con la almohada. No debía pensar en esas cosas, no ahora, no cuando Pit estaba aquí en el templo, malherido y sin saber que pasará en el futuro si no encontraban al responsable.

-Dark Pit- La voz de Palutena sonó dentro de su cabeza como un puñetazo en su cara, haciendo que saltara de la cama y cayera de ella de espalda sobre el suelo.  

-Agh... ¿Que sucede? Si no son noticias de Pit, por hoy no quiero saber nada... Dame un respiro.

-Eso es.... No te hablaría sino fuera por algo importante.

El tono extraño de voz en Palutena hizo que DarK Pit elevara la vista desde el suelo. Sus divagaciones habían terminado. Rápidamente se levantó y salió de la habitación, corriendo por los pasillos casi vacíos de una noche fría hasta los aposentos de la Diosa Palutena. Cuando llegó al gran salón, se encontró con varios angeles reunidos, entre ellos está Ballve.

-Buenas noches, capitán. - Lo saludó el angel cyan burlonamente. Provocando que Dark Pit le diera un golpe en la cara con una de sus alas.

La relación entre ambos había mejorado... Algo... Solo un poco. Por lo menos ya no se amenazaban de muerte cada vez que se encontraban en alguna parte del reino.
Los demás ángeles saludaron con la mano en el pecho en señal de respeto.
No era una importante reunión o un evento que necesitara la presencia de todos ellos, la razón era muy diferente para que todos estos angelitos estuvieran reunidos justo en la entrada de la habitación de Palutena.

Pit estaba allí, recostado entre las sábanas de seda y la gran cama de la diosa. Las puertas estaban cerradas y custodiadas por los angeles más fuertes de Skyword pero nadie intentaría entrar, solo esperarían, quizás toda la noche para saber el estado de su capitán Pit.

Dark Pit pasó entre el montón de plumas de todos los angeles que estaban parados en la entrada de la habitación, empujando para quitarlos de su camino hasta llegar a la puerta y dónde los guardias lo dejaron entrar sin problemas.

La habitación estaba iluminada con pequeñas velas, la ventana abierta donde las cortinas doradas se mecen con la agradable brisa de la noche. Vio a la diosa sentada junto a la cama, ella levantó la mirada con una sonrisa triste en su rostro. Pero para Dark Pit, lo que realmente apretó su pecho, fue ver a Pit en la cama, su cara pálida, las cuencas de sus ojos completamente notorias, le costaba respirar y se quejaba por el dolor en su cuerpo.

-Estaba preguntando por ti. - Dijo Palutena en voz baja. Su mano acariciaba el cabello de Pit que se mantenía húmedo por el sudor de una fiebre elevada.

Dark Pit apretó su puño, al igual que los labios que se mantuvieron fuertemente cerrados. Lady Palutena, por primera vez, vio la mirada afligida del angel negro, quien se acercó lentamente a la cama hasta sentarse en el borde justo al lado derecho.
El movimiento de la cama lo despertó, para sorpresa de ambos en su habitación los ojos cansados de Pit eran de un azul cristalino y vidriosos.

-Pitto... - Susurró. Una leve sonrisa apareció en sus labios resecos.

-Shhh... Cierra la boca, tonto. -Dark Pit intentó sonar normal, pero en su voz se notaba que simplemente no podía fingir.

Si no fuera por la presencia de Palutena, quizás esas lágrimas que se negaban a salir ya estarían empapando su rostro.

Palutena se levantó de su asiento y caminó hasta la puerta, viendo cómo Dark Pit se acostaba junto al angel blanco. Tenía muchas preguntas, tambien muchas dudas, pero también sabía que ambos angeles necesitaban un momento a solas y el angel negro se lo agradeció.

-Pitto, l-los demás... Tenemos que...- Pit se quejó por el dolor en su cuerpo. Las cadenas sonaron cuando Pit movió los grilletes dorados que mantenían sus manos atadas a los pilares de la cama.

Palutena había logrado neutralizar la magia con la suya, los anillos dorados que tenía en sus muñecas lo ayudaban a luchar. Pero a pesar de la increíble magia de la diosa de la luz, Pit estaba haciendo un esfuerzo por mantenerse consciente y no dejarse llevar nuevamente por las argollas que aún mantenía prisioneras sus alas.
Un descuido, tan solo una muestra de debilidad y Pit podría ser poseído nuevamente, perdiendo el control. Para su pesar, sucedió en más de una ocasión desde que regresaron a casa, como Pit cambiaba de personalidad y se volvía violento incluso estando inmovilizado.

-Pitto...

-Te dije que cierres la boca. - Dark Pit lo golpeó ligeramente en la frente con dos de sus dedos. - Ya estamos ideando un plan, no te preocupes más por el resto, Palutena y yo nos encargaremos.

-Pitto... Debemos...  Ayudar, ayudar a Pitto.

Era inútil, Pit no lo estaba escuchando. Estaba delirando, como si aún estuviera en un campo de batalla y luchando con el resto de sus compañeros por sus vidas. Dark Pit suspiró, sentándose en la cama y lentamente retirando la manta que estaba sobre el cuerpo desnudo y vendado de Pit, cuidadosamente asegurándose de no molestar la poca paz del angel blanco.

-Veo  que te estás asegurando de que todo esté bien con el "regalo" ho ho ho~. - Escuchó una voz proveniente de la entrada.

Dark Pit se levantó a la defensiva, mirando rápidamente al no reconocerlo, pero puso los ojos en blanco cuando vio al viejo anciano Dyntos cerrando la puerta y caminando hacia ellos. Es el Dios de la forja que ayudó a Palutena con los grilletes que tenían a los angeles neutralizados, también era el que proporcionaba las armas a los angeles de todos los reinos.

El angel negro no respondió. Se negaba completamente a hablar del tema, incluso con Palutena que lo llenó de preguntas al respecto...

¿Cuando? ¿Cómo? ¿En qué momento sucedió?

Nada de eso importaba... ¡¿A quien mierda le importaba como sucedió?! Lo que a Dark Pit realmente le importaba es que... Estuviera bien.
El cuerpo de Pit se veía tan miserable y lastimado, que estaba sorprendido que su vientre fuera lo único que no tuviera moretones horribles o sangre de cicatrices frescas, como si inconscientemente Pit hubiera estado protegiendo esa zona de cualquier peligro todo este tiempo ...
Dark Pit se sentía culpable, había tantas batallas libradas anteriormente y nunca se dió cuenta, Pit había estado lidiando con eso él solo, en esas condiciones ...luchando sin detenerse.

Future in your hands [Pitcest Mpreg]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora