(Relato corto)En la noche del gran baile que se celebra en honor a la graduación, tanto Yeji como Ryujin acuden a la fiesta con sus supuestas respectivas parejas. Ambas interpretan muy bien su papel social durante el evento, con sus carismáticas actitudes y su fachada perfectamente construida a lo largo de toda su etapa estudiantil.
Llaman la atención con sus vestidos de noche, tan deslumbrantes, tan envidiados, y dicen por ahí que las dos presuntas rivales del curso han acordado mantener una tregua a modo de despedida.
Todos han sido testigos de sus enfrentamientos; la competitividad académica las ha tenido alerta por años y deben estar agotadas, mental y físicamente, así que a ambas les hacía falta enterrar el hacha de guerra y respirar tranquilas por unas horas, según sus amistades.
Lo que nadie sabe es que ninguna se agarra al brazo de su novio en verdad.
Cuando están a solas, suelen llamarlos de otro modo entre sonrisas cómplices: tapadera.Mientras a Yeji la nombran reina sobre el escenario y los ojos oscuros de Ryujin atraviesan la sala hasta clavarse en los de su némesis, nadie en aquella sala sospecha lo que en realidad esconden sus silenciosas miradas intensas.
Así como nadie está al tanto de que la razón por la que Yeji está usando un vestido de tonos corales con escote de palabra de honor, tiene que ver con las preferencias de Ryujin. Con la forma en la que susurró contra sus hombros lo perfecta que se veía cuando se lo probó en el vestidor de la tienda.
Nadie sabe que Yeji lleva un recogido para que la mano de Ryujin pueda tomar su nuca con más facilidad cuando la arrincone a escondidas en el baño para besarla hasta dejarla mareada, ni que los mechones negros y ondulados de Ryujin acabarán enrollados en los dedos de Yeji cuando, horas después, esa misma noche, ambas se duerman juntas en su cama.
Nadie sabrá, al menos en un futuro próximo, que se pasarán la mayor parte de dicha noche en vela, jugando a acariciarse bajo los vestidos hasta que alguna de las dos se desespere y empiece apretarse más contra la otra.
Que Ryujin acabará tratando de hundir su rostro en el escote de su secreta novia y cubrirá su clavícula y cuello de marcas por culpa de tantos mordiscos y lametones.
Comenzarán en el aparcamiento, dentro del coche de Yeji, y ésta vez será Ryujin la que la monte porque se encuentra en su ciclo de ovulación y suele tener esa actitud pasiva y exigente a su vez durante este.
Ryujin se pondrá ansiosa tras el primer orgasmo y se frustrará montando los dedos de su chica con impaciencia, porque cada orgasmo se le antojará más débil que el anterior, pero se negará a ser paciente y bajar el ritmo. Y Yeji, que ya conoce su cuerpo a la perfección y memoriza cada rincón de su piel con las yemas de los dedos, como si pudiera atravesarla y distinguir cada nervio, se encargará de masajearle los pechos y apretar sus pezones para que su humedad aumente y así colar un tercer dedo.
Entonces, al fin eso comenzará a ser suficiente para Ryujin, que lanzará sus característicos gemidos graves contra su boca y disminuirá el ritmo de su balanceo debido a la gran intromisión.
Se quedarán ahí, refugiadas en su calor, intercambiando jadeos y clavándose las uñas en la piel hasta que el parking quede desierto y puedan terminar gimoteando a gusto.
Los labios pintados de rojo de Ryujin dejarán evidencias en la piel impoluta de Yeji y ésta última, a cambio, la embadurnará de su usual crema de brillo corporal, esa con aroma a vainilla que manchará sus sábanas más tarde.
Nadie sabe que, tras convertir la cama en un desastre de fluidos y purpurina, hablarán de lo mucho que agradecen la ausencia de los padres sobre protectores y controladores de Yeji, que Ryujin apagará su teléfono aunque al día siguiente su madre le dé la bienvenida a casa con una bofetada que hará que le piten los oídos y que ambas se turnarán para dormir sobre el pecho de la otra porque les relaja oír sus latidos, las ayuda a dejar de pensar en perfección, compañeros, tareas y más mierdas cotidianas.
Durante los bailes lentos, ellas se observan y nadie sabe que están compartiendo en silencio su propia versión de un momento que no podrán recuperar nunca.
Porque no pueden tirar de la manta todavía y hacerse daño con algo que se siente tan correcto, tan perfecto. La máscara pesa lo suficiente como para que les duela mantenerla alzada y dejarla caer ahora sería peligroso para ambas.
Por eso nadie puede saberlo.
Tenía el apunte por ahí suelto, así que lo encajo aquí para tenerlo en algún lado.
Nos leemos. ‹3
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𝖲𝖧𝖮𝖮𝖳! ─ 𝖱𝖸𝖤𝖩𝖨 𝖲𝖬𝖴𝖳.
FanfictionRelatos de smut ryeji (𝗥𝘆𝘂𝗷𝗶𝗻 y 𝗬𝗲𝗷𝗶). (𝗮𝗱𝘃𝗲𝗿𝘁𝗲𝗻𝗰𝗶𝗮 , contenido +18) ⚠︎ No se permiten copias ni adaptaciones.