001 - De pie.

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NO g!p.

Cuando Yeji se enteró de que mis deplorables calificaciones iban a arrastrarme a repetir el curso nuevamente, insistió en ayudarme con clases particulares

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Cuando Yeji se enteró de que mis deplorables calificaciones iban a arrastrarme a repetir el curso nuevamente, insistió en ayudarme con clases particulares.

Y yo, que soy una santa humilde, quise advertirle de lo increíblemente persuasiva que puedo llegar a ser para convertir una situación que no me conviene en absoluto, en algo que me gusta mucho.

Ella no me prestó mucha atención cuando le avisé de cómo acabaríamos si nos metíamos en una habitación a solas. Pensé que se debía a que no hace mucho que empezamos la relación y, por lo tanto, aún no sabe detectar mis poderes como tal.

Pero ahora que tengo su coño reposando en la palma de mi mano, con sus finas bragas lilas impregnadas de sus fluidos sobre mi piel, me pregunto si al final tal vez es ella la que está justo dónde pretendía estar desde el principio.

No estoy acostumbrada a esto, a desorientarme ni sorprenderme con la actitud de nadie, y el hecho de que a penas hemos realizado actos sexuales hasta el momento, tampoco me ayuda a concentrarme. Existe el factor novedad.

Así que, cuando Yeji tira de mi sudadera con la intención de levantarme de la silla y llevarme a su cama, rodeo su cintura con mi brazo y la pego a mi cuerpo con firmeza. Nuestras narices y alientos chocan y mi mano queda atrapada entre ambas y sus piernas al quedarnos de pie.

El hormigueo caliente que asciende por mi estómago colisiona con mi excitación cuando sus ojos gatunos beben de los míos.

Llevamos un par de meses juntas y aún no he aprendido bien a mirarla como es debido.
La necesidad de retomar el mando de la situación es mucho mayor ahora que sus finos dedos tiran de mi ropa para acercarme a ella y besarme en la boca, con lengua.

Su lengua caliente me hace jadear y casi soy yo la que la acaba lanzando sobre la cama, pero me detengo a tiempo y, en su lugar, hinco más mis dedos en su espalda baja.

"No", murmuro a duras penas contra sus labios. Mi voz se me antoja tensa y lejana, raspada, y a ella parece gustarle, porque aprieta más su figura a mí, como un gato ronroneando, y me quiero morir del gusto. "De pie".

La confundo como quería, puedo verlo en su expresión. Eso me alivia y me devuelve un poco de seguridad. Le regalo una media sonrisa suave, algo que pretende ser cómplice aunque ella aún no lo comprende.

"¿De pie?" Su ceja izquierda se alza y me retengo para no acariciarla. Recuerdo en dónde permanece una de mis manos y la uso para volver a adentrarla en el estado risueño y vulnerable en el que la necesito, moviéndola lentamente. Mis nudillos acarician la tela húmeda que separa mi mano de su intimidad. Sus fluidos manchan mi piel y tarareo gravemente a modo de afirmación.

Ella se balancea sobre el dorso de mi mano y entonces la giro para acariciar con la yema de mi índice la línea entre sus dos pliegues vaginales.

"Tienes que mantenerte de pie", le explico, con la mirada perdida en la forma en la que abre sus labios para jadear. Yeji tuerce la boca para mostrarme una mueca de inseguridad y yo entiendo por qué; es sensible, se corre con facilidad y con bastante fuerza porque lo experimentado hasta el momento para ella es muy poco. Y lo mejor es que sé que yo soy parte de la razón por la que ahora sus orgasmos son más bastos.

𝖲𝖧𝖮𝖮𝖳! ─ 𝖱𝖸𝖤𝖩𝖨 𝖲𝖬𝖴𝖳.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora